lunes, 11 de mayo de 2015
Estudio bíblico de Habacuc 3:1-6
La oración del profeta
Leamos el versículo 1, donde dice:
"Oración del profeta Habacuc, sobre Sigionot."
Ahora, esta palabra "Sigionot" tiene que ver con la música. Hay algunos que opinan que puede ser alguna indicación musical, que le daba instrucciones al músico de cómo interpretar esta obra. Otros opinan que se trata de un instrumento musical. Cuando estábamos estudiando el libro de Salmos, usted recordará que esta palabra tenía que ver con la música. Así es que, esta oración de Habacuc fue una expresión de poesía Hebrea, una canción con una elevada alabanza. En el versículo 2 leemos:
"Oh Señor, he oído tu palabra, y temí. Oh Señor, aviva tu obra en medio de los tiempos, En medio de los tiempos hazla conocer; En la ira acuérdate de la misericordia."
Podemos observar que en la vida de Habacuc, ha ocurrido un gran cambio. Esa experiencia gloriosa que él pasó en la torre de vigía y esa paciente espera por una respuesta de parte de Dios, le llevó al punto de tener una verdadera fe, y no sólo eso, sino que abrió sus ojos a una realidad de la cual él no era consciente anteriormente. Así es que, éste es un cántico, podríamos llamarlo una canción folklórica o popular, algo muy feliz. Y tiene que ser interpretado con instrumentos de cuerda, y eso lo descubrimos viendo el final de este capítulo, al fin de este libro, donde dice: "Al jefe de los cantores, sobre mis instrumentos de cuerdas".
Con respecto a esta anotación musical diremos que fue añadida por el profeta como una instrucción sobre cómo debería cantarse el Salmo. Él le indicó al solista cómo debía utilizar en este caso un instrumento de cuerda. De paso, digamos que hoy la mayoría de los cantos folklóricos son cantados así, con instrumentos de cuerda, y donde quiera que uno viaje, encontrará pueblos que con guitarra u otros instrumentos de cuerda expresan la historia, tradiciones y vivencias de sus pueblos. En este sentido, la guitarra tradicional y otros instrumentos electrónicos han pasado a ocupar un lugar relevante en la alabanza y adoración de muchas iglesias cristianas, que anteriormente limitaban el uso de otros instrumentos al piano tradicional o al órgano. En muchas congregaciones, el canto es dirigido por grupos musicales que se preparan específicamente para el ministerio de la alabanza, y guían a la congregación en sus cantos, bajo la dirección de un líder que dirige al público y coordina la sucesión de canciones. Así como el uso de estos instrumentos y muchos otros era fundamental para dirigir las canciones sagradas de aquella época, en nuestro tiempo, el uso de instrumentos similares ha renovado la adoración y la alabanza porque además, han surgido nuevas canciones inspiradas en la Biblia que motivan a una mayor participación de jóvenes en esta parte tan importante del culto que debemos rendirle a Dios.
Pero volviendo al pasaje que estamos hoy considerando, nos encontramos ante una canción de gran calidad y, al mismo tiempo, una oración intensa. Fue como si el profeta le hubiera dicho a Dios que su oración había llegado hasta Su Presencia, pero El Señor no le había contestado. Dios le había dicho: "Habacuc, Yo quiero que tú permanezcas en la torre de vigía, y quiero que tú vivas tu vida por medio de la fe. Quiero que tú confíes en Mí. Quizás tú creas que Yo no estoy haciendo algo en cuanto al pecado de Mi pueblo, pero sí lo estoy haciendo, me estoy ocupando de ellos. Estoy preparando ahora a una nación, a los caldeos, los de Babilonia, y ellos van a ser utilizados por Mí. Antes, en el pasado, usé a los ejércitos de Asiria, en el reino del norte, quienes tuvieron que soportar mucho Mi ira. Pero cuando Yo termine de tratar con los babilonios, entonces los castigaré a ellos, y los juzgaré justamente."
El juicio contra Babilonia fue presentado en el capítulo 2. Ya hemos visto esos cinco lamentos, o "ayes", en los dos programas anteriores. Estos habían sido expresados como una reacción a aquellos pecados grandes, nacionales, que se habían generalizado hasta tal punto entre la población y sus gobernantes, que habían causado la caída de la nación. Y Dios estaba actuando para derribar a esa nación.
Lo interesante de todo este problema fue que este hombre, Habacuc, cambió completamente su modo de pensar y comenzó a ver la realidad desde un punto de vista diferente, que era al punto de vista de Dios. Él dijo: "He oído tu palabra, y temí". Ahora, ¿de qué tenía temor el profeta? Bueno, él había pensado que Dios no estaba haciendo nada. Y en ese momento estaba atemorizado, pensando que Dios estaba haciendo demasiado o llegando demasiado lejos. Notemos lo que él dijo aquí en el versículo 2, que acabamos de leer: "Oh Señor, he oído tu palabra, y temí. Oh Señor, aviva tu obra en medio de los tiempos, En medio de los tiempos hazla conocer; En la ira acuérdate de la misericordia."
Él dice: "Señor, ahora puedo ver que estás actuando en juicio. Ya que vas a castigar y ejecutar ese juicio, quiero pedirte, que te acuerdes de la misericordia. Acuérdate de ser misericordioso, compasivo, aun con los caldeos, y ten misericordia de Tu propio pueblo". Anteriormente, el profeta había pedido que cayera fuego del cielo, no sólo sobre su propia nación que se había apartado de Dios, sino también sobre los caldeos. Pero ahora él está diciendo: "Acuérdate de la misericordia". Habacuc sabía que Dios era misericordioso, y que estaba lleno de gracia. Él no deseaba que ninguno pereciera. Ahora, mirando a nuestro tiempo, parecería que hoy, Dios no estuviera haciendo nada con respecto al mal y a las injusticias que oprimen a los seres humanos. Pero si usted y yo, amigo oyente, pudiéramos ascender a una torre de vigía como aquella desde la cual observó el profeta Habacuc, y pudiéramos asimilar e interiorizar esa gran verdad de que el justo vivirá por su fe, usted y yo podríamos expresar una fe viva en Dios, y podríamos observar cómo Él está actuando detrás de la escena en que tienen lugar los acontecimientos de este mundo. Podríamos ver lo que está sucediendo en el presente en su magnitud total. Y creemos que tanto usted como nosotros, nos sorprenderíamos de la misma manera en que se sorprendió Habacuc, y quizás clamaríamos junto con él por la misericordia y compasión de Dios. Creemos que hay muchos creyentes que están abandonando o ya han abandonado toda acción, quizá toda esperanza por su propio pueblo. Podríamos decir que han capitulado, que se han rendido. ¿No es cierto que todos pensamos así?
Pero, amigo oyente, Dios está actuando. Está actuando en juicio, pero alguien necesita acercarse a Él y clamar: "Señor, en la ira, acuérdate de la misericordia. No te olvides de mostrar misericordia para con nosotros. Nosotros necesitamos mucho de Tu compasión". Cada una de nuestras naciones necesita de la misericordia de Dios. Pero todos nosotros nos estamos comportando con arrogancia, con mucho orgullo, sin compadecernos por la situación de tantos en el mundo actual. A veces nos debemos ver como en un nivel superior, pero al enfrentarnos con las situaciones problemáticas de cada día, somos conscientes de que nosotros también necesitamos que Dios se compadezca de nosotros, porque no debemos olvidar que Dios está actuando, quizás de una forma no perceptible para aquellas personas que no tienen una relación con Dios, pero se está moviendo en medio de las tensiones, conflictos, crisis económicas, situaciones prebélicas y guerras que se estén preparando. Usted recuerda que Miguel de Cervantes dijo en su libro "Don Quijote de la Mancha": "Porque aunque los atributos de Dios son todos iguales, más resplandece y campea a nuestro ver el de la misericordia que el de la justicia". Hasta aquí la cita de Cervantes.
¡Qué cambio más tremendo se produjo en la forma de pensar de Habacuc! Al principio, él estaba preguntando al Señor por qué no hacía algo y estaba perplejo de que Dios permitiera que los Babilonios se salieran con la suya. "¿Por qué permites que ellos se salgan con la suya?" Y ahora, en el relato de este capítulo, estamos viendo que Dios le estaba permitiendo ver que Él, efectivamente, estaba haciendo algo. Y entonces, Habacuc clamó por la misericordia de Dios.
Si nosotros supiéramos realmente las formas en que está actuando Dios en el presente en cuanto al juicio y al castigo, pensamos que este conocimiento haría que muchas personas de todos los pueblos se postraran de rodillas delante del Dios todopoderoso.
Entremos ahora a esta maravillosa oración que tenemos ante nosotros. La oración es en realidad un recital de lo que Dios ha hecho en la historia pasada de este pueblo, y en vista de lo que ha hecho en el pasado, Él va a hacerlo nuevamente en el futuro. Este es el pensamiento que se presenta aquí. Uno puede depender confiadamente de Dios, porque lo que Él ha hecho en el pasado continuará haciéndolo ahora en la actualidad.
El apóstol Pablo nos transmitió esa certeza, esa confianza que tenemos como creyentes, cuando escribió en su epístola a los Filipenses, capítulo 1, versículo 6: "Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo".
Amigo oyente, ¿ha comenzado Dios en usted ha realizar la buena obra? ¿Está usted seguro de ello? Creemos que puede estarlo. Si ha creído en Él como su Salvador y Señor, con toda seguridad, le ha ayudado a usted hasta este instante, ¿verdad? Esto quiere decir que Dios ya ha comenzado una buena obra en usted, y usted puede estar seguro que Él irá perfeccionando progresivamente hasta el día en que Jesucristo venga, hasta cuando Él le tome y le recoja de este mundo. Entonces, al ser transformado, usted llegará a ser como Él es. Esa es la seguridad y el ánimo que nos infunde este salmo del profeta Habacuc. Nosotros pensamos que esta canción del capítulo 3 se puede dividir en tres secciones. Así lo hemos presentado en el Bosquejo que presentamos en la introducción a este libro. En los primeros dos versículos, tenemos la oración del profeta. Luego, comenzando con el versículo 3 y hasta el versículo 16, tenemos el programa de Dios. Después, vemos la posición del profeta expresada en los versículos 17 hasta el 19. Creemos que esta es una división adecuada para explicar mejor la evolución del pensamiento del profeta.
Ahora, hablando de este programa de Dios, creemos que, aunque ninguno es mencionado por nombre, hay tres hombres que podrían haber estado en la mente del profeta, porque este no es un Salmo acerca de lo que algún hombre en concreto haya hecho, sino que es un Salmo sobre lo que Dios ha hecho a través de los hombres. Los hombres no son aquí mencionados por nombre pero creemos que en los versículos 3 al 6 se señaló al patriarca Abraham. Después, en los versículos 7 al 10, podríamos ver a Moisés, y en los versículos 11 al 15, parece estar presenta la figura de Josué, el sucesor de Moisés. Esta es la forma en que nosotros dividiríamos esta sección en particular Pero hay otros que piensan que Moisés se encuentra aludido en la primera sección, (es decir, entre los versículos 3 y 6). Veamos ahora lo que dice el versículo 3 de este capítulo 3 de Habacuc:
"Dios vendrá de Temán, Y el Santo desde el monte de Parán. Selah. Su gloria cubrió los cielos, Y la tierra se llenó de su alabanza."
Ahora, aquí se mencionaron dos ciudades: Temán y Parán. Estas eran ciudades situadas en Edom. Y muchos piensan que esto tiene que ver con los israelitas. Ellos salieron de la tierra de Egipto, pero en realidad, Abraham había llegado allí primero. Recordemos que Abraham fue primero a Egipto.
Luego, tenemos esta interesante palabra "Selah". Esta es una palabra que también encontramos en el libro de los Salmos, lo cual la refuerza la idea de que aquí estamos frente a un salmo. Ahora, hay diferentes puntos de vista en cuanto al significado de esta palabra "Selah". Hay muchos que piensan que es una pausa en la música, un lugar para tomar aliento. Otros opinan que aquí es donde comenzaban a sonar los tambores, y que la música alcanzaba un tiempo crescendo, es decir, un aumento gradual de la intensidad del sonido. Sin embargo, nosotros opinamos que lo que aquí indica es algo que mencionamos anteriormente y que es como una llamada al lector o cantor para que se detenga, mire y escuche. Esto puede observarse muchas veces en los cruces a nivel de ferrocarril. Quizá usted recuerde haber visto justo antes del cruce un anuncio similar. En este texto Bíblico, la intención es que uno reflexione sobre lo que se acaba de leer. Pues bien, esto es lo que significa esta palabra "Selah" en este Salmo.
Dice este versículo 3: "Dios vendrá de Temán y el Santo desde el monte de Parán". El cantor debía detenerse y tomar debida nota de ello. Y el cantor tenía que detenerse y tocar los tambores aquí, al encontrarse con la palabra Selah. Ya hemos dicho que el propósito era llamar la atención a lo que se decía. No creemos que tenga demasiada importancia si estos versículos se referían a Abraham o si se estaban refiriendo a Moisés, porque Dios estaba presente en la vida de estos dos hombres. Aquí tenemos realmente un cuadro realmente hermoso de la gloria y la maravilla de Dios. Dice el salmo: "Su gloria cubrió los cielos, y la tierra se llenó de su alabanza". Y eso no ha tenido lugar aún, pero fue algo cierto en cuanto se refería a Abraham, y a los israelitas, cuando ellos salieron de Egipto; al comienzo hubo alabanzas en sus corazones. Por supuesto, que más adelante, ellos llegarían a quejarse y a lamentarse por el resto de la jornada, pero la gloria de Dios cubrió los cielos en aquellas jornadas.
Creemos que como creyentes, necesitamos tener una viva impresión de la gloria de nuestro Dios, de cuán majestuoso, cuán maravilloso, cuán poderoso, cuán misericordioso es Él. Sigamos leyendo ahora aquí en el versículo 4 de este capítulo 3 de Habacuc:
"Y el resplandor fue como la luz; Rayos brillantes salían de su mano, Y allí estaba escondido su poder."
Todos habremos visto que, cuando sale el sol, se puede observar que aparecen rayos de luz. Bueno, esa es la figura que se nos presenta aquí. Creemos que cuando el Señor regrese a llevar a Su iglesia, esa gloria estará presente. No fue así cuando Él nació en Belén. Pero cuando Él venga a la tierra a establecer Su reino, Su resplandor será como la luz. En la visión del profeta, Él tenía estos rayos brillantes que salían de Su mano. Allí se ocultaba el poder. Es decir, que la gloria de Dios estaba cubriéndole hasta llegar tal punto de que no se le podía ver. La misma gloria de Dios oculta la gloria de Dios. ¡La majestad de Su persona! Esto es algo que los creyentes necesitan reconocer y respetar. Ahora, en el versículo 5 de este capítulo 3 de Habacuc, leemos:
"Delante de su rostro iba mortandad, Y a sus pies salían carbones encendidos."
Estas palabras pueden aplicarse a la época de Moisés en Egipto y a las plagas que tuvieron lugar allí. Pero, también puede aplicarse a Abraham, cuando se tuvo que trasladar a Egipto porque había un hambre muy grande, a causa de la gran mortandad que había en la tierra.
El versículo 6, comienza diciendo:
"Se levantó, y midió la tierra"
Recordemos que Dios le dijo a Abraham que Él le iba a dar esa tierra. Dios la había medido. En Deuteronomio, capítulo 32, versículo 8, leemos: "Cuando el Altísimo hizo heredar a las naciones, cuando hizo dividir a los hijos de los hombres, estableció los límites de los pueblos según el número de los hijos de Israel". Lo que leemos aquí fue un hecho sorprendente y de grandes alcances. Y ahora, leamos el versículo 6 completo, que dice:
"Se levantó, y midió la tierra; Miró, e hizo temblar las gentes; Los montes antiguos fueron desmenuzados, Los collados antiguos se humillaron. Sus caminos son eternos."
¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Este Salmo o canción que hemos estado considerando hoy es verdaderamente majestuoso, amigo oyente. Pero, vamos a detenernos aquí en esta ocasión y continuaremos nuestro estudio en nuestro próximo programa.
Mientras tanto, le sugerimos leer todo este capítulo 3 de la profecía de Habacuc, para ampliar su propio estudio y para que pueda estar familiarizado con el contenido del mismo. De esta manera, al acercarnos al final del libro iremos completando nuestro estudio de la interesante personalidad del profeta Habacuc, que con sus preguntas a Dios, se identificó con las nuestras, al contemplar a nuestro alrededor el mundo en que vivimos. Su estudio es una verdadera inspiración para que cuando nos dirijamos a Dios en oración, nos acerquemos a Su presencia con confianza, sabiendo que Él responderá nuestras preguntas a Su tiempo y, de ésa manera, nos infundirá consuelo y estímulo para continuar enfrentando las contradicciones que frecuentemente se presentan.Le esperamos, pues, para continuar juntos nuestro recorrido "a través de la Biblia."
Estudio bíblico de Habacuc 2:12-20
A modo de repaso, recordemos que en el versículo 2 encontramos al profeta con muchas preguntas en su mente y corazón. Habacuc necesitaba respuestas a sus preguntas y para ello se dirigió a la torre del vigía, y allí, en soledad y quietud, Dios le habló. Dios le comunicó pensamientos profundos y le reveló su plan y propósito para la humanidad; un plan de acción que abarca la existencia y el destino eterno del ser humano. Dios le reveló que tenía un plan por medio del cual Él iba a salvar al ser humano; que había provisto un Salvador que iba a pagar con su vida la culpa y el pecado que separaba a los seres humanos del Dios santo y justo, aunque lleno de amor. Desde antes que Dios creara alguna cosa física, todavía antes de la creación del hombre, Dios tenía pensamientos de paz y redención para la raza humana.
Aunque no sabemos la fecha exacta, sí sabemos que la raza humana ha existido en esta Tierra desde hace unos cuantos miles de años. Las civilizaciones se han sucedido una tras otra; algunas más brillantes dejaron un rico legado a la posterioridad que nos facilita la comprensión de esa cultura en particular, pero de otras, apenas quedan algunos restos arqueológicos. El ser humano no ha estado en la Tierra por mucho tiempo, pero lo que sí sabemos que toda la raza humana puede elegir entre dos caminos, o dos direcciones. Esto es lo que vio este profeta Habacuc.
Recordemos que en nuestra lección anterior hablamos de dos grupos de personas, soberbias, auto-suficientes y orgullosas que tratan conseguir, por su propia fuerza, todo lo que deseen, aquí en esta Tierra. Estas personas habían rechazado a Dios, estaban en rebelión contra Él, y no prestaban ninguna atención a su alma sedienta y angustiada. Dios era irrelevante para estas personas, y pensar y actuar de ese modo, sólo las llevaba por el camino de la destrucción.
Pero, también estudiamos acerca de otro camino. Y ese camino era que "el justo por la fe vivirá"; la fe personal en el Salvador, que murió en la cruz, pero resucitó al tercer día, tal como había prometido, para regalarnos la vida eterna, como hijos de Dios.
Ahora, cuando la vida del ser humano transcurre por el otro camino, un camino que, por su propia voluntad, se aleja de Dios, Dios le juzgará por ello. No tanto por haber tomado un camino equivocado, sino porque consciente y voluntariamente esa persona ha decidido no dejar espacio, ni lugar, para Dios en su vida diaria. Lamentablemente, al final de ese camino le esperarán muchos lamentos, o "ayes", como los que experimentó la nación de Babilonia.
Leemos acerca del primer "ay" en el versículo 6 de este capítulo 2 de Habacuc. Esta nación se había apoderado por la fuerza de territorios, personas y objetos que no le pertenecían, ni tenía derecho a reclamar. Ejercieron la fuerza brutal, disfrutaron al ejercer la violencia, y abusaban de pueblos más débiles porque encontraban placer en la agresión y el abuso. Por ello, Dios los juzgaría.
Luego, tenemos el segundo "ay", que se refiere a la codicia. Ellos codiciaban todo. Y Dios los castigaría por eso.
El tercer lamento o "ay", fue porque aquello que habían obtenido, lo habían logrado por medio de la violencia y la brutalidad. Y Dios les juzgaría por eso. Ya vimos esto en el versículo 12 de este capítulo 2.
El cuarto "ay", fue por las borracheras y la inmoralidad. Vamos a leer una vez más los versículos 12 y también el versículo 13, de este capítulo 2 de Habacuc:
"¡Ay del que edifica la ciudad con sangre, y del que funda una ciudad con iniquidad! ¿No es esto del Señor de los ejércitos? Los pueblos, pues, trabajarán para el fuego, y las naciones se fatigarán en vano."
Pensemos por unos momentos, amigo oyente, en todos los esfuerzos inútiles que muchas de las grandes naciones del pasado han realizado. En lugar de edificar, dedicaron más tiempo a destruir. Por ejemplo, contemplemos a Grecia. Todavía existen ejemplares maravillosos de su arquitectura, de las perfectas estatuas, la filosofía, el arte y la literatura que tanto influenciaron a la humanidad, y sin embargo, los griegos dedicaron más tiempo a la destrucción al convertirse Alejandro Magno en su líder. Cuando este guerrero se dirigió con inmensos ejércitos hacia el Asia, destruyó una ciudad tras otra, una civilización tras otra. Eso fue lo que más destacó de este famoso personaje. Eso fue lo que señaló o hizo destacar a Babilonia también, la nación que aquí se menciona específicamente. Luego, en el versículo 15 de este capítulo 2 de Habacuc, podemos leer:
"¡Ay del que da de beber a su prójimo! ¡Ay de ti, que le acercas tu hiel, y le embriagas para mirar su desnudez!"
Esta borrachera fue un poco diferente a la que se mencionó en el versículo 5. Allí Dios dijo que el hombre dado al vino era traicionero. Pero lo que estaba diciendo aquí era algo realmente trágico: "¡ay del que da de beber a su prójimo!" Es decir, que el alcohol se utilizó como un método para llevar a las personas a cometer actos inmorales, que tienen como consecuencia el derrumbamiento de la moralidad. En una sociedad que ejercía esas prácticas, los hombres cometían una serie de faltas que podemos llamar "pecados", como por ejemplo la falta de honradez, el desconocimiento de la verdad, o intentar cambiarla, para un provecho personal.
Ésa es la condenación que tenemos en este versículo. El profeta les acusó de emborrachar a la gente, y de pervertir a sus semejantes con el fin de convertirles en personas adictas a la bebida y en alcohólicos de por vida.
Es cierto que muchos jóvenes han caído en las redes del alcoholismo y las drogas por los ejemplos que vieron, primeramente en su hogar, pero también por seguir la corriente a los demás, a sus amigos, por el deseo de ser aceptados en su grupo, para no ser distintos o diferenciarse de los demás. La falta de comunicación, de mantener un diálogo abierto y franco entre los padres con sus hijos son en la mayoría de los casos la causa por la cual los adolescentes y los jóvenes terminan en situaciones lamentables que podrían haberse evitado. Por falta de un modelo adecuado de un padre o madre, que mantengan abiertas las líneas de comunicación, con actitud firme, pero cariñosa, con tiempo e interés genuino en los problemas de sus hijos; por carecer de esas expresiones de afecto, muchos jóvenes toman decisiones equivocadas que sólo les crearán problemas, tristezas e inestabilidad personal. La mayoría de los jóvenes problemáticos son la consecuencia de un hogar en ruina, por falta de comprensión, amor, respeto y disciplina ejercida con madurez y criterio por padres interesados en el bienestar de sus hijos. Cuántos padres colman a sus hijos de "cosas materiales", pero se olvidan de darle cariño y tiempo. Un abrazo cariñoso a tiempo puede evitar muchos males. ¡Cuánta responsabilidad el ser padre o madre! Y como nadie nos enseña a ser buenos padres o madres, aunque leamos buenos libros y consultemos a profesionales, sin embargo, podemos acudir a nuestro Padre Celestial, y pedirle los necesarios consejos, y también la sabiduría que nos falta, para no cometer equivocaciones en la correcta formación de nuestros hijos.
Regresamos a Habacuc. Podemos imaginarnos que no debe haber sido muy popular en Babilonia, adonde había llegado su profecía. Sus habitantes descubrieron que Dios condenaba la embriaguez, pero también juzgaba a aquellos que las inducían y fomentaban. Leemos el versículo 16 de este capítulo 2 de Habacuc:
"Te has llenado de deshonra más que de honra; bebe tú también, y serás descubierto; el cáliz de la mano derecha del Señor vendrá hasta ti, y vómito de afrenta sobre tu gloria."
La vida de un alcohólico es un infierno, y afecta a todos aquellos que le rodean. Muchas veces esa condición, esa enfermedad, rompe el matrimonio, destruye el hogar, crea situaciones económicas insostenibles, y sobre todo, provoca un sufrimiento en los hijos que los marcará para toda la vida. Habacuc advirtió, en nombre de Dios, sobre las consecuencias de ese comportamiento. Sigamos con el siguiente versículo 17, y leemos:
"Porque la rapiña del Líbano caerá sobre ti, y la destrucción de las fieras te quebrantará, a causa de la sangre de los hombres, y del robo de la tierra, de las ciudades y de todos los que en ellas habitaban."
La violencia es otro de los frutos por la ausencia de Dios en una vida, en una sociedad, en una cultura. Dios pone Su código moral y ético en aquellos que Le buscan, Le obedecen y Le aman. Su ley de justicia, paz, amor y respeto pueden cambiar a la persona, y por lo tanto, también a la sociedad. ¡Cuántos dramas y tragedias se podrían evitar si se observaran las leyes de Dios! Leamos ahora, los versículos 18 al 20 de este capítulo 2 de Habacuc:
"¿De qué sirve la escultura que esculpió el que la hizo? ¿La estatua de fundición que enseña mentira, para que haciendo imágenes mudas confíe el hacedor en su obra? ¡Ay del que dice al palo: Despiértate; y a la piedra muda: Levántate! ¿Podrá él enseñar? He aquí está cubierto de oro y plata, y no hay espíritu dentro de él. Mas el Señor está en su santo templo; calle delante de él toda la tierra."
Aquí tenemos el quinto lamento. Ésta es la condenación de Dios para el mayor pecado de todos. El mayor pecado contra Dios es la idolatría, amigo oyente, el sustituir a Dios por cualquier ídolo, que ocupe el lugar de Dios en nuestra vida. Ése es el peor de los pecados, el que más le duele y ofende a Dios.
Señalábamos esto cuando estudiamos el libro de Isaías, y también lo mencionamos por primera vez, hace algún tiempo, al estudiar el libro de Jueces, porque en ambos se presenta un gran principio de gobierno.
Debemos destacar los tres pasos que observamos como una pauta en la caída o el declive de una nación. En primer lugar, siempre hubo una apostasía religiosa o espiritual. El siguiente paso, como consecuencia de la ausencia espiritual, fue el decaimiento de la moralidad de la sociedad. Y en tercer lugar, como una reacción en cadena, se produjo una anarquía política. Esos son las tres fases o etapas por medio de las cuales algunas naciones desaparecieron de la escena de la historia humana. Parece haber un patrón de conducta de ciertos pueblos que los llevó al ocaso y al final de su existencia. Amigo oyente, el problema principal nunca fue la anarquía política. El problema principal tampoco parece que habría sido la falta de moralidad. A pesar de lo negativo y destructivo que puedan resultar esas circunstancias, la verdadera raíz del problema era el vacío espiritual, o religioso, el no haber conocido al Dios vivo y verdadero, ni haber mantenido una relación personal con Él, o como en el caso de Israel, el apartarse de Dios, a pesar de conocerle y haber experimentado Su poder, amor y justicia.
Lamentablemente esto está sucediendo en la actualidad con muchas naciones del mundo. No somos los únicos en hacer esta afirmación. Un eminente profesor de historia universal indicó hace algún tiempo que "los sueños de las naciones se desvanecen en medio de realidades aterradoras y en medio de señales visibles de una decadencia en nuestra sociedad contemporánea". Un periodista renombrado escribió "en público hablamos con optimismo sobre el brillante futuro que nos aguarda, lleno de promesas de nuevos y asombrosos descubrimientos científicos, pero, en conversaciones privadas hablamos más de las terribles amenazas que nos aguardan a causa del grave problema ecológico y los cambios climáticos que agravarán los ya terribles problemas sociales y económicos del Tercer Mundo". Los sociólogos, psicólogos y psiquiatras ya se pronuncian sobre la moralidad y cuestionan la ética de nuestra sociedad moderna, hedonista, consumista, y muy egoísta.
Éste es el cuadro, ésta es la historia de la caída de las naciones. Y esto es lo que nos alarma porque es un gran principio que ha sido señalado por Habacuc en la Palabra de Dios. La profecía de Habacuc fue cumplida en la decadencia y desaparición de la nación de Babilonia, porque se mantuvo apartada del Dios vivo y verdadero.
Hemos comentado en algunos programas, que la idolatría significa el adorar o el inclinarse ante ídolos, pero no todos los ídolos son visibles o hechos de algún material. En realidad la palabra idolatría también se refiere a todo aquello que ha llegado a ser importante e imprescindible en nuestra vida. Hay muchas personas, por ejemplo que viven y se desviven por y para el dinero, la acumulación de bienes materiales. Y eso también es una forma de idolatría, porque ha llegado a ser su motivo principal de vida. Hay muchas personas, hombres y mujeres que viven sólo buscando placer, que en una medida desproporcionada adoran al sexo, las drogas y las relaciones fortuitas. Éstos son solamente algunos ejemplos pero, amigo oyente, cualquier cosa a la que usted se entregue, cualquier cosa que tome todo su tiempo, absorbe toda su energía, pensamiento, sentimiento, o es su razón de vida, es posible que haya llegado a ser su dios, su ídolo. Y eso es lo que Dios condena. Dios dijo que es un Dios celoso. Dios dijo: "Yo te he creado. Yo te he formado y redimido". Y Dios anhela y desea que nos acerquemos a Él. Lo más destructivo y nefasto que una persona puede hacer es dar la espalda a Dios. El profeta Habacuc concluyó este capítulo 2 con el versículo 20:
"Mas el Señor está en su santo templo; calle delante de él toda la tierra."
Creemos que se estaba refiriendo al futuro, cuando el Señor regresará por segunda vez a esta Tierra, cuando Él ocupe Su santo templo. Será entonces, cuando toda la tierra se inclinará ante Él. Todo el conocimiento que actualmente poseemos, todo el encanto, el atractivo y el placer, todo desaparecerá. Pero, todavía Él está allá en el cielo, a la diestra del Padre, intercediendo por cada uno de nosotros. Que diferente sería nuestro mundo si los hombres, la humanidad le reconociera a Él y se inclinara ante Él. Cuántos problemas se resolverían en paz y armonía. Habría justicia para todos, y paz entre los pueblos. Si la humanidad pudiera aceptar y reconocer al Príncipe de Paz, si aprendiéramos a quedarnos callados y en espera delante del Dios Todopoderoso, nuestro planeta conocería lo que siempre estuvo en la mente y el corazón de Dios: la presencia cercana y amorosa del Creador del Universo, del Padre Celestial, tierno y preocupado, del Amigo fiel e incondicional, y sobre todo, el perdón total y completo del Salvador que se entregó por cada uno de nosotros. Amigo oyente, Jehová está en Su santo templo, calle delante de Él toda la tierra.
Recordemos por un momento el Salmo 2, que comienza con una pregunta: "¿Por qué?" Y esta es la pregunta que volvemos a encontrar aquí: "¿Por qué?" El Salmo 2 dice: "¿Por qué se amotinan las gentes, y los pueblos piensan cosas vanas"? ¿Por qué ese gran clamor? ¿Por qué toda esta protesta? La humanidad está lejos de Dios, se ha olvidado de que Dios está en los cielos, esperando la oportunidad para intervenir en la historia. Dios sí está en el cielo, pero está preocupado por todos los males de este nuestro mundo, porque el ser humano no quiere tener una relación personal con Él. Ése es el gran problema, el causante de todos los demás males y aflicciones que padecemos: el problema de la falta de relación del hombre con Dios. Ésa es la única alternativa, la única salida. Recordemos que: El justo por su fe vivirá.
Estudio bíblico de Habacuc 2:4-12
Ahora, todavía no hemos terminado de considerar lo que este versículo nos enseña. Pensamos que presenta un tema tan extenso que abarca toda la Escritura y señala una gran base de la Biblia para la salvación que Dios provee. Este versículo 4 dice:
"He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá."
Aquí se nos presentan dos tendencias de la humanidad. Mejor dicho, este versículo divide a la humanidad en dos grupos. Uno de los grupos está compuesto por personas que están viviendo basadas en sus propias fuerzas, en su propia habilidad y recursos, lo cual implica la presencia del orgullo. Piensan que sus propios méritos las hacen aceptables ante Dios. En realidad, algunas de estas personas podrían dar la impresión de que Dios se complace en poder contar a su lado con personas como ellas, lo cual, por supuesto, no es cierto, aunque ellas, en realidad, en su interior piensan que es así. Y éste es un camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte (como podemos leer en Pro. 14:12). Éste es el camino que conduce a la destrucción. Y aquí el profeta ofreció la imagen de un ser humano, simplemente lleno de orgullo, cuya alma no es recta ante Dios. Y esto es precisamente lo que le lleva a la destrucción.
El Señor Jesucristo presentó estos dos caminos. El otro, es el camino de la fe, y se explica en la frase "El justo por la fe vivirá". Es decir, que esa persona ha recibido vida, vive su existencia impulsada por la fe, y entrará a la eternidad por medio de la fe en su Salvador y Señor, no basándose en su propia habilidad, ni en la fortaleza o en la habilidad de otra persona.
El Señor Jesucristo lo expresó de la siguiente manera, en el capítulo 7 del evangelio según San Mateo, versículo 13, donde dijo: "Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición", y el punto realmente sobresaliente fue expresado por el Señor de la siguiente manera: "y muchos son los que entran por ella". Este fue llamado el camino ancho. Y aquí podríamos compararlo a un embudo. El camino es muy amplio donde uno entra, espacioso, pero uno llega solamente a un lugar, que es la destrucción. Y ésa es la historia del pecador. Es como cuando uno se acerca a un paso muy estrecho o a una garganta profunda entre dos altas montañas. Uno puede estar en un lugar amplio, pero a medida que se acerca a estas dos montañas, el camino se hace cada vez más angosto. Esta es la imagen que tenemos aquí. El camino es muy amplio a la entrada. Pero se va haciendo cada vez más angosto y finalmente, termina en la destrucción.
Hablando en cuanto al otro camino, el Señor Jesucristo también dijo: "Porque estrecha es la puerta". Ahora, en este caso, la puerta es muy angosta; y es angosta y estrecha en el sentido de que el Señor Jesucristo mismo dijo: "Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí". (Juan. 14:6). Vemos que la entrada ha quedado limitada nada más que a Él, a una persona. Él es el camino. Él no solo muestra el camino. Él es el camino. Y, amigo oyente, o usted tiene a Cristo, o no lo tiene. O usted confía en Él, o no confía en Él. Y eso no tiene nada que ver con realizar cierta ceremonia, o con el prometer hacer ciertas cosas, o a expresar un testimonio de fe públicamente en un servicio religioso, o algo por el estilo. Ni siquiera está relacionado con el unirse formalmente a una iglesia. Tiene que ver con su relación personal con Cristo Jesús. Esta es la razón por la cual esta puerta es estrecha. Dios ha limitado al mundo a una cruz, y Él pregunta a cada ser humano: "¿Qué harás con mi Hijo que murió en la cruz por ti?" Como está escrito en Mateo 7:14, "Porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan". Recordando la comparación o ilustración anterior, podemos notar que ese embudo ha sido invertido. Uno entra por la parte angosta. Cristo es el camino. Pero al entrar por Él, uno ve que el sendero no se hace cada vez más angosto, sino que, por el contrario, se amplía. Conviene recordar que el Señor Jesucristo dijo: "Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia". (Juan. 10:10). Amigo oyente, ésa es la libertad que recibe la persona que es salva.
Ahora, tomemos a dos clases de personas, y en este pasaje de las Escrituras que vamos a considerar; tenemos por un lado al hombre que, sin darse cuenta, se ha implicado de manera constante en el uso de las bebidas alcohólicas, o en las drogas. Él dice que uno puede beber o dejar de beber cuando quiera; pero eso lo dicen muchas personas que, en realidad, ya no quieren dejar de beber o drogarse. Esta clase de personas, al fin, llegan a descubrir que se encuentran en un camino del cual no pueden salir, y la única alternativa que pueden encontrar es la de implicarse cada vez más en abusos que poco a poco a poco van destruyendo su salud.
Por otra parte, tenemos al creyente. Él pasó por la puerta estrecha, y confió en Cristo como su Salvador. Esta persona debe continuar avanzando por ese camino, en el cual todas las dimensiones se van ampliando. Ahora, Si usted quiere vivir realmente una vida de calidad espiritual, una vida cada vez más abundante, entonces tiene que continuar, por la fe, creciendo en el conocimiento de Cristo. Esta es la maravilla y la gloria de este versículo que tenemos aquí. No nos sorprende entonces que estas palabras sean la base o el fundamento que se encuentra en la base de las epístolas a los Romanos, a los Gálatas, y también a los Hebreos.
Ahora, esto fue lo que Dios le había dicho al profeta Habacuc. Él le dijo: "Tú tienes algunas preguntas, y yo las he contestado. Esto no te ha complacido totalmente. Pero tú puedes confiar en mí. Tú puedes confiar en que lo que yo he hecho en el pasado ha sido lo correcto. Y lo que estoy haciendo en el presente, también es correcto. Y tú puedes confiar en mí, porque lo que voy a hacer en el futuro, será algo correcto y apropiado, porque Yo estoy en control del presente, y del futuro". Ahora, con eso en mente, amigo oyente, podemos todos formularnos la famosa pregunta expresada por el apóstol Pablo en su carta a los Romanos 8:28: "¿Quién acusará a los escogidos de Dios?" ¿Quién puede acusarnos si hemos confiado en Cristo? Porque, también añadió el apóstol: "Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a Su propósito son llamados."
Por lo tanto, Dios le estaba diciendo a Habacuc, que Él se encargaría de los babilonios oportunamente. Él señaló aquí la base sobre la cual Él los iba a juzgar. Dios le estaba diciendo: "Dame tiempo y Yo me ocuparé de ellos; Yo voy a utilizarlos a ellos ahora para juzgar a mi pueblo. Pero después, les juzgaré a ellos también, y los juzgaré en una base justa y santa. Y estaré justificado en lo que haga". Tenemos ahora cinco lamentos o "ayes" que presentó el profeta aquí, de forma sintomática y ordenada como cualquier tema que uno puede encontrar en las Escrituras.
Se nos dice que los próximos dos capítulos de Habacuc, este segundo y el tercer capítulo, son como un Salmo. Y realmente, cada uno de ellos, debe considerarse como un Salmo. Hasta se les podría poner música. Escuchemos lo que Habacuc dijo en el versículo 5. El profeta estaba hablando aquí en cuanto a los babilonios. Y ellos, en este momento, no eran la gran nación que llegarían a ser más adelante en la época del profeta Daniel. Aquí tenemos la primera acusación: que ellos se habían dejado controlar por el vino, destacando también que el hombre de Babilonia era un hombre muy orgulloso. Leamos este versículo 5, que dice:
"Y también, el que es dado al vino es traicionero, hombre soberbio, que no permanecerá; ensanchó como el Seol su alma, y es como la muerte, que no se saciará; antes reunió para sí todas las gentes, y juntó para sí todos los pueblos."
Babilonia llegó a ser la primera gran potencia mundial. Este era el objetivo que ellos estaban buscando. Y esto fue lo que llegaron a ser. Y esta ha sido la filosofía de muchas grandes naciones alrededor del mundo, la de actuar con el mismo propósito, de que algún día llegaran a gobernar al mundo entero. Algunas naciones lo han intentado interviniendo en los asuntos internos de varios países, cuando no deberían haberlo hecho. Ellos tenían una filosofía que los llevaba a creer que su destino era gobernar a todo el mundo. Pensaban que eran capaces de hacerlo. Y se llenaron de orgullo. Y, entre otros pecados, eran culpables de este pecado de la embriaguez.
Ya hemos visto esta situación en varias ocasiones. La encontramos cuando estudiábamos los libros de Amós y Joel, y también estaba expresada en el libro de Nahúm; y ahora, otra vez aquí en Habacuc: se describió a una sociedad controlada por la embriaguez y otras prácticas o costumbres relacionadas con ella, y fue un factor importante en la caída de grandes naciones. Nahúm presentó de una manera muy clara, que fue la embriaguez y sus consecuencias, lo que hizo caer a Asiria. También fueron los mismos factores los que obligaron a Dios a enviar al reino del norte a la cautividad. Y Habacuc estaba diciendo aquí que era la embriaguez lo que haría que Dios destruyera totalmente a ese gran reino babilónico. Es decir, que la embriaguez y sus tremendas secuelas en la mente y en las acciones de gobernantes y gobernados de un pueblo, conducía a pueblos enfermos a su propia destrucción.
Eso fue lo que caracterizó a Babilonia. Y si usted lee el capítulo 5 del libro de Daniel, el cual estudiamos no hace mucho tiempo, recordará que el rey Belsasar hizo una fiesta. Y ésa fue la noche en que cayó Babilonia. ¿Por qué? Porque tanto el rey como sus príncipes estaban todos dominados por los efectos de la bebida, en una noche de desenfreno y embriaguez, aunque ellos se sentían completamente seguros dentro de su ciudad. Ah, pero eso fue un factor importante en la caída de Roma. Cerca de la ciudad de Roma, a unos 25 kilómetros en la costa, se encuentra la localidad de Ostia, en la desembocadura del río Tiber. Ésa era una localidad que los romanos utilizaban para divertirse. Las ruinas en ese lugar revelan que los romanos se entregaban allí al desenfreno, la embriaguez, y a toda clase de vicios. Y esta desintegración de la sociedad los debilitó ante sus enemigos y provocó la caída de ese imperio.
¿Cuánto tiempo puede durar una nación en esa situación? Fue como si Dios le hubiera dicho a Babilonia: "Ese es tu problema. Tu descontrol, desenfreno y embriaguez te ha llevado al orgullo, a la soberbia y te ha hecho como el Seol, como la muerte, que quiere devorarlo todo". Recordemos que en el libro de Proverbios, capítulo 30, versículos 15 y 16, dice: "La sanguijuela tiene dos hijas que dicen: ¡Dame, dame! Tres cosas hay que nunca se sacian; y aun la cuarta nunca dice: ¡Basta! El Seol, la matriz estéril, la tierra que no se sacia de aguas, y el fuego que jamás dice: ¡Basta!" Y Habacuc estaba utilizando aquí la misma expresión, diciendo que muchas personas nunca llegan a saciarse, que son como el Seol, que nunca está satisfecho. Que siempre quiere seguir ensanchando sus límites. Siempre siguen expandiéndose, y nunca llegan a quedar satisfechos.
Amigo oyente, en algunas épocas, los negocios tienen que expandirse, ya sea en tiempos de prosperidad, o incluso de recesión, para poder sobrevivir. Cada año tiene que ser mejor que el anterior. Pero recordemos estas palabras: "Como el Seol, y es como la muerte, que no se saciará". Y eso es lo que impulsa la vida de muchas personas en el presente. Eso fue lo que hizo caer a Babilonia. Dios dijo que Él los estaba juzgando a ellos por esta conducta destructiva. Ahora, el profeta presentó aquí estos cinco lamentos, estos cinco "ayes", de manera específica. Y en el versículo 6, leemos:
"¿No han de levantar todos éstos refrán sobre él, y sarcasmos contra él? Dirán: ¡Ay del que multiplicó lo que no era suyo! ¿Hasta cuándo había de acumular sobre sí prenda tras prenda?"
Estas palabras aparentemente tienen que ver con el firmar una garantía. Una cosa es comprar una propiedad y pagar por ella, pero otra cosa bien diferente, es apoderarse de ella por la fuerza. El primer "ay" o lamento es un proverbio sarcástico contra Babilonia de parte de Dios contra esta nación por querer más y por la ambición de apoderarse de aquello que no le pertenecía, despojando a otros pueblos más débiles.
Amigo oyente, Dios ha dispuesto que en el presente el hombre se gane la vida por medio del sudor de su frente, es decir, con su propio esfuerzo, y si usted no se está ganando la vida de esa manera, entonces alguna otra persona lo está haciendo por usted; porque usted no puede ganárselo de ninguna otra forma. La forma en que Babilonia quería enriquecerse consistía en que otra persona hiciera el trabajo. Así que se apoderaban de otros pueblos por la fuerza, para apropiarse de su mano de obra y recursos económicos. Y este es el primer lamento que tenemos aquí, el primer "ay". Dios dijo que Él los va a juzgar por esos tremendos abusos. Él quería que supiéramos que Él es recto y justo en actuar de esa manera. Y aquí en el versículo 7, leemos:
"¿No se levantarán de repente tus deudores, y se despertarán los que te harán temblar, y serás despojo para ellos?"
Dios estaba diciendo: "¿No sabes acaso que todo lo que el hombre sembrare, eso también segará? Tú le vas a quitar algo a alguna nación, y alguna otra nación, después te lo va a arrebatar a ti". Y así fue como los medos y los persas, llegaron a ser una gran nación, y con el tiempo se apoderaron de Babilonia. Ellos, de forma astuta, llegaron de noche, mientras las autoridades estaban dedicadas a sus placeres, desviaron las aguas del río Éufrates que pasaban a través de la ciudad, y por allí se introdujeron los ejércitos y la destruyeron.
Amigo oyente, usted sabe que el ser humano es, por naturaleza, cruel y codicioso. Y llegamos así al final del primer lamento, aquí en el versículo 8, que nos describe las consecuencias, y dice:
"Por cuanto tú has despojado a muchas naciones, todos los otros pueblos te despojarán, a causa de la sangre de los hombres, y de los robos de la tierra, de las ciudades y de todos los que habitan en ellas."
Y en el versículo 9, tenemos el segundo lamento, el segundo "ay" o lamento;
"¡Ay del que codicia injusta ganancia para su casa, para poner en alto su nido, para escaparse del poder del mal!"
Ahora, debemos decir que debemos codiciar, es decir, en el sentido de anhelar tener las cosas mejores, los mejores dones espirituales. Creemos que un creyente debería tener el deseo de querer agradar a Dios. Nos referimos a esa clase de deseo. Pero lo que se menciona aquí por supuesto, era algo malo, porque consistía en codiciar aquello que no le pertenecía a aquel pueblo. El codiciar la propiedad del vecino, codiciar la esposa del vecino; codiciar la riqueza del vecino, está prohibido en la Biblia. Y a continuación leemos aquí en los versículos 10 y 11 de este capítulo 2 de Habacuc:
"Tomaste consejo vergonzoso para tu casa, asolaste muchos pueblos, y has pecado contra tu vida. Porque la piedra clamará desde el muro, y la tabla del enmaderado le responderá."
Recordemos lo que sucedió cuando los fariseos querían que el Señor Jesucristo hiciera callar a las multitudes, aquel día en que Él estaba entrando a Jerusalén de manera triunfal. La multitud alegre daba grandes voces por todas las maravillas que había visto. Y el Señor respondió que si ellos se callaban, - es decir, que si la multitud se callaba - entonces las piedras clamarían. En el evangelio según San Lucas, capítulo 19, versículos 39 y 40, leemos: "Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. Él, respondiendo, les dijo: Os digo que si estos callaran, las piedras clamarían". Y la persona de Jesús y su mensaje se difundirían de las más variadas maneras por todas partes, aunque Sus testigos enmudecieran. Y así llegamos al tercer "ay" que se menciona aquí en el versículo 12 de este capítulo 2 de Habacuc, donde leemos:
"¡Ay del que edifica la ciudad con sangre, y del que funda una ciudad con iniquidad!"
Esta escena nos describe el asesinato y el robo, utilizando el crimen y la violencia. Ese es el método que Babilonia estaba utilizando para la destrucción. Y era el método de la guerra.
Amigo oyente, si de manera objetiva observamos a la humanidad en su historia, podemos llegar a la conclusión de que el ser humano sufre de ciertas formas de enajenación, por la forma en que ha vivido en esta tierra, por la manera en que se comporta. Se ve controlado por el pecado, tiene una naturaleza pecaminosa. Así es que, ni siquiera puede dirigir su propio camino en la vida, de modo que siempre piensa que está haciendo lo correcto. Y nunca ha habido una guerra donde los que en ella luchan, no hayan pensado que no estaba justificada. Amigo oyente, en este pasaje Bíblico tenemos la condenación de Dios para Babilonia, y aquella lejana situación del pasado, la podemos aplicar a nuestra propia época, no importa en qué parte del mundo nos encontremos.
Estudio bíblico de Habacuc 2:4
Estamos en el capítulo 2, y vamos a considerar lo que nos dice el versículo 4. En nuestro programa anterior dijimos que éste es uno de los versículos más importantes de las Escrituras. Es el versículo clave para este breve libro de Habacuc. También lo encontramos citado en tres de las grandes epístolas doctrinales que tenemos en el Nuevo Testamento. Vamos a leer entonces el versículo 4 del capítulo 2 de Habacuc, que dice:
"He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá."
Este versículo presenta el tema central de la Biblia; el propósito mismo de la vida y de la muerte se describe aquí. Se nos presentan los dos caminos que están abiertos para la humanidad. Hay varios aspectos que debemos señalar de este versículo que son de suma importancia.
El profeta mencionó aquí los dos grupos de personas que existen en el mundo. Ante Dios, la humanidad está dividida en dos grupos. Están los seres humanos "perdidos" y aquellos que son "salvos". Aquellos que han confiado en Dios, que han creído en Dios y aquellos que no han creído en Dios. Para decirlo de una manera más gráfica, de un lado están los santos, los creyentes, y del otro, los que no lo son. Y esto crea una división, o una separación muy marcada entre estos dos grupos de personas.
Veamos lo que el pasaje bíblico nos trata de enseñar. Leemos que Habacuc tenía que ir a su torre de vigía, y que allí debía esperar un mensaje, en realidad, sería el gran mensaje de Dios para el profeta. Ese mensaje explicaría Su trato, es decir, el trato, o la manera de obrar de Dios con los individuos; el mensaje explicaría la forma que tiene Dios de tratar con las naciones. Éste es uno de los grandes principios que Dios señaló en este pasaje. En realidad, se trata de un axioma de la Biblia.
Como usted bien sabe, amigo oyente, cuando se estudia geometría, se aprenden ciertos axiomas que el estudiante debe aceptar. No se trata de comprobar. Por ejemplo, se le dice a un estudiante que una línea recta es la distancia más corta entre dos puntos. Bueno, eso puede ser comprobado con un problema geométrico. Pero es un axioma. Y a uno siempre se le permite hacer esa declaración, sin necesidad de comprobarla. El estudiante tiene que probar todo lo demás, pero esa parte no es necesaria probarla. También en la Biblia, en la Palabra de Dios, hay ciertas declaraciones que son grandes axiomas. Y aquí tenemos uno de ellos. Escuchemos lo que dice la primera parte del versículo 4 de este capítulo 2 de Habacuc:
"He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece"
Aquí el profeta habló de un grupo de personas. Este es el grupo de los orgulloso, aquellos que tratan de lograr su propia salvación. Estas personas viven nada más que para el día de hoy. "Comamos y bebamos que mañana moriremos", es su lema de vida. Ellos piensan que la vida se acaba aquí, en la Tierra y por eso no tienen ningún propósito trascendente, no tienen ningún objetivo en la vida. Así es como se nos presenta esto aquí: "He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece". Esta persona auto-suficiente y orgullosa está equivocada. Esta persona se encuentra en el camino equivocado; está siguiendo un sendero erróneo. "Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte", nos dice Proverbios 14:12.
Las Escrituras, la Biblia, nunca habla mucho en cuanto a "los perdidos", como usted ya habrá notado. Recordemos que el Señor Jesucristo mencionó una historia que hablaba de un hombre rico y a un hombre pobre, llamado Lázaro. Él habló acerca de la muerte de ambas personas. El Señor Jesucristo dijo: "Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado". (Lucas 16:22). En cuanto a la muerte de Judas, el discípulo que le traicionó y más tarde se suicidó, se nos dice que se fue a su propio lugar. La clase de vida, amigo oyente, que conduce a una eternidad sin Dios, sin perdón, ni esperanza, es una vida vivida alejada de Dios, despreocupada y superficial, y ésa es la que lleva a la condenación eterna.
Ahora, el otro grupo está formado por aquellos que han sido salvos por la fe en Jesucristo, el Hijo de Dios que vino a morir en una cruz, para expiar, para "pagar", la deuda que teníamos con Dios. Estos hijos de Dios, renacidos y redimidos viven sus vidas como si de una carrera se tratara. Una carrera con muchos obstáculos, privaciones, dura y difícil muchas veces, pero con las expectativas de llegar a la meta, que es el encuentro con Dios, en los Cielos, y estar con Él por toda la Eternidad. Los creyentes vamos transitando por el camino de la vida hacia el encuentro con el Padre Celestial, en la esperanza de llegar a un conocimiento completo de Cristo. El Apóstol Pablo escribió en su Primera Epístola a los Corintios, capítulo 13, versículo 12: "Ahora, vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré como fui conocido". Nosotros hoy no tenemos todas las respuestas, pero "andamos por la fe", es decir, que vivimos por la fe.
Entre el momento de la salvación y ese "entonces", en la presencia de Dios, los que hemos sido salvos por la Gracia y el perdón de Dios, "andamos por la fe". Hemos sido salvos por la fe, y vamos a vivir por la fe.
Así es que aquí, en nuestro pasaje bíblico, tenemos a aquellos que tienen un alma llena de orgullo, son soberbios, y actúan de manera auto-suficiente y auto-complaciente. A éstos se les debía juzgar por ciertos pecados que se mencionan, de cinco maneras. Vamos a ver lo que nos dijo el profeta en esta parábola que comienza en el versículo 5. Pero, permanezcamos un momento más en nuestro estudio del versículo 4, del capítulo 2 de Habacuc, porque siglos más tarde es citado en la epístola a los Romanos, como también en la epístola a los Gálatas y, después, en la epístola a los Hebreos. Este versículo tan profundo resulta ser la clave para esas tres epístolas.
En primer lugar, queremos observar lo que nos dijo el apóstol Pablo en su epístola a los Romanos, en el capítulo 1, versículos 16 y 17: "Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe como está escrito: mas el justo por la fe vivirá". El énfasis en la epístola a los Romanos está en "la justificación por la fe", en la salvación. Y nosotros podríamos leerlo de esta manera: "El justo, aquel que ha sido justificado por la fe, también vivirá por la fe". Éste es el mensaje más profundo y claro que encontramos en la epístola a los Romanos.
Cuando leemos la epístola a los Gálatas, encontramos que allí también es citado este versículo, en el capítulo 3, versículo 11, y que dice: "Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: el justo por la fe vivirá". Nuevamente, Habacuc fue citado aquí. El énfasis aquí es algo diferente. Y la razón es, porque si volvemos a leer lo que Pablo escribió anteriormente, en el capítulo 2 de Gálatas, versículo 20, veremos que dice: "Con Cristo estoy juntamente crucificado". Pero, ¿cuándo fue crucificado Pablo con Cristo? ¡Cuando Cristo murió hace más de 2.000 años! "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a Sí mismo por mí". El énfasis en la epístola a los Romanos era la justificación por la fe; salvación por la fe. Ahora, el énfasis en esta epístola a los Gálatas, es en la fe, y no sólo en la fe que salva, sino la fe en la cual uno vive a lo largo de toda esta vida. Ése es el énfasis aquí.
Pasemos ahora a la epístola a los Hebreos. Y en esa epístola, capítulo 10, versículo 38, leemos esto: "Mas el justo vivirá por fe". Ahora, el escritor de esta epístola a los Hebreos estaba citando del libro de Habacuc, y dijo: "mas el justo vivirá por la fe; y si retrocediere, no agradará a mi alma". Y el énfasis aquí es en la palabra "vivirá."
Ahora, vamos a analizar más de cerca estas significativas palabras: "mas el justo por su fe vivirá". El apóstol Pablo, en su epístola a los Romanos, hizo un gran énfasis sobre el "justo", y sobre la justificación por la fe, para salvación. En su epístola a los Gálatas, Pablo enfatizó la "fe", porque escribió que "el justo vivirá por la fe". Esto significa que nosotros no vivimos gracias a la ley. Pablo estaba diciendo que por la ley ninguno, nadie, se justifica ante Dios, sino que "el justo por la fe vivirá". Y cuando llegamos a la epístola a los Hebreos, allí el énfasis es en "vivirá". Después de citar el versículo 38 en el capítulo 10, el escritor de esta carta, en el capítulo 11 de esa misma epístola Hebreos, presentó una lista de hombres y mujeres que vivieron por la fe, y de nuevo, el énfasis era sobre el vivir. Así es que en las tres grandes epístolas doctrinales, se nos presentan tres grandes temas importantísimos. Por lo tanto, volviendo a nuestro estudio sobre el libro de Habacuc, podemos ahora comprender un poco más la profundidad de este versículo 4, del capítulo 2. Habacuc miraba hacia el futuro, y su pregunta fue: "¿por qué?" Veamos la respuesta que recibió Habacuc de Dios. Dios envió a Su pueblo a la cautividad. Este hecho tan dramático sirvió a un gran propósito, el propósito de Dios, porque le permitió traer al Salvador al mundo, en el cumplimiento del tiempo.
Cuando el apóstol Pablo se encontraba en Antioquía de Pisidia, predicó lo que se ha considerado como uno de sus mejores sermones. En el capítulo 13 del libro de los Hechos de los Apóstoles, versículos 37 al 41, leemos algo que es de suma importancia. Pablo escribió: "Mas aquel a quien Dios levantó, no vio corrupción. Sabed, pues, varones hermanos: que por medio de Él se os anuncia perdón de pecados, y que de todo aquello de que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en Él es justificado todo aquel que cree. Mirad, pues, que no venga sobre nosotros lo que está dicho en los profetas: mirad, oh menospreciadores, y asombraos, y desapareced; porque yo hago una obra en vuestros días, obra que no creeréis, si alguien os la contare". Por tanto, el apóstol Pablo les mostró a sus lectores el único camino a Dios, es decir, que sólo se llega a Dios por medio de la fe. Éste es el único camino. Y el mensaje es que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras. Él fue sepultado, y resucitó al tercer día. ¿Qué significado tiene este hecho para usted? ¿Cómo reacciona ante tal oferta de perdón y de vida eterna? A usted sólo le queda aceptarle a Él, a Jesucristo como su Salvador personal. Usted confía en Él, y como un hijo de Dios, comienza a caminar, a vivir y actuar por fe, no por la ley. Hay tantos que intentan colocarnos no sólo bajo los 10 mandamientos, sino que nos someten bajo un sistema legal del Antiguo Testamento. Se han establecidos tantas reglas y normas para la familia, para el esposo, para la esposa, y para todo lo demás. Amigo oyente, permítanos decirle hoy, que si usted ha sido salvo por fe en el Señor Jesucristo, entonces usted Le ama, ama a Jesucristo. Y la pregunta que Él le hace, si usted es un hijo nacido dentro de la familia de Dios, es: "¿Me amas?" Y si usted le ama, amigo oyente, eso resuelve todo el problema. El amor va a ayudarle a andar, a vivir, es decir, a vivir en el Espíritu, que es el Espíritu de Dios; y para vivir en el Espíritu, usted tendrá que ser lleno con el Espíritu Santo, lo cual significa, estar controlado por Él. Y eso producirá gozo, paz y más amor en su corazón. Hará de usted un esposo mejor, una esposa mejor; hará de usted un hijo mejor, un mejor trabajador, un mejor profesional, o sea, que hará de usted una persona mejor, donde quiera que se encuentre. De esta manera, quien quiera que sea, usted "caminará por la fe". Y un día, cuando Dios así lo disponga, usted, y todos los que hemos creído y aceptado el amor y el perdón de Dios, por medio de la fe, entraremos a Su propia presencia, a la presencia del Dios Santo, y allí estaremos en Su presencia para y por toda la Eternidad.
¡Qué maravilloso plan tiene Dios preparado para Sus hijos! Volvamos al pasaje que estamos estudiando. El profeta Habacuc, por medio de la fe en Dios pudo decir: "Yo he ido a la torre de vigía y allí esperaré. Yo confío en Aquel que sí tiene todas las respuestas a mis preguntas". Es que, Sin fe - amigo oyente, - es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios tiene que creer que Él existe, y que recompensa a quienes Le buscan. Estas palabras tan firmes, llenas de convicción y fe las encontramos en la epístola a los Hebreos, en el capítulo 11, versículo 6. Ahora, observemos, amigo oyente, que Habacuc, muchos siglos antes profetizó que el justo por su fe vivirá. Amigo oyente, Dios le está llamando a usted, para que vaya a Él. Y la única manera por la cual usted puede llegar a Él, no es por medio de buenas obras, ni ninguna otra práctica, rito o ceremonia, si no que es por medio de la fe.
Al comienzo de este estudio hablábamos de dos grupos de personas: de los justos que vivirán por fe, y de aquellos cuya alma no es recta, se enorgullece. Para ilustrar esta afirmación el profeta señaló cinco características diferentes. La primera la encontramos en el versículo 5, donde se habló de la embriaguez. Vamos a ver este tema con más detalles en nuestro próximo programa. En el versículo 9, podemos leer: "Ay del que codicia injusta ganancia para su casa". La codicia era uno de los grandes pecados de Babilonia, así como también lo era la embriaguez. Luego, en el versículo 12, vemos: "¡Ay del que edifica la ciudad con sangre, del que funda una ciudad con iniquidad!" Por la historia se ha sabido que esta gente trató de manera sanguinaria y cruel a los cautivos que caían en sus manos. Este pueblo era conocido y famoso por su brutalidad; usted puede, por ejemplo, leer el Salmo 137, y ver cómo trataron a los hijos de Israel. Ahora, en el versículo 19, de éste mismo capítulo 2, se nos dice: "¡Ay del que dice al palo: Despiértate; y a la piedra muda: Levántate!" La idolatría también era uno de los grandes pecados de Babilonia.
Tenían cinco grandes pecados. Amigo oyente, el orgullo hace que los seres humanos se desvíen en estas direcciones. Los lleva a la embriaguez, los impulsa a la codicia y a muchas otras costumbres y hábitos destructivos. Hace de ellos personas crueles, brutales, en la forma en que tratan a los demás. También los transforma en idólatras. Alguien de nuestra audiencia podría opinar que ya no existen personas que adoren a los ídolos. Amigo oyente, quizá no sean los mismos ídolos que adoraban las personas de hace muchos siglos, pero hay muchos que adoran a ídolos de este presente siglo 21. El dinero es uno de los ídolos más adorados. ¿Y cuántos hombres y mujeres en el presente están adorando el sexo? ¿Cuántos hoy en día adoran al placer? Todos están tratando de adorar a una u otra cosa. Muchas mujeres entregan sus cuerpos, y muchos hombres entregan su vida y su honor. Amigo oyente, ¿qué es lo que les ha sucedido a estas personas? Bueno, creemos que su alma está llena de auto-suficiencia, orgullo, que sólo buscan el ahora y el hoy de su existencia, sin más valores que la auto-satisfacción presente de todos sus apetitos y deseos. Y el balance de una vida que rechaza, relega o reniega de Dios, tendrá un resultado triste. Su destino y meta final serán una eternidad perdida, sin Dios, sin esperanzas, apartada de la Luz, y condenada a la oscuridad total.
Volvamos a la frase "El justo por su fe vivirá". Nosotros podemos vivir con la esperanza de las promesas fieles de Dios. Permanezcamos entonces, como el profeta, en nuestra torre de vigía. Dios tiene todas las respuestas; tengamos paciencia y confiemos. Cuando observamos nuestra sociedad, las distintas culturas y razas que pueblan este mundo, con tantos problemas e injusticias económicas, sociales y políticas, podríamos considerar que los habitantes de esta Tierra han perdido la razón. Hay muchas personas que se preguntan sobre cuál será el resultado final de nuestra civilización. Bueno, nosotros sí sabemos cuál será el resultado de esta situación caótica. Nosotros creemos que tenemos por delante días terribles. No queremos presentar un cuadro demasiado deprimente, pero, quisiéramos ser realistas. ¿A qué otra conclusión podríamos llegar al mirar a nuestro alrededor? Usted podría decir: "Bueno, son ustedes unos pesimistas". No lo somos, amigo oyente. Somos optimistas, porque un día glorioso se acerca. Nosotros vivimos por fe, no por vista. Por todas partes podemos ver situaciones que no cambian; pero nosotros, los hijos de Dios, tenemos fe y confianza en Uno que cambiará todas las cosas. El Señor Jesucristo vendrá a la Tierra a establecer Su Reino. Y, amigo oyente, Él va a cambiar y transformar las cosas. Pero antes, Él vendrá a recoger a Su iglesia. ¿Cuándo? ¿Cómo? No lo sabemos. Permanezcamos simplemente, en la torre del vigía, velando, viviendo nuestra vida cristiana por la fe.
Amigo oyente, ¿ya ha emprendido usted el camino hacia Dios, reconociendo que Cristo es la única senda que le conduce a Él? ¿Ya está usted experimentando lo que es vivir por la fe? Si es así, toda nuestra vida habrá adquirido otra perspectiva. Permítanos concluir diciendo que hemos analizado solamente un versículo de este importante capítulo, pero hemos analizado un versículo muy profundo.
Estudio bíblico de Habacuc 1:12-2:3
Comenzaremos con un breve repaso. En el primer capítulo de este corto pero hermoso libro de Habacuc, hemos podido comprobar la perplejidad del profeta. Él observó el escenario de su propia nación, y vio que había mucha violencia; se había quebrantado la ley. Parecía como si Dios no estuviese haciendo nada al respecto. Habacuc pensaba que Dios se había retirado de la escena, que había cerrado Sus ojos, y por lo tanto no observaba lo que estaba ocurriendo. Pero Dios le dio una respuesta a este hombre, a Habacuc, el profeta que tenía tantas preguntas.
Y Dios le dijo: "¿Piensas que no estoy haciendo nada? Tienes tantas preguntas, tantos interrogantes. Te estás preguntando ¿por qué permito el mal?" Y Dios le reveló que Él sí tenía respuesta para esa pregunta tan concreta. Dios le mostró que en la primera venida de Cristo al mundo, Él proveería una cruz, el único camino de escape para la humanidad de su pecado. Ésa era la razón por la cual Él permitía el mal. Y ésa es la razón por la cual Él lo está permitiendo en nuestros días, amigo oyente. Dios quiere que los hombres se aparten del mal. En cualquier momento que usted sienta, en su propio corazón, que está harto del pecado, que está cansado de pecar, de estar lejos de Dios, usted puede ser salvo al volverse a Cristo Jesús. El problema con el hombre, nunca está en su mente, en sus preguntas o dudas. El problema es que la Biblia condena la vida que usted está viviendo, y eso, lógicamente, no es de su agrado. Pero recuerde, en cualquier momento en que usted esté dispuesto a venir al Señor Jesucristo, con arrepentimiento, humildad y deseos sinceros de cambiar, Él le salvará. Hay una respuesta a su pregunta, que comienza con un ¿por qué?
Ahora, la segunda pregunta fue: ¿Por qué no juzga Dios al impío? Y Dios le dio una respuesta a Habacuc. Dios le dijo: "Yo quiero que tú sepas esto. Yo estoy preparando algo. Existe una nación a las orillas del río Éufrates, y Yo la estoy preparando para que esta nación descienda y tome a Mi pueblo en cautividad. Ellos van a pasar setenta años allá, en Babilonia, y Yo castigaré a Mi pueblo. Ellos no se van a salir con la suya; no van a quedar impunes de los pecados cometidos". Sí, así es, Dios juzga al impío.
Así parece ocurrir también en la actualidad, ¿no le parece, estimado oyente? Parece como que los impíos, que atropellan, dañan, engañan, que son egoístas, sin escrúpulos, indiferentes al dolor que causan, se estuvieran saliendo con la suya, impunes y sin castigo. Pero, la segunda venida de Jesucristo será una respuesta a esa pregunta, porque Él vendrá ceñido con una corona real. La primera vez que Jesucristo vino a este mundo, Su propósito era llevar una corona de espinas y morir en una cruz. En la próxima ocasión, Él regresará con una corona de gloria; en Su mano tendrá un cetro, y gobernará aquí, en esta Tierra. Éste era el gran problema al que se enfrentaba el profeta Habacuc. La primera respuesta que recibió no fue suficiente; en realidad, provocó una pregunta todavía más grande y terrible en Habacuc. Esa pregunta era: "Dios, ¿por qué estás permitiendo que nosotros suframos a manos de una nación que es más impía que nosotros? Los caldeos son más impíos, por tanto ellos deberían ser juzgados, y no nosotros". Bueno, miremos lo que dice el versículo 12 del capítulo 1 de Habacuc:
"¿No eres tú desde el principio, oh Señor, Dios mío, Santo mío? No moriremos. Oh Señor, para juicio lo pusiste; y tú, oh Roca, lo fundaste para castigar."
Dios dijo: "Eso es correcto. Pero Yo actúo de manera misteriosa, para realizar Mis maravillas. Y Yo actúo lenta, pero justamente. Yo voy a resolver esto. Yo obro según Mi propio plan y propósito."
Pero la siguiente pregunta del profeta fue: "¿Por qué tiene que sucedernos esto? ¿Por qué nosotros vamos a tener que ser juzgados ahora, y ellos no?" Y la respuesta de Dios fue: "Yo les juzgaré a ellos oportunamente". Y el versículo 13 de este capítulo 1 de Habacuc, dice:
"Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio; ¿por qué ves a los menospreciadores, y callas cuando destruye el impío al más justo que él?"
Es decir, el profeta hizo esta reflexión delante de Dios: "Nosotros somos mejores que ellos. ¿Por qué vas a utilizarlos a ellos, para castigarnos a nosotros?" Habacuc cambió su forma de expresarse aquí. Éste fue el mismo problema que antes también tuvo Isaías. Usted recordará que Dios le dijo: "Isaías, Yo voy a utilizar a los asirios para tomar el reino del norte. Ellos os causarán grandes problemas". En el libro de Isaías, capítulo 10, versículo 5, Dios dijo: "Oh Asiria, vara y báculo de mi furor, en su mano he puesto mi ira". Y Dios agregó: "Yo voy a usarlos como una vara para castigar. Cuando Yo termine, entonces, también voy a juzgarles". Y Dios hizo exactamente eso; y ahora Él volvía a emplear la misma disciplina, usando a los babilonios. Dios presentó de una manera muy clara lo que iba a hacer.
Ahora, la respuesta que Dios le dio a Habacuc, fue una respuesta directa y específica. Y, amigo oyente, pensamos que Él, el Dios Eterno, también nos está diciendo algo a usted y a mí en el presente. Ni usted, ni yo, ni nadie, tenemos ningún derecho a hacerle preguntas a Dios Altísimo. ¿Qué derecho tenemos, amigo oyente, de cuestionar a nuestro Hacedor? ¿Qué derecho tiene este pequeño e insignificante hombre de levantar su cabeza hacia el cielo y preguntar: "Por qué Dios haces esto"? Bueno, amigo oyente, debemos reconocer que no es un asunto de nuestra competencia. Es asunto de Dios. Este es el universo de Dios. Y Él lo está dirigiendo de la manera que a Él le place. Nosotros tan sólo debemos creer en nuestro grandioso Dios.
El autor de estos estudios bíblicos, el Dr. J. Vernon McGee, contaba la siguiente experiencia de su vida personal. Dijo "Puedo recordar que cuando era un niño, mi padre se levantó una noche, me despertó, y me tomó en sus brazos. Asustado, y dormido, comencé a llorar y le preguntaba a dónde íbamos. Él me contestó: te voy a llevar al sótano porque se acerca una gran tormenta. El sótano era un sitio muy oscuro, un lugar muy húmedo. No era muy cómodo para permanecer allí por varias horas. Pero, lo que sucedía era que, de vez en cuando, esa zona sufría los azotes de los huracanes y, cuando mi papá me tomaba en sus brazos y me llevaba al sótano, él no me daba ninguna respuesta; él solamente levantaba a ese niño que lloraba y lo acostaba sobre un camastro improvisado". A continuación, el Dr. McGee dijo: "Yo aprendí a creer en mi padre. Cuando él me llevaba de noche a ese lugar, yo aprendí una cosa, aprendí a confiar en él. Mi querido padre falleció cuando yo tenía catorce años, y desde entonces he tenido un Padre Celestial. Y muchas veces Él ha hecho cosas, y permitido cosas, que nunca me ha explicado. Él se llevó a mi primer hijo, por ejemplo, y yo tenía preguntas en cuanto a esa triste circunstancia; y debo confesar, aún tengo esas preguntas. Pero yo sé esto, - concluía el Dr. McGee - que Él, mi Dios, mi Padre Celestial, tiene la respuesta. Y algún día Él me va a dar esa respuesta cara a cara". Hasta aquí, la experiencia personal del Dr. McGee.
Notemos ahora lo que hizo Habacuc en el capítulo 2. En este capítulo 2, tenemos la percepción del profeta. Antes habíamos hablado de la "perplejidad del profeta", ahora tenemos la "percepción del profeta". Usted puede observar que el profeta había aprendido que Dios tenía las respuestas. Él le respondió al profeta su primera pregunta, aunque Habacuc no creía que podría haber una respuesta para ella, pero descubrió, y aprendió que sí, que Dios tenía todas las respuestas.
La pregunta que tuvo el profeta era mucho más grande, amplia y profunda, y él, sin embargo, reconoció que Dios tenía también una respuesta para ella. Pero, a pesar de la lección aprendida, la pregunta seguía rondando a su alma. Y lo que deseamos señalar aquí, amigo oyente, es que si usted tiene una pregunta, no tiene que taparla, u ocultarla, con frases piadosas. Existen demasiadas respuestas fáciles, y que suenan muy espirituales. Hay personas que dicen: "Yo confío en Dios". Pero, en realidad, no están confiando en Él, sino que Le hacen preguntas a cada paso. Si usted tiene alguna pregunta, no es ningún pecado el preguntarle al Señor. Sencillamente diríjase a Él y dígale que usted no comprende esto o aquello. Eso es lo que hizo Habacuc. Él había aprendido que Dios tenía una respuesta. En el primer versículo del capítulo 2 de Habacuc, leemos:
"Sobre mi guarda estaré, y sobre la fortaleza afirmaré el pie, y velaré para ver lo que se me dirá, y qué he de responder tocante a mi queja."
Este versículo es maravilloso. Habacuc dijo que iría a la fortaleza y que iba a esperar allí. Y cuando él dijo que iba a estar de guardia allí, el profeta no quiso decir que iba a ese lugar a pasar el tiempo. Él explicó que iba a la fortaleza para ver lo que se le iba a decir, y ésa fue una expresión que utilizaron varios profetas. Usted recordará, por ejemplo, que el profeta Ezequiel dijo que era como un atalaya en la noche. El profeta era el atalaya que iba a profetizar a la nación. Y Dios le dijo que le consideraba responsable. Ahora, un atalaya era aquel que estaba de guardia durante la noche. Si realizaba su tarea fielmente, entonces la ciudad estaba segura. Pero, si el atalaya traicionaba a la ciudad, o no hacía sonar la alarma cuando se acercaba el enemigo, entonces esa ciudad se encontraba en un serio peligro.
Así fue que Habacuc se declaró profeta de Dios, y que asumía su responsabilidad, al decir: "Sobre mi guarda estaré, y sobre la fortaleza afirmaré el pie, y velaré, y velaré para ver lo que se me dirá, y qué he de responder tocante a mi queja."
De modo que, Habacuc estaba diciendo que iba a subir a la atalaya, y que allí esperaría. Que iba a ser muy paciente. "Voy a esperar - dijo - voy a esperar allí porque sé que Él tiene una respuesta. No sé cuál es la respuesta en este momento; pero Él tiene una respuesta, y Él me la dará a su debido tiempo. Así es que iré allí y esperaré pacientemente."
El profeta esperaba que Dios le fuera a dar la respuesta correcta. Entonces, y sólo entonces él comprendería, y ya no tendría más preguntas. Ése fue el pensamiento que se expresó aquí en este versículo. Dios le iba a dar la respuesta, en el futuro, y él, Habacuc, sólo tenía que esperar. Ahora, eso significaba una "demora". Y la razón por la cual Dios no actuó inmediatamente para hablarle es porque Dios actúa lentamente en todo lo que hace, en todo lo que Él realiza. Dios le daría una respuesta, pero eso sólo ocurriría en el tiempo que Dios considerara apropiado.
Ahora, la verdad es que nosotros somos los que siempre estamos con prisa, siempre estamos apurados. Hay varias expresiones que se pueden escuchar y que en realidad no son bíblicas. Por ejemplo, escuchamos hablar de la "pronta" venida de Cristo. ¿Dónde dice eso en la Biblia? No lo hemos encontrado. Alguien puede señalar esa expresión que dice: "¡He aquí, yo vengo pronto!", que se encuentra en la primera parte del libro de Apocalipsis, capítulo 3, versículo 11. Pero, Jesucristo no dijo que iba a venir "pronto", en relación al tiempo, porque si lo hubiera dicho en esos términos, el pronto indicaría más de dos mil años. Él no quiso decir eso. Él dijo: "pronto" indicando que las cosas que se mencionan en Apocalipsis, que le traerán a Él a esta tierra, iban a suceder rápidamente.
Hace algún tiempo la conocida revista TIME publicó, al finalizar el año, algunos sucesos que tuvieron lugar en los últimos diez años. Hizo un resumen de lo que había acontecido en esa década. Presentaron las diez grandes crisis que tuvieron lugar en esta Tierra durante esos diez años. Bueno, eso no es nada, amigo oyente, comparado con lo que sucederá en los últimos siete años antes de que Cristo regrese a la Tierra para establecer Su Reino. Y lo que introducirá esos siete años, será el Arrebatamiento de la Iglesia. Cuando el Señor recoja a la Iglesia, los eventos se sucederán como los golpes de un mazo sobre una estaca: un golpe tras otro; un hecho sucederá a otro muy rápidamente, y habrá mucho más que diez crisis o sucesos, en esos siete años. Tendrán lugar uno tras otro. Así es que la Biblia no enseña una pronta venida; lo que enseña es la inminente venida de Cristo.
Tenemos otra expresión que hemos escuchado en alguna ocasión: "Si el Señor demora Su venida". El Señor JESUCRISTO no va a demorar Su venida. Él va a llegar a la hora exacta, según Su propio horario. No según el mío, ni el de nadie, sino según Su propio horario. Y Él no se demora, amigo oyente, pero, debemos recordar que el Señor es muy paciente. Él no desea que ninguno, nadie, ningún alma, perezca. En Babilonia había un grupo de personas que Dios iba a salvar. Así es que, ese período que los hijos de Israel pasarían en la esclavitud, en la cautividad, esos setenta años, fue un período de tiempo glorioso para Dios. Él iba a tocar el mismo corazón del rey Nabucodonosor.
Así es que, aquí estamos contemplando un versículo maravilloso. Habacuc estaba diciendo que se retiraría a la fortaleza, a su torre de vigía (o a su atalaya). Él no había recibido respuesta a su pregunta, pero iba a ir allí a esperar la respuesta de parte de Dios.
El Apóstol Pablo, en su 2º libro a los Corintios, capítulo 5, habló del Tiempo, cuando nuestros cuerpos serán colocados en una tumba; y que vendrá un día cuando Cristo regresará y resucitará a estos cuerpos; pero mientras tanto, el que está "ausente del cuerpo", está "presente con el Señor". Cuando dejemos estos cuerpos, estaremos "presentes" con el Señor. Pero, el Señor se mueve lentamente. Así fue que, el apóstol Pablo, dijo, en su Segunda epístola a los Corintios, capítulo 5, que debemos "andar por fe y no por vista". De modo que, en el presente, "andamos por fe". Amigo oyente, ¿tiene usted alguna pregunta que no ha sido respondida? Si usted no la tiene, yo sí la tengo. Tengo varias preguntas para las cuales no tengo respuesta. Pero, he aprendido que el Señor obra de cierta forma conmigo, y hay cosas que me suceden, que a veces me provocan ciertos interrogantes. Y quiero decir que he aprendido esto: Que Él, mi fiel Padre Celestial, mi eterno Dios, tiene la respuesta, y que algún día Él me dará esa respuesta. Así es que, he andado ya algunos años de esta vida "por fe". Andamos por fe, no por vista. Y éste es el día, hoy, cuando debemos confiar en Él, es importante que aprendamos esto. Ahora, Habacuc dijo en la primera parte del versículo 2, del capítulo 2 de su profecía:
"Y el Señor me respondió, y dijo: Escribe la visión"
Notemos esto. Dios le dijo que Él quería que la gente, también la de este siglo XXI, todos aquellos que tuvieran alguna pregunta, recibieran una respuesta de Dios, para estos días, cuando tuvieran que andar por la fe. Creemos que Él puede haber estado pensando también en usted, amigo oyente. Leamos el versículo completo:
"Y el Señor me respondió, y dijo: Escribe la visión, y declárala en tablas, para que corra el que leyere en ella."
Ahora, algunos de nosotros, parece que cambiamos un poco estas palabras, como si dijeran: "Para que el que corriere, lea en ella". Pero, eso no es lo que Habacuc escribió. Dios dijo: "para que corra el que leyere en ella". Es decir, que se necesita tener un mapa consigo; necesitamos saber a dónde vamos. Se necesita saber mucho acerca del camino para que corra el que leyere en ella. No dijo aquí que: "El que corra pueda leer", sino, que corra el que leyere en ella. Quizá no sea del agrado de algunos, pero es necesario decirlo. Hay muchos personas bien intencionadas que predican o intentan predicar, o tratan de enseñar, que necesitarían leer un poco más, "antes" de empezar a correr. Necesitan prepararse mejor. Es como un joven que quiere dejar de lado los estudios seculares para entrar directamente a estudiar en una escuela bíblica, o seminario. Pero, es mucho mejor aprender a leer, prepararse, antes de comenzar a correr; antes de comenzar a testificar, es bueno saber cuál es la razón de la esperanza que está en uno. Ahora, él dijo en el versículo 3:
"Aunque la visión tardará aún por un tiempo"
Es importante saber esto. Y continuó en este versículo 3:
"Mas se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará."
Amigo oyente, usted puede depender de Dios, de que Él tendrá una respuesta para usted y para mí algún día, para todas esas preguntas que tenemos. Esto va a ser fantástico. Hay muchos que hablan de las maravillas del Cielo, de sus calles de oro, y demás maravillas. Bueno, todos esos detalles son importantes y hermosos, pero lo que sí esperamos todos es recibir muchas respuestas a las muchas preguntas que tenemos cada uno. Pero, mientras tanto, el apóstol Pablo nos dijo que debíamos "andar por la fe". Y con esto, amigo oyente, llegamos al versículo 4, que consideraremos Dios mediante, en nuestro próximo programa. Y debemos anticiparle que quizá ése sea el mayor o el más importante de los versículos que encontramos en el Antiguo Testamento. Ya veremos por qué, Dios mediante, en la próxima oportunidad.
Mientras tanto, le recomendamos leer todo el capítulo 2 de la profecía de Habacuc, para estar así más familiarizado con su contenido.
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