viernes, 8 de mayo de 2015

Estudio bíblico de Abdías 1:15-21

nuestro último estudio en este libro de Abdías, y vamos a comenzar con el versículo 15. Nos encontramos en la primera división del único capítulo de este libro, titulada "La destrucción de Edom", que abarca desde el versículo 1 hasta el 16. Recapitulando, diremos que hasta ahora, en la mencionada primera división del capítulo, hemos considerado "La acusación contra Edom", entre los versículos 1 y 9, "El crimen de Edom", entre los versículos 10 y 14, y "La catástrofe de Edom", en los versículos 15 y 16, sección en la que nos encontramos en este momento de nuestro estudio.

Al terminar nuestro programa anterior, dijimos que para ver la conclusión de este conflicto entre Edom e Israel, tenemos que ir a la época de Cristo. Allí veremos a un hombre caminando junto al Mar de Galilea, sobre los senderos polvorientos de Samaria, y por las calles estrechas de Jerusalén. Su nombre era Jesús. El pertenecía a la línea de descendencia del patriarca Jacob. También podremos ver, durante algunos años, a un hombre ocupando un trono. Su nombre era Herodes y las Sagradas Escrituras, la Biblia, fueron muy cuidadosas al identificarlo con exactitud; se trataba de Herodes, el Idumeo, el Edomita, perteneciente a la línea de descendencia de Esaú. Cuando a Jesús le llegó una advertencia para que huyera, porque Herodes quería matarlo, el Señor dijo: Id y decid a aquella zorra: Echo fuera demonios y hago curaciones hoy y mañana, y al tercer día termino mi obra (como podemos leer en el Evangelio de Lucas, capítulo 13, versículo 32). Y cuando el Señor Jesús fue finalmente traído ante aquel rey Herodes para enfrentarse a su juicio, ni siquiera abrió su boca ante Herodes. Allí se encontraron frente a frente, Jesús y Herodes, como si hubiera sido el acto final del conflicto entre Jacob y Esaú.

En el día de hoy, vamos a leer el versículo 15 que inicia una nueva sección, titulada

La catástrofe de Edom

"Porque cercano está el día del Señor sobre todas las naciones. Como tú hiciste se hará contigo; tu recompensa volverá sobre tu cabeza."

Aquí dice: . . . cercano está el día del Señor. Recordemos que el Profesor McGee, autor de estos estudios considera que la frase el día del Señor es una expresión técnica que abarca un período de tiempo que comienza con el período de la Gran Tribulación. Usted y yo estamos viviendo en el día de la gracia de Dios, o en el día de Cristo. El énfasis en nuestro tiempo recae en el Espíritu Santo, que toma las cosas de Cristo y nos las muestra. Después del traslado de los verdaderos creyentes (colectivamente llamados la iglesia) comenzará el Día del Señor, y lo hará con la oscuridad y juicio del período de la Gran Tribulación. Después de esa época tan terrible, el Sol de Justicia se elevará con salvación en sus alas, es decir, que se producirá la venida del Señor Jesucristo a la tierra para establecer Su reino.

El versículo completa la frase diciendo Cercano está el día del Señor sobre todas las naciones. Cuando el Señor Jesucristo haya venido a la tierra para establecer Su reino, tendrá lugar un juicio de las naciones, descrito por el Señor mismo en el Evangelio de Mateo, capítulo 25. Ahora, francamente hablando, no está claro si las naciones antiguas del pasado - que hace mucho tiempo han desaparecido de la escena internacional--- serán restauradas para este juicio, o si el juicio de ellas se realizará en el juicio final del gran trono blanco (como podemos ver en el libro de Apocalipsis, capítulo 20, versículos 11 al 15). Hemos encontrado que los estudiosos de la Biblia difieren en este asunto, pero, la opinión personal del profesor McGee es que cuando el profeta Abdías dijo cercano está el día del Señor sobre todas las naciones, quiso decir que el pueblo de Edom se convertirá nuevamente en una nación durante los últimos tiempos. Si usted duda de que esto sea posible, observe a la nación de Israel. Durante 2.500 años Israel no fue una nación, pero en el año 1948 se convirtió nuevamente en una nación. Cuando Abdías dijo que el día del Señor se encontraba cercano contra todas las naciones, el profesor McGee considera que la expresión significa literalmente todas las naciones, incluyendo las naciones antiguas que cobrarán existencia otra vez y que serán juzgadas.

Algunos maestros de la Biblia creen que el pueblo de Edom experimentará toda la ira de Dios cuando el Señor Jesús mismo ejecute el juicio de Dios sobre Edom y sus aliados (en tal sentido podemos leer el libro del profeta Isaías capítulo 63, versículos 1 al 6).

Es que una nación es responsable ante Dios. La Palabra de Dios lo dejó bien claro. Por ejemplo, en el libro de Deuteronomio, capítulo 21, versículos 1 al 3, leemos lo siguiente: 1»Si en la tierra que el Señor, tu Dios, te da para que la poseas, es hallado alguien muerto, tendido en el campo, y no se sabe quién lo mató, 2tus ancianos y tus jueces saldrán y medirán la distancia hasta las ciudades que están alrededor del muerto. 3Entonces los ancianos de la ciudad más cercana al lugar donde fue hallado el muerto, tomarán de entre las vacas una becerra que no haya trabajado ni llevado yugo. En otras palabras, cuando alguien fuera encontrado muerto en un camino, debían medir distancias para determinar cuál era la ciudad más cercana al hombre muerto, y entonces esa ciudad era responsable de asumir el caso e intentar averiguar quién había matado a aquella persona. Creemos que en este pasaje Dios estableció un gran principio.

Los cristianos suelen decir que su ciudadanía está en los cielos; y que la cabeza de la iglesia se encuentra en el cielo. Esto es cierto, pero los pies de la iglesia están sobre la tierra. Los cristianos tienen una responsabilidad como ciudadanos de la nación a la cual pertenecen, de ejercer una influencia para Dios en la medida de sus posibilidades. No estamos diciendo que un creyente deba lanzarse a la vida política, pero creemos que Dios puede usar en el escenario político a más cristianos genuinos que crean en la Biblia. Algunas personas dicen que la vida política se encuentra tan enturbiada en muchos casos por la falta de ética, que ningún cristiano debería implicarse en ella. Según nuestra opinión, un verdadero cristiano, dispuesto a mantener con firmeza sus creencias, podría ser usado por Dios en el proceso que conduce al gobierno. Nuestra nación es responsable ante Dios y nosotros formamos parte de ella.

Esto no quiere decir que Dios juzgará a las naciones en base a que hayan aceptado o rechazado a Cristo, porque hasta ahora ninguna nación jamás ha aceptado a Cristo incondicionalmente. Sería un error hablar de cualquier nación como de una nación cristiana. Mientras es cierto que los cristianos han ejercido una gran influencia en algunas naciones (por ejemplo, en el Reino Unido o en Estados Unidos) pero éstas nunca fueran verdaderamente naciones cristianas, y con toda seguridad ambas se encuentran lejos de Dios en la actualidad.

El versículo 15 continúa diciendo: Como tú hiciste se hará contigo; tu recompensa volverá sobre tu cabeza. O según otra traducción, "tus acciones recaerán sobre tu cabeza". El pueblo de Edom fue destruido, como el profeta Abdías había predicho. Primero fue capturado por el ejército de Babilonia, algún tiempo después de que Jerusalén hubiera sido destruida. Dicha conquista se logró introduciendo espías dentro de Petra, que era la capital de Edom; esa ciudad, como ya dijimos anteriormente, era una ciudad fortificada e inexpugnable. Más tarde, además, los Macabeos subyugaron al pueblo de Edom y, finalmente, los romanos destruyeron a Edom cuando destruyeron la ciudad de Jerusalén, en el año 70 de nuestra era. En aquel tiempo, Edom, como nación, desapareció de la escena mundial y desde entonces, no se ha oído hablar de ella.

Así que, la posibilidad de que Edom surja nuevamente como nación es un tema de debate y realmente, no tiene ninguna importancia para usted o para mí. Nos agradaría que Edom estuviera presente en el reino terrenal, pero si no será así, igualmente nos agradará porque sabemos que Dios estará desarrollando Su propio plan. Continuemos leyendo ahora el versículo 16 de esta profecía de Abdías.

"De la manera que vosotros bebisteis en mi santo monte, beberán continuamente todas las naciones; beberán, tragarán y serán como si no hubieran existido."

En otras palabras, Dios le dijo a Edom: "¡Como hiciste, se te hará! Sobre tu cabeza recaerá tu merecido". Esto es lo que podríamos llamar "justicia poética", la ley del Talión, o la ley de represalias. El Señor Jesús dijo que de la manera que juzgáramos, seríamos juzgados. Y también recordemos la frase que afirma que todo lo que el hombre siembre, eso también segará. El pueblo de Edom sufriría de la misma forma en que había hecho sufrir a otros. Y Dios no permitirá que ninguna nación que haya iniciado una guerra, o que se haya caracterizado por su predisposición a las guerras, se salga con la suya. La historia de las naciones ha demostrado que así como han tratado a otros pueblos, causándoles sufrimiento, recibirán su merecido. Esta ley se ha cumplido repetidas veces en la historia de la humanidad.

Ahora llegamos a la segunda y última división de este único capítulo de la profecía de Abdías, división que abarca desde el versículo 17 al 21. Esta se titula

La restauración de Israel

En este párrafo se encuentran solo algunos pocos versículos que se refieren a la nación de Israel. Lo que para Edom fue destrucción, para Israel será una restauración. La pequeña nación de Israel encajó en el programa de un Dios Todopoderoso. Para cada persona, indiferentemente de quien sea, lo interesante es que Dios pensó en ella. De otra manera, usted no estaría por aquí. Estimado oyente, usted está presente en la mente de Dios. La gran pregunta, entonces, es si usted está dispuesto a llevar el paso de Dios, es decir, de vivir al ritmo que Dios marque. ¿Se estará usted introduciendo en la eternidad con Él, o contra Él? Su plan y su programa se llevarán a cabo, así que usted haría bien en estar de Su lado. Llegamos ahora a una sección, dentro de esta división, que se titula

La condición de Israel

Aunque Dios juzgó a Israel, ese pueblo no sería destruido como nación. Leamos el versículo 17 de esta profecía de Abdías.

"Mas en el monte Sión habrá un resto que se salvará; será santo y la casa de Jacob recuperará sus posesiones."

Dice aquí que en el monte de Sión habrá liberación. Desde este monte se ofrecerá salvación para todo el mundo. Esa salvación está siendo hoy ofrecida a usted y a mí. El Señor Jesús vino y murió en el Gólgota por usted y por mí. Y Él va a venir otra vez a esta tierra. Aunque se nos ha dicho que en aquel tiempo Sus pies se posarán sobre el monte de los Olivos, Él llegará a Jerusalén y creemos que estará reinando desde la cima del monte de los Olivos.

Dice este versículo 17 que ese resto que se salvará será santo. Hoy no hay santidad en aquel lugar. Todos los que han visitado la zona estarán de acuerdo con esta afirmación. Mucha gente está allí tan lejos de Dios como lo está en el sector árabe de la antigua ciudad de Jerusalén. Pero en aquel tiempo futuro al cual se refiere este pasaje Bíblico, cuando el Señor Jesús reine, entonces habrá allí santidad.

Dice también este versículo que la casa de Jacob recuperará sus posesiones. En la actualidad no tienen sus posesiones. Es cierto que se encuentran en la tierra. Y tienen una nación, lo cual también es cierto. Como pueblo, han regresado a la tierra, pero no han regresado a Dios y, como resultado, no tienen sus posesiones. Hay una gran diferente entre tener una posesión y realmente poseerla, es decir, tenerla bajo su poder y control. Leamos ahora el versículo 18, que lleva el título de otra sección;

Conflagración en la casa de Esaú

"La casa de Jacob será fuego, la casa de José será llama y la casa de Esaú estopa; los quemarán y los consumirán: ni siquiera un resto quedará de la casa de Esaú, porque el Señor lo ha dicho."

Habrá un juicio último y final sobre la casa real de Esaú. Creemos que la casa de Esaú será un reino que no entrará en los reinos eternos de esta tierra, que se convertirán en los reinos de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. ¿Y qué impedirá que esa casa real de Esaú esté allí? Pues, el orgullo del corazón, esa actitud de una vida que afirma su capacidad de vivir sin Dios. Estimado oyente, si su decisión es vivir sin Dios, usted va a vivir sin Él no solo ahora, en el tiempo actual, sino también por toda la eternidad. Leamos ahora el versículo 19, que inicia el último párrafo o sección de este capítulo, y que se titula

La consumación de todas las cosas

"Los del Neguev poseerán el monte de Esaú y los de la Sefela a los filisteos; poseerán también los campos de Efraín y los campos de Samaria; y Benjamín poseerá Galaad."

La zona sur de Judá se extenderá para poseer el monte de Esaú. La zona del oeste incluirá la costa de los filisteos. Los campos de Efraín y los campos de Samaria, es decir, el reino del norte de Israel, será restituido a la nación , y los de Benjamín poseerán Galaad, que se encuentra en la orilla oriental del Río Jordán. Leamos ahora el versículo 20 de esta profecía de Abdías:

"Los cautivos de este ejército de los hijos de Israel poseerán lo de los cananeos hasta Sarepta, y los cautivos de Jerusalén que están en Sefarad poseerán las ciudades del Neguev."

Sarepta se encuentra lejos, en el norte, entre las ciudades de Tiro y Sidón, en el Líbano. Las ciudades del Neguev son las ciudades de la zona sur, realmente, en la península del Sinaí. Israel ocupará toda a tierra que en su día Dios les prometió. Él le había prometido al patriarca Abraham una tierra extensa, de la cual y en el apogeo del reino, solo ocuparon una pequeña parte. Y dice el versículo 21, último versículo de la profecía de Abdías:

"Y subirán salvadores al monte Sión para juzgar al monte de Esaú. ¡El reino será del Señor!"

Aquí la palabra salvadores debería traducirse "libertadores".

Y también destacamos la frase El reino será del Señor. Dios se está moviendo directamente, constantemente y sin vacilaciones hacia el cumplimiento de Su propósito; es decir, Su propósito de colocar a Su rey sobre el Monte de Sión. Y derribará a naciones hasta que venga Aquel que tiene el derecho a reinar, como podemos ver en el libro de Ezequiel, capítulo 21, versículo 27.

Nada podrá evitar, impedir, desviar o hacer que Dios aplace Su plan y Su programa. Ningún descendiente de Esaú ni ninguna otra fuerza humana podrá detenerlo. Ningún ser orgulloso de esta tierra podrá lograr que Dios renuncie o retroceda en alguna medida. Hoy Él se encuentra moviéndose hacia la victoria porque el reino le pertenece.

Y hoy, al ver a hombres y mujeres transitar por la vida con sus cabezas bajas, como si estuvieran agobiados, creemos que solo hay Uno que puede hacerles levantar su rostro con una esperanza verdadera. Ningún sistema humano ha logrado elevar a la humanidad. Si miramos al mundo actual, comprobaremos que ha sido educado en una filosofía que excluye a Dios. El veneno mortal de un materialismo y de un humanismo sin Dios producirá el juicio de Dios. Es como si Dios le dijera al ser humano que se ha esforzado por elevarse, que él lo abatirá.

Pero Él también dijo, a través de los labios de Su Hijo, nuestro Salvador: Y yo, cuando sea levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo como podemos leer en el Evangelio de Juan, capítulo 12, versículo 32. Estimado oyente, ¿qué camino se encuentra usted recorriendo? ¿Por el camino del orgullo, del pesimismo, de la incredulidad y la rebelión, o sea, descendiendo cuesta abajo por una pendiente? Usted, que fue creado a imagen de Dios puede ser restaurado. Pero usted tendrá que dejar a un lado su orgullo y venir, en su impotencia, a este Salvador. Él puede levantarlo de su postración espiritual, Él puede elevarle. Por ello le rogamos que acuda a Él y reciba al Señor Jesucristo como su Salvador.

Estudio bíblico de Abdías 1:10-14

Recordemos que el capítulo se divide en tres partes principales. La primera, se titula "La destrucción de Edom" y se extiende desde el versículo 1 al 16; dentro de esa división, los primeros 9 versículos hablan sobre "La acusación contra Edom" (en los versículos 1 al 9); los versículos 10 al 14, en los cuales nos encontramos hoy, tratan el tema de "El crimen de Edom."

Para mantener el hilo conductor de la idea desarrollada por el profeta Abdías, sería bueno que repasáramos la transición del versículo 9 al 10, que también implica un cambio de sección dentro del capítulo, al terminar el versículo 9 con la primera sección (que como hemos dicho se titula. "El crimen de Edom").

Edom era una nación que todos los enemigos de aquel día pasaban por alto. Ellos simplemente no querían preocuparse por ese pueblo, resguardado allí en la ciudad de Petra, una ciudad labrada en la roca. Sin embargo, Nabucodonosor fue capaz de introducir espías a la ciudad, y a través de ellos, pudo apoderarse de la ciudad. En la misma forma en que Dios utilizó a Nabucodonosor para destruir a Jerusalén, la ciudad de los hijos de Jacob, que se habían apartado de Dios, Él también utilizó a Nabucodonosor para entrar y apoderarse de Edom, la nación de los hijos de Esaú.

Ese pueblo no sólo era notable por el hecho de que estaba bien protegido por la seguridad de la zona rocosa de la montaña, en aquella hermosa ciudad de Petra, pero aquella gente también había desarrollado una sabiduría y un conocimiento, así como también una superstición. La ciudad se había convertido en un centro pagano en el cual proliferaban muchos cultos. Las excavaciones arqueológicas allí realizadas, especialmente en las cimas de las montañas que se encontraban alrededor de la ciudad de Petra, han dejado al descubierto los lugares en los que se realizaban sacrificios humanos sangrientos. Ahora, la ciudad también era famosa por su sabiduría. Por ejemplo, Elifaz, el amigo del patriarca Job, era de Temán, según podemos leer en Job, capítulo 4, versículo 1. La gente de todas las naciones llegaba allí para escuchar la sabiduría de los sabios, como podemos leer también en el libro del profeta Jeremías, capítulo 49, versículo 7. Y Dios dijo que destruiría a los sabios de Edom y a la inteligencia del monte de Esaú. Y ahora, en el versículo 9, leemos:

"Y tus valientes, Temán, serán amedrentados, y será exterminado todo hombre del monte de Esaú."

Aquí el nombre Temán proviene de un nieto de Esaú, y el lugar estaba situado en la zona sur del territorio de Edom. Los habitantes de Temán eran famosos por su valentía. Y ahora el estudio nos lleva a un nuevo párrafo titulado

El crimen de Edom

A partir del versículo 10 y hasta el versículo 14, Abdías nos iba a dar una lista de las razones por las cuales Dios iba a destruir a este pueblo. Hemos dicho que el orgullo de la vida era su gran pecado, pero este pecado también los impulsó a cometer otros pecados. El orgullo es una actitud que no se puede ocultar por mucho tiempo. Tarde o temprano se pone en evidencia, como si fuera una grave enfermedad, como, por ejemplo, un cáncer agresivo en pleno desarrollo, porque el orgullo constituye una fuerza impulsora tremenda en el ser humano. Esa filosofía de la vida va a ir dominando gradualmente todos sus sentidos y uno va a expresar esa forma de pensar y de sentir de alguna manera. Si usted es contrario u hostil hacia la religión, y excluye a Dios completamente, vivirá una vida como si Dios no existiera. Y si usted es consciente de la presencia y santidad de Dios, porque tiene una relación con Él, con toda naturalidad, vivirá una vida que revelará su deseo de agradar a Dios. Teniendo estos factores, el profeta Abdías se dispuso a explicar en detalle, los terribles pecados que surgieron del orgullo de la vida, que caracterizó al pueblo de Edom.

En este punto de la profecía tenemos que recordar que Esaú y Jacob eran hermanos, hermanos mellizos. Pero, lejos de ser idénticos, en realidad eran caracteres opuestos. Crecieron en la misma familia, y tuvieron el mismo padre y madre. Pero desde el principio de sus vidas se desarrolló una lucha. Hubo un odio y una amargura que nunca se curaron, ni siquiera cuando se convirtieron en dos grandes naciones.

En embargo, encontramos que Dios tenía algo que decir a Su pueblo en cuanto a su relación con Edom. Por ello queremos ver lo que dice, por ejemplo, el Salmo 137, versículo 7; donde leemos: Señor, recuerda a los hijos de Edom cuando el día de Jerusalén decían: ¡"Arrasadla, arrasadla hasta los cimientos!" El pueblo de Edom, en vez de demostrar amistad hacia el pueblo de Israel en esa triste hora en que los ejércitos de Babilonia destruían su nación, se hicieron a un lado y, en realidad, estaban a favor de sus enemigos, animando a los Babilonios en las brutalidades que éstos cometían contra los vencidos. Pero Dios les había dicho en el principio a los israelitas, cuando éstos entraron a la tierra prometida: No aborrecerás al edomita, porque es tu hermano; no aborrecerás al egipcio, porque forastero fuiste en su tierra. (como leemos en Deuteronomio, capítulo 23, versículo 7) Y el vínculo de los israelitas con los edomitas era mayor, - Edom era su hermano, su hermano de sangre--- y a causa de ello, Dios había dicho que no tenían que odiarlos. Sin embargo, veremos que el pueblo de Edom manifestó un odio y una amargura hacia el pueblo de Israel, a través de toda la historia de su nación.

Aquí se mencionaron cinco acciones específicas, derivadas del orgullo, es decir, de su actitud de que podían vivir sin Dios.

La primera era la violencia. Leamos el versículo 10 de esta profecía de Abdías:

"Por haber maltratado a tu hermano Jacob te cubrirá vergüenza y serás exterminado para siempre."

A los edomitas les iban a suceder dos cosas: el profeta dijo aquí que (1) te cubrirá vergüenza. Finalmente, Babilonia pudo conquistar la ciudad de Petra y capturar a sus habitantes para llevárselos como esclavos. O sea que hubo un período en que como pueblo vivieron en la esclavitud; y (2), también dijo el profeta, en este versículo 10, serás exterminado para siempre. Edom, como nación, sería destruida completamente. Es interesante que en la actualidad oímos hablar mucho sobre Israel, pero nada sobre Edom.

Así que Edom fue una nación que intentó vivir sin Dios, y sus habitantes eran gente violenta y aguerrida. La violencia no es el método de Dios. En cualquier parte del mundo podemos ver hoy que con la guerra y la violencia se puede obtener muy poco. La violencia entre individuos y pueblos, en última instancia, no soluciona, en absoluto, ningún asunto o problema.

La segunda acusación contra Edom fue que ese pueblo se unió a los enemigos del pueblo de Israel. Leamos el versículo 11, que dice:

"Cuando extraños llevaban cautivo su ejército, cuando extraños entraban por sus puertas y echaban suertes sobre Jerusalén, tú estabas allí presente y te portaste como uno de ellos."

Aquí vemos que, en lugar de actuar como amigos y ayudar al pueblo de Israel, con quien tenían vínculos de sangre, se pusieron de parte del brutal enemigo que había invadido la tierra. Y dice el versículo 12,

"No debiste alegrarte del día de tu hermano, del día de su desgracia. No debiste alegrarte de los hijos de Judá el día en que perecieron, ni debiste burlarte en el día de su angustia."

Los edomitas se alegraron por la calamidad que había caído sobre el pueblo de Judá. Esta es siempre una acción típica del orgullo. Cuando usted ve a alguien alegrándose de las dificultades o problemas que otra persona tiene, puede estar seguro de que está escuchando a alguien que es muy orgulloso. Y el orgullo es algo que Dios dijo que detesta.

Ahora, la cuarta acción cruel y despiadada de los edomitas fue el saqueo, el pillaje. Leamos el versículo 13 de esta profecía:

"No debiste haber entrado por la puerta de mi pueblo en el día de su quebrantamiento; no, no debiste alegrarte de su mal en el día de su quebranto, ni haber echado mano a sus bienes en el día de su calamidad."

Los edomitas, no solo se unieron al enemigo para ponerse en contra del pueblo de Israel, sino que también se dedicaron activamente al pillaje, al saqueo para obtener el botín de los vencidos israelitas después de que el enemigo los condujera al cautiverio.

Estimado oyente, el orgullo conducirá al individuo a cometer acciones malvadas y una de ellas es el robar y ser deshonesto en los negocios. Muchos para mantener una posición preponderante en empresa, o para guardar las apariencias o su imagen personal ante los miembros de su grupo social, recurrirán a métodos deshonestos. Y en el día de hoy, nuestra sociedad contemporánea está carcomida por la deshonestidad. ¿Y cuál es nuestro problema? Bueno, la raíz del problema es el orgullo. Una persona orgullosa, viviendo su vida aparte de Dios, se dejará arrastrar por esta clase de vida.

La Biblia es aun el mejor libro de psicología. Este libro penetrará hasta llegar a la raíz del problema en el corazón humano. Al parecer, hoy hay cursillos, seminarios y conferencias disponibles para hacer frente a todas las necesidades, especialmente, para mejorar el nivel y la calidad de vida, por ejemplo, cómo mejorar las relaciones familiares, como obtener el éxito en el trabajo, como mejorar nuestras relaciones sociales y ganar amigos, como superar el estrés y la depresión, etc. Nuestro consejo es que regrese usted a la Palabra de Dios. Quizás usted no sabía que en el breve libro del profeta Abdías encontraría que se señaló con claridad que la raíz que ha conducido y aun conduce a los pueblos a su propia destrucción es el orgullo, es decir, la actitud de autosuficiencia en la vida que afirma la capacidad de las personas para vivir sin Dios.

Ahora llegamos a la quinta acción que surgió del orgullo. Leamos el versículo 14 de esta profecía de Abdías:

"Tampoco debiste haberte parado en las encrucijadas para matar a los que de ellos escapaban; ni debiste haber entregado a los que quedaban en el día de angustia."

En nuestra opinión, esta fue la peor acción que los edomitas pudieron cometer, con la cual llegaron al nivel más bajo que se podía llegar. Aquí es donde ellos revelaron su filosofía animal de la ley de supervivencia del más fuerte. Traicionaron a sus hermanos. Es que cuando el rey Nabucodonosor, de Babilonia, invadió Jerusalén, los habitantes de la ciudad se dispersaron y muchos de ellos huyeron a través del campo escabroso de Edom, donde podían esconderse. Pero los edomitas, apostados en las encrucijadas, delataron sus escondites al enemigo invasor. Así que cuando los soldados del ejército de Babilonia les venían pisando los talones a los israelitas, los edomitas informaron a los soldados sobre los lugares de refugio de los que huían. Esa fue la forma en que traicionaron a sus hermanos.

La mayoría de las personas que se dedican a actividades comerciales, están de acuerdo en reconocer que el mundo comercial es hoy un mercado en el cual individuos y empresas se devoran unos a otros. A este nivel ha llegado el ser humano por vivir separado de Dios. Con tal de mantener el bien nombre e imagen, dinero, éxito y poder, no importan los valores éticos ni los escrúpulos. Y ¿qué está detrás de toda esa pasión, de esa fiebre individual y colectiva? Pues, el orgullo. El orgullo proviene de esa actitud de autosuficiencia de afrontar la vida y sus luchas sin Dios. Lleva incluso a las personas, a traicionar a otros para obtener puestos de trabajo; ni siquiera los lazos familiares o los vínculos de la amistad evitan tales actitudes. Por supuesto que exteriormente muchos aparentan mantener amistades y buenas relaciones, aunque a la hora de la verdad, se transforman en rivales o enemigos. Cualquier persona que haya observado, o vivido situaciones similares, reconocerá que este estado de cosas se considera hoy normal, y que estas luchas implacables están justificadas por la fuerte competencia que existe en el mundo comercial.

Uno de los personajes de Shakespeare, Julio César, dijo algo en cuanto a esta situación de crisis de confianza que existe hoy en todos los órdenes o niveles en que existen diferentes niveles de oportunidad, o de autoridad. Ahora, en realidad no sabemos si Julio César habrá pensado o expresado en este sentimiento. Quizá haya sido así, sin embargo, fue Shakespeare quien lo pensó y puso las siguientes palabras en la boca de su personaje Julio Cesar: "Ese hombre no me gusta. Es un hombre delgado y hambriento. Yo quiero a mi alrededor hombres gordos y bien alimentados". O sea que, quizás prescindiendo del factor físico, deseaba tener a su alrededor personas satisfechas y que no estuvieran dominadas por una ambición insaciable de escalar posiciones para salir de una situación social deplorable.

Estimado oyente, ¿ve usted por qué Dios detesta el orgullo? Esta es una pasión que impulsa a las personas a actuar como animales. Incluso, la tremenda verdad, cuando un individuo intenta vivir sin Dios, es que desciende a niveles más bajos que los animales. Por lo tanto, el libro del profeta Abdías es la respuesta devastadora de Dios a las teorías sobre el origen de la vida que prescinden de la acción de Dios en la creación del universo y la vida. Ya hemos comentado anteriormente, que en el ámbito moral, ético o espiritual es evidente la existencia de una proceso de decadencia, que contrasta con la afirmación de que el hombre ha alcanzado estados superiores al de los animales. Es como si el ser humano actual necesitara recordar la voz de Dios, de su creador, preguntándole: "¿Sabes realmente de dónde vienes? Yo te creé a mi propia imagen y tu caíste, caíste tan bajo que te has situado en un nivel inferior al de los animales". Ya estamos viendo que en numerosas ocasiones Dios dijo que detestaba el orgullo y lo dijo con claridad, sin rodeos.

Ahora, para ver la conclusión de este conflicto entre Edom e Israel, tenemos que ir a la época de Cristo. Allí veremos a un hombre caminando junto al Mar de Galilea, sobre los senderos polvorientos de Samaria, y por las calles estrechas de Jerusalén. Su nombre era Jesús. Él pertenecía a la línea de descendencia del patriarca Jacob. También podremos ver, durante algunos años, a un hombre ocupando un trono. Su nombre era Herodes y las Sagradas Escrituras, la Biblia, fueron muy cuidadosas al identificarlo con exactitud; se trataba de Herodes, el Idumeo, el Edomita, perteneciente a la línea de descendencia de Esaú. Cuando a Jesús le llegó una advertencia para que huyera, porque Herodes quería matarlo, el Señor dijo: Id y decid a aquella zorra: Echo fuera demonios y hago curaciones hoy y mañana, y al tercer día termino mi obra (como podemos leer en el Evangelio de Lucas, capítulo 13, versículo 32). Y cuando el Señor Jesús fue finalmente traído ante aquel rey Herodes para enfrentarse a su juicio, ni siquiera abrió su boca ante Herodes. Allí se encontraron frente a frente, Jesús y Herodes, como si hubiera sido el acto final del conflicto entre Jacob y Esaú.

Hemos visto así una exposición detallada de la malvada actitud y acciones premeditadas del pueblo de Edom, causadas por un orgullo que fue creciendo paralelamente al desarrollo de aquel pueblo, y cuya solvencia económica, fortaleza y seguridad le llevaron a decidir que no necesitaban a Dios. Y así efectivamente ocurrió. Se convirtieron en un pueblo pagano, que realizaba sangrientos sacrificios humanos. Creyeron que podían continuar en su camino de progreso disfrutando la invulnerabilidad que les otorgaba su situación en una ciudad labrada en la roca y a la cual se accedía por un acceso muy estrecho, fácilmente defendible en caso de amenazas de otras potencias de la época. Hemos comparado esa situación espiritual con las personas que hoy en día, en su autosuficiencia, deciden prescindir de Dios en sus vidas, y por lo tanto, no son conscientes de la necesidad de establecer una relación con Él. Hemos reflexionado, también, sobre las aberraciones y extremos destructivos, tanto física como espiritualmente, de las personas que deciden tomar las riendas de sus vidas y que, al negar la existencia o la relevancia de Dios, están negando al mismo tiempo la existencia de una vida más allá de la muerte, y en la cual, inevitablemente, deberán presentarse ante Él.

Estudio bíblico de Abdías 1:4-9

 continuamos hoy nuestro recorrido por el libro del profeta Abdías; como ya hemos podido apreciar en los primeros versículos que hemos considerado, se trata de un libro breve, pero profundo y rico en contenido. Recordemos que dividimos al libro en dos grandes partes. La primera parte, titulada "La destrucción de Edom", se extiende desde el versículo 1 hasta el 16 y la segunda parte, se titula "La restauración de Israel" y se extiende desde el versículo 17, hasta el versículo 21. Nos encontramos, pues, en la primera división, que trata sobre la "destrucción de Edom", y concretamente, estamos comentando el versículo 4, al que llegamos en nuestro programa anterior.

Aquí en el libro de Abdías, encontramos que el orgullo del corazón enalteció a esta nación de Edom, tal como Esaú, quien despreció su primogenitura. Aún en el hogar de Abraham, donde había abundancia de comida, le gustó aquel plato de lentejas, prefiriéndolo a su primogenitura. A él no le preocupó Dios en absoluto. Al despreciar el privilegio espiritual de su primogenitura, despreció a Dios. Y después, con el transcurso del tiempo, Esaú se convirtió en una gran nación que había declarado su capacidad para vivir sin Dios. Antes de leer nuevamente el versículo 4, recordemos la forma en que el versículo 3 nos describió la privilegiada situación del pueblo de Edom, posición en la cual pudieron desplegar el orgullo que como pueblo los caracterizaba, y que los impulsó a creer que podían vivir y desarrollar su existencia dejando de lado completamente a Dios. El versículo comenzaba diciendo: La soberbia de tu corazón te ha engañado.

El versículo 3 de Abdías dice además a ti, que moras en las hendiduras de las peñas, en tu altísima morada, que dices en tu corazón: "¿Quién me derribará a tierra?" Aquel pueblo vivía en un lugar muy singular y único. Vivía en la firmeza y solidez de la ciudad de Petra, ciudad labrada en la roca. El lugar puede verse en la actualidad. Muchos turistas quedan asombrados del tamaño de la ciudad, protegida por un acceso de entrada que en ciertos lugares es muy estrecho; un jinete y su caballo pueden pasar con cierta dificultad. Por lo tanto, era una ciudad que se podía defender muy fácilmente, y que se había convertido en un lugar muy seguro. Muchas naciones depositaban allí su dinero, así como su oro o su plata, porque allí se encontraban bien custodiados, y porque consideraban que la ciudad nunca sería conquistada.

Así que, de acuerdo con la descripción Bíblica, vivían en las hendiduras de las peñas. Tenían grandes edificios construidos sobre la roca sólida, dentro de esta gran hendidura o garganta y hacia arriba y abajo, a ambos lados de ella. Así que la seguridad de los pobladores parecía perfecta, o al menos ellos así lo pensaron. Influenciado por ese falso sentido de seguridad, fue como si ese pueblo hubiera firmado una declaración de independencia, cortando su relación con Dios y separándose del gobierno de Dios. Se habían levantado y rebelado contra Él.

Ahora, ¿qué haría Dios frente a esta actitud? ¿Cómo respondería ante semejante desafío? Aquí tenemos entonces la respuesta divina. Leamos nuevamente este cuarto versículo de la profecía de Abdías:

"Aunque te remontaras como águila y entre las estrellas pusieras tu nido, de ahí te derribaré, dice el Señor."

Aquí destacamos la frase Aunque te remontaras como un águila. El águila fue usado en la Biblia como un símbolo de la deidad. Los Edomitas creían poder derrocar a Dios, como Satanás había intentado hacer, y pretendían en constituirse en una deidad. Pretendían ocuparse de ocuparse de los asuntos que Dios tenía que controlar. La frase y entre las estrellas pusieras tu nido nos recuerda el pecado de Satanás, expresado prácticamente con las mismas palabras, y quien pretendió exaltar su trono sobre las estrellas. Por ello Dios dijo: De ahí te derribaré.

Y cuántas personas hoy, estimado oyente, están tratando de vivir sus vidas como si fueran dioses. Piensan que no necesitan a Dios, y viven sin Él. Lo interesante es que cuando Dios nos creó, figurativamente hablando, no colocó por ninguna parte un instrumento para dirigirnos. Porque lo que Él quiere es guiar nuestras vidas. Primero quiere que acudamos a Él para recibir la salvación, y después quiere hacerse cargo de nuestras vidas. Y cuando usted y yo nos guiamos a nosotros mismos, estamos ocupando el lugar de Dios. Es como si ocupáramos en un coche el lugar del conductor, o en un barco ocupáramos el lugar del capitán y en un avión el lugar del piloto. Y así viajamos por tierra, mar y aire a nuestro antojo y a nuestro gusto. Esto es orgullo, y cualquiera que alcance esa posición, que haga suya esa actitud, si continúa en ella, está cometiendo un pecado que resultará en una fatalidad, porque va a vivir en una eternidad de perdición.

Enfoquemos nuevamente el microscopio y veamos en el pueblo de Edom la encarnación de Esaú. Ahí está Esaú. ¿Qué vemos entonces? Desde un punto de vista espiritual, vemos a un animal humano, vemos a un animal en estado original. Aquí, en vez de descender de los animales, cabría afirmar que descendemos al nivel de los animales. En vez de una ascensión, de una evolución, se ha registrado un descenso, un retroceso.

Las teorías que prescinden de Dios como el autor del origen de la vida no pasan de ser ilusiones falsas. Se enseñan como si fueran logros de la ciencia y han sido aceptadas por muchos de forma dogmática, sin ser cuestionadas, sin pedir explicaciones. Pero hay que reconocer que contra ellas han surgido objeciones inteligentes y fundamentadas. No es éste el momento de tratar este tema en detalle. Solo recordaremos, un ejemplo entre muchos científicos que han objetado las conclusiones de esas teorías. El Dr. Edwin Conklin, un biólogo, dijo que la probabilidad de que la vida se hubiera originado en un accidente, se puede comparar a la probabilidad de que un diccionario surgiendo de una explosión en una imprenta.

Lo triste de estas teorías son los resultados, porque conducen a un pesimismo fatal. Impulsan la creencia de que el ser humano está llegando a la meta, de que es alguien que puede prescindir de Dios, y dejan la clara sensación de una vida sin valores trascendentes, que van más allá de la experiencia humana material. Y ese pesimismo se revela ya en las vidas de muchos jóvenes, y en este sentido resulta significativo el aumento de suicidios. ¿Cómo es posible que en las edades en que existe ilusiones y esperanzas para vivir en el presente y para lograr en el futuro, tantos adolescentes y jóvenes llegan a la conclusión de que no vale la pena vivir? Fue el Dr. Alberto Einstein quien dijo: "El hombre que considere a su propia vida y a la de sus semejantes como sin sentido, no es simplemente desafortunado, sino que casi está descalificado para la vida. Esta fue una acertada declaración."

Y uno encuentra a hombres como Heinrich Heine, que fue uno de los poetas más grandes de Alemania. Sus poemas, punzantes y en ocasiones llenos de espíritu satírico, revelaron la filosofía de vida de su autor, En una ocasión él dijo: "Ya no soy un niño; yo no quiero más un Padre Celestial". Otro pensador, James Martineau, dijo "Le pedimos a Comte que levante el velo del lugar santísimo y nos muestre el objeto perfecto de adoración. Él produjo un espejo y nos mostró la imagen de nosotros mismos". Hasta aquí la cita de Martineau. Y también recordamos lo que dijo el ilustre escritor inglés William Shakespeare en una de sus obras: "Señor, qué necios son estos mortales". Pero destacamos el realismo del apóstol Pablo, que bajo la inspiración del Espíritu Santo nos describió tal como verdaderamente somos y en su carta a los Romanos, capítulo 7, versículo 18, escribió: Yo se que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa, nada bueno habita. Aunque deseo hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo.

Ahora, si usted quiere saber cómo los sistemas que han dejado a Dios han afectado a la forma de pensar del ser humano, escuchemos algunas declaraciones de un poeta. Se trata del fallecido poeta británico Wystan Hugh Auden. Este hombre salió de su país y fue a radicarse a los Estados Unidos donde se naturalizó como ciudadano de ese país; de otra manera hubiera sido el poeta laureado de Gran Bretaña. Pero escuchemos el pesimismo de este hombre, expresado en las siguientes palabras de un poema: "Si todas las estrellas desaparecieran o murieran, tendría que aprender a mirar a un cielo vacío, y sentir su completa y sublime oscuridad, aunque ello me llevaría un cierto tiempo". ¡Qué pesimista! ¿no es cierto? Y luego el poeta continuó escribiendo: "Mirando a las estrellas, yo sé muy bien que por lo que a ellas concierne, yo puedo irme al infierno."

Hemos hablado sobre el pesimismo al que han conducido teorías sobre el origen de la vida, y la filosofía resultante de tales ideas, así como de su efecto en los valores de la sociedad actual, concretamente, entre los jóvenes y adolescentes. Hemos mencionado del hecho de la regresión, del retroceso, en vez de una evolución moral de la humanidad. En este sentido, este breve libro del Antiguo Testamento constituye la respuesta mordaz de Dios al orgullo humano que quiso prescindir de Él, no solo al considerar el origen de la vida sino también, el desarrollo de la vida de las personas, individual y socialmente. Se ha visto que muchas personas que disfrutan de todos los recursos materiales que esta vida puede ofrecer, tienen actitudes y costumbres y prácticas en su forma de vivir, de nivel inferior al de los propios animales. Ningún animal pierde el control de sus acciones por la ingestión de sustancias alucinógenas, ni ejerce la violencia contra su pareja o contra sus hijos, ni los hijos contra sus progenitores, ni practica el asesinato. Solo los seres humanos se implican en tales aberraciones. Muchas personas de nuestro tiempo viven, pues, en ese nivel inferior, y ya estaban viviendo en esa forma en el pueblo de Edom, en los tiempos del profeta Abdías. A pesar de los logros extraordinarios de la ciencia y del desarrollo de la técnica, el ser humano puede descender a niveles inferiores al mundo animal, cuando decide que va a vivir sin Dios.

Recordemos que Dios les dijo a los Edomitas en el versículo 4 de esta profecía: Aunque te remontaras como águila y en las estrellas pusieras tu nido, de ahí te derribaré.

Y así, el profeta Abdías continuó anunciando la destrucción completa del pueblo de Edom. Leamos el versículo 5:

"Si ladrones vinieran a ti, o salteadores de noche (¡cómo has sido destruido!), ¿no hurtarían lo que necesitan? Si entraran a ti vendimiadores, ¿no dejarían algún rebusco?"

Aquí Abdías estaba diciendo que si un ladrón viviera a robarles, se llevaría lo que él quisiera, pero no se llevaría todo. Lo mismo sería también cierto de un vendimiador, quien dejaría algunas uvas. Pero Dios le dijo a Edom: "Cuando yo os juzgue, la destrucción será total". Y dice el versículo 6 de esta profecía de Abdías:

"¡Cómo fueron saqueadas las cosas de Esaú! Sus tesoros escondidos fueron buscados."

Este es el versículo clave del libro de Abdías. Otra versión traduce "¡Cómo será escudriñado Esaú, y rebuscados sus tesoros escondidos!" El Dr. Grinsburg, especialista en Hebreo, tradujo este verbo "saquear" como "desnudar completamente" y entonces la frase quedaría así: ""cómo fueron desnudadas completamente las cosas de Esaú!". O como dijimos antes, Dios había colocado a Esaú bajo el microscopio y dijo: "Venid, mirad. Observad a través de la Palabra de Dios a este hombre. Yo lo detesto. ¿Y por qué? Por el orgullo de su vida. Me ha dado la espalda y ha declarado su capacidad para vivir sin mí". Este es, estimado oyente, el orgullo de la vida.

Y la segunda frase del versículo 6, hablando de Esaú dice: sus tesoros escondidos fueron buscados. Ahora, cuando uno lee en el libro de Génesis no encuentra este detalle. Pero si uno lo pasó por alto en el Génesis, lo encuentra aquí. Aquí podemos tomar el microscopio y volver a observar a Esaú, para descubrir por qué él quiso vender su primogenitura por un guiso de lentejas. Y fue por una razón muy sencilla. El derecho de primogenitura implicaba que él sería el sacerdote de la familia, lo cual también implicaba una relación con Dios. Y, francamente hablando, él prefería comerse un guiso de lentejas, que tener una relación con Dios. Y cuando uno llega a ese punto, estimado oyente, ha descendido al nivel más bajo que se pueda llegar. Continuemos leyendo el versículo 7 de esta profecía de Abdías:

"Todos tus aliados te han engañado; hasta los confines te hicieron llegar; los que estaban en paz contigo te han derrotado; los que comían tu pan pusieron trampa debajo de ti. ¡No hay en él inteligencia!"

Edom era una nación que todos los enemigos de aquel día pasaban por alto. Ellos simplemente no querían preocuparse por ese pueblo, resguardado allí en la ciudad de Petra, una ciudad labrada en la roca. Sin embargo, Nabucodonosor fue capaz de introducir espías a la ciudad, y a través de ellos, pudo apoderarse de la ciudad. En la misma forma en que Dios utilizó a Nabucodonosor para destruir a Jerusalén, la ciudad de los hijos de Jacob, que se habían apartado de Dios, Él también utilizó a Nabucodonosor para entrar y apoderarse de Edom, la nación de los hijos de Esaú. Ahora, el versículo 8, dice:

"Aquel día, dice el Señor, haré que perezcan los sabios de Edom y la prudencia del monte de Esaú."

Ese pueblo no sólo era notable por el hecho de que estaba bien protegido por la seguridad de la zona rocosa de la montaña, en aquella hermosa ciudad de Petra, pero aquella gente también había desarrollado una sabiduría y un conocimiento, así como también una superstición. La ciudad se había convertido en un centro pagano en el cual proliferaban muchos cultos. Las excavaciones arqueológicas allí realizadas, especialmente en las cimas de las montañas que se encontraban alrededor de la ciudad de Petra, han dejado al descubierto los lugares en los que se realizaban sacrificios humanos sangrientos. Ahora, la ciudad también era famosa por su sabiduría. Por ejemplo, Elifaz, el amigo del patriarca Job, era de Temán, según podemos leer en Job, capítulo 4, versículo 1. La gente de todas las naciones llegaba allí para escuchar la sabiduría de los sabios, como podemos leer también en el libro del profeta Jeremías, capítulo 49, versículo 7. Y Dios dijo que destruiría a los sabios de Edom y a la inteligencia del monte de Esaú. Y ahora, en el versículo 9, leemos:

"Y tus valientes, Temán, serán amedrentados, y será exterminado todo hombre del monte de Esaú."

Aquí el nombre Temán proviene de un nieto de Esaú, y el lugar estaba situado en la zona sur del territorio de Edom. Los habitantes de Temán eran famosos por su valentía. Y ahora el estudio nos lleva a un nuevo párrafo titulado

El crimen de Edom

A partir del versículo 10 y hasta el versículo 14, Abdías nos iba a dar una lista de las razones por las cuales Dios iba a destruir a este pueblo. Hemos dicho que el orgullo de la vida era su gran pecado, pero este pecado también los impulsó a cometer otros pecados. El orgullo es una actitud que no se puede ocultar por mucho tiempo. Tarde o temprano se pone en evidencia, como si fuera una grave enfermedad, como, por ejemplo, un cáncer agresivo en pleno desarrollo, porque el orgullo constituye una fuerza impulsora tremenda en el ser humano. Esa filosofía de la vida va a ir dominando gradualmente todos sus sentidos y uno va a expresar esa forma de pensar y de sentir de alguna manera. Si usted es contrario u hostil hacia la religión, y excluye a Dios completamente, vivirá una vida como si Dios no existiera. Y si usted es consciente de la presencia y santidad de Dios, porque tiene una relación con Él, con toda naturalidad, vivirá una vida que revelará su deseo de agradar a Dios. Teniendo estos factores, el profeta Abdías se dispuso a explicar en detalle, los terribles pecados que surgieron del orgullo de la vida, que caracterizó al pueblo de Edom.

En este punto de la profecía tenemos que recordar que Esaú y Jacob eran hermanos, hermanos mellizos. Pero, lejos de ser idénticos, en realidad eran caracteres opuestos. Crecieron en la misma familia, y tuvieron el mismo padre y madre. Pero desde el principio de sus vidas se desarrolló una lucha. Hubo un odio y una amargura que nunca se curaron, ni siquiera cuando se convirtieron en dos grandes naciones.

Estudio bíblico de Abdías 1:1-4

Continuamos hoy con nuestro recorrido por esta breve profecía del profeta Abdías.tuvimos algunas reflexiones de introducción, un bosquejo general del único capítulo del libro, en el cual vimos que éste se divide en dos divisiones principales. La primera de ellas, titulada "La destrucción de Edom", abarca los versículos 1 al 16. Al comentar el versículo 1, hemos iniciado ya la primera sección de este capítulo, titulada "La acusación contra Edom", que abarca desde el primer versículo hasta el versículo 9.

En nuestro programa anterior también comentamos el pasaje Bíblico del libro del profeta Malaquías, capítulo 1, versículos 2 y 3, que incluye la severa afirmación de que Dios amó a Jacob y aborreció a Esaú, su hermano. Destacamos que tal afirmación, hecha sin mayor comentario ni referencia a otros pasajes Bíblicos, pueden causar extrañeza a algunos. En tal sentido, retrocedimos a los antecedentes familiares de Jacob y Esaú, registrados en el libro del Génesis, en los cuales pudimos apreciar las características de la personalidad de cada uno de estos dos hermanos.

Lo que le da importancia a ese pequeño libro de Abdías, estimado oyente, es que es el único lugar en la Palabra de Dios donde encontramos una explicación de por qué Dios aborreció a Esaú.

El gran erudito hebreo, Ginsburg, tradujo el versículo 6 de Abdías de la siguiente manera: "¡Como fueron desnudadas las cosas de Esaú!". En otras palabras, fueron puestas al descubierto para que las contempláramos por primera vez: Fue como si Abdías hubiera enfocado un microscopio sobre Esaú, y cuando uno mira por el ocular pudiera ver a Edom. Y no fue solo Abdías el que enfocó el microscopio sobre Esaú, porque Abdías era el microscopio de Dios. Miremos atentamente por ese microscopio y veremos la imagen de Esaú ampliada. Y entonces lo que veremos será a 250.000 pequeños Esaús, es decir, que veremos al pueblo de Edom. Un fotógrafo puede tomar una foto en miniatura y transformarla en una gran fotografía ampliada. Así que en realidad este libro de Abdías es como una fotografía ampliada de Esaú. Uno puede inflar una cámara de aire de goma, y encontrar un escape, una pequeña fuga en ella. Uno no podría descubrir esa fuga hasta inflar la cámara. De la misma forma, Abdías presentó a Esaú como si estuviera inflado para que pudiéramos ver en qué área de su vida se encontraba el defecto, y además para que pudiéramos comprender porque Dios lo aborreció. Fue como si al principio hubiera habido un grano pequeño o una espinilla debajo de la piel, pero después ésta se transformó en un cáncer rápido y agresivo. Lo que fue pequeño en Esaú, después lo vemos aumentado 100.000 veces en la nación que provino de él, es decir, en Edom. Dios no dijo que en un principio hubiera aborrecido a Esaú. El tuvo que esperar a que él se convirtiera en una nación y revelara la causa por la cual Dios lo aborreció.

O sea, que Dios no dijo que aborreció a Esaú o que amó a Jacob hasta el tiempo en que se escribió el último libro del Antiguo Testamento. Ambos hermanos se habían convertido en naciones, Edom e Israel. Israel fue poderosamente usado por Dios a través de los siglos; ese pueblo produjo hombres como Moisés, Josué, Samuel, David, Ezequías, Nehemías, Esdras y así sucesivamente muchos otros. Pero la nación que provino de Edom le se convirtió en una nación pagana; le volvió la espalda a Dios. Pero ¿qué fue lo que causó que Dios aborreciera a Esaú y a su nación?

Bueno, leamos ahora el versículo 2 de este libro de Abdías:

"Pequeño te he hecho entre las naciones; estás abatido en gran manera."

Ellos eran una gran nación, como vamos a poder apreciar en este libro. Pero iba a ser abatida y Abdías hizo esta declaración como una profecía que se proyectaba hacia el futuro, pero desde el punto de vista en que nos encontramos hoy, podemos ver que ya ha sido cumplida.

¿Cuál fue el gran pecado del pueblo de Edom que causó el juicio de Dios sobre ellos? Leamos el versículo 3:

"La soberbia de tu corazón te ha engañado, a ti, que moras en las hendiduras de las peñas, en tu altísima morada, que dices en tu corazón: ¿Quién me derribará a tierra?."

Aquí dice que su carácter soberbio lo había engañado. ¿Por qué motivo detestó Dios al pueblo de Edom? Por su orgullo. Quizás esta respuesta desconcierte a algunos de nuestros oyentes, que piensen, "¿y esto fue todo? Bueno el orgullo es malo, pero no tanto".

Bueno, estimado oyente, creemos que en el día de hoy, algunas cosas han quedado fuera de proporción. Supongamos que decimos que conocemos a cierto creyente que está totalmente controlado por la bebida, o por algún otro vicio. Es posible que la mayoría dijera que tal creyente debería ser objeto de la disciplina de la congregación cristiana a la que pertenece, y en caso de demostrar que no desea salir de esa situación, debería ser excluido de la membresía de la iglesia. Ahora, supongamos que le dijéramos que un colaborador de otra congregación fue sorprendido por la policía cuando realizaba un acto delictivo. En este caso, también, la mayoría opinaría que ese individuo debía ser disciplinado y excluido de sus cargos y de la membresía de la congregación. Pero ahora supongamos que conocemos a un miembro de cierta iglesia que estaba lleno de soberbia y orgullo, y que es una de las personas más orgullosas que hemos conocido, y preguntamos a nuestra audiencia qué debería hacer la iglesia con él. Nos atrevemos a decir que nadie sugeriría que debiera ser expulsado de la iglesia. Muchos tendrían un sentimiento de compasión hacia él e incluso esbozarían una sonrisa de comprensión, y pensarían que el pastor de la congregación debería conversar con tal persona haciéndola ver que la suya es una actitud improcedente y errónea, de acuerdo con la ética cristiana. En este último caso, entonces, la mayoría pensaría que no se trata de un pecado tan grave, que es un pecado menos evidente, y que no puede compararse a los pecados anteriormente citados en este ejemplo porque no atenta contra el orden, contra las leyes no contra la convivencia social. No es como mentir, difamar, quebrantar una ley atentando contra los derechos de los demás y que, después de todo, está muy generalizado porque todos tenemos una cierta medida de orgullo. Algunos lo demuestran más abiertamente, mientras que otros lo disimulan todo lo que pueden. Pero ante esa posible reacción, debemos decirle que ante los ojos de Dios, el orgullo, la soberbia, es un pecado peor que otros. La Biblia tiene mucho que decir sobre el pecado de la ebriedad, por ejemplo, que contribuyó a la caída de Israel, de Babilonia, de Alejandro Magno y de Roma y de otras muchas naciones a lo largo de la historia, agravado en nuestro tiempo por el creciente uso de las drogas, por la gran cantidad de personas controladas por la drogadicción. Pero, estimado oyente, debemos decirle que delante de Dios, el orgullo es peor que otros pecados. El orgullo es algo que llega hasta la realidad de nuestra vida diaria y nos toca muy de cerca, en el plano en que su vida y la mía se encuentran ante Dios. Se nos ha dado una perspectiva adecuada y clara con respecto al orgullo. El orgullo es el pecado de los pecados, y uno de los peores. Es algo que las Escrituras Sagradas condenan por encima de todo lo demás. Dios ha dicho que detesta el orgullo y el pueblo de Edom estaba consumiéndose con el orgullo. Fue como si Dios hubiera dicho que aborrecía a Esaú a causa de su orgullo.

Hay numerosas citas de la Biblia que destacan la actitud de Dios con respecto al orgullo. Por ejemplo, leamos lo que dijo el escritor de los Proverbios, en el capítulo 6, versículos 16 al 19: Seis cosas aborrece el Señor, y aun siete le son abominables: (1) los ojos altivos, (2) la lengua mentirosa, (3) las manos que derraman sangre inocente, (4) el corazón que maquina pensamientos inicuos, (5) los pies que corren presurosos al mal, (6) el testigo falso, que dice mentiras, (7) y el que siembra discordia entre hermanos. En este pasaje podemos ver claramente que la mirada altiva encabeza esta lista de cosas que Dios detesta. Cuando en una comunidad cristiana alguien mira con una actitud de desprecio a un creyente pobre, de humilde condición social, que ha cometido algún pecado, ante la mirada de Dios, el despreciativo ha cometido un pecado aun peor. Y esta afirmación no pretende minimizar los demás pecados, que tienen su gravedad, pero es que el orgullo es mucho peor.

Pero esto no es todo lo que Dios tuvo que decir sobre el orgullo. El también dijo, El temor del Señor es aborrecer el mal: yo aborrezco la soberbia, la arrogancia, el mal camino y la boca perversa (como podemos leer en Proverbios 8:13) Y el apóstol Juan nos dijo en su primera epístola, capítulo 2, versículo 16 que la vanagloria (o la arrogancia) de la vida--- no proviene del Padre, sino del mundo. ¿De dónde viene el orgullo de la vida? Si hay algo que proviene del diablo, es el orgullo.

Y también tenemos una cita del Nuevo Testamento. En la carta del apóstol Santiago, capítulo 4, versículo 6, leemos: Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes. Y Él siempre está del lado del humilde. Como hemos visto, Dios siempre aborrece la mirada altiva del que está controlado por la soberbia y el orgullo.

Hay muchos cristianos hoy que tienen orgullo de su raza, orgullo de su aspecto y condiciones personales, e incluso orgullo de haber sido salvos por la gracia de Dios. Estimado oyente, la salvación no debería ser motivo de orgullo para nadie; no es algo para andarse jactando. Es un motivo para dar a Dios la honra por Su gloria. Un individuo debiera más bien sentirse avergonzado porque, siendo un pobre pecador ha tenido que ser salvo por la gracia. Nos hubiera gustado tener algo que ofrecerle a Dios por la salvación, pero no poseemos nada, así que tenemos que ser salvos por Su gracia y no podemos enorgullecernos por ello. Ya hay bastantes jactándose del hecho de que han sido pecadores. Dios les da gracia a los humildes. El apóstol escribió en su carta a los Filipenses capítulo 2, versículo 5, Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús. Ahora, ¿qué sentir, qué forma de pensar tuvo El? Pues fue la humildad. Él mismo dijo, en el Evangelio de Mateo, capítulo 11, versículo 29, 29Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas. El orgullo ha destruido el testimonio de muchos creyentes, y los ha hecho ineficaces para Dios. Han vivido y actuado para jactarse ante los demás y solo han logrado construir un muñeco de paja. Ho han estado construyendo sobre el fundamento de Cristo con materiales valiosos como el oro, la plata o las piedras preciosas. Podemos decir que el orgullo ha causado la caída de muchos cristianos.

Después de todo, el orgullo fue el pecado de Satanás. En otra ocasión ya hemos leído el pasaje de Isaías 14:12-14, en el cual vimos que dijo: Subiré al cielo. En lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, . . . sobre las alturas de las nubes subiré y seré semejante al Altísimo. Además, recordemos que el orgullo fue la raíz de la locura del rey Nabucodonosor. En Daniel, capítulo 4, versículo 30 leemos: Habló el rey y dijo: "¿No es esta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad? ¿Y qué le sucedió a aquel rey? Bueno, los versículos 31 y 32, de ese capítulo 4 de Daniel, dicen: Aún estaba la palabra en la boca del rey, cuando vino una voz del cielo: "A ti se te dice, rey Nabucodonosor: El reino te ha sido quitado; y de entre los hombres te arrojarán, con las bestias del campo será tu habitación. . . Y realmente, aquel no fue un accidente. Los sicólogos actuales lo habrían considerado como una forma de historia que lo condujo a una amnesia. Aquel hombre no sabía quién era y comenzó a actuar como los animales del campo. ¿Y por qué? Porque cuando una persona se enaltece por causa de su orgullo, en realidad no se eleva sino más bien desciende al nivel de los animales. Dios degradó al rey Nabucodonosor y lo rebajó al nivel de las bestias del campo.

Ahora, ¿qué es el orgullo? Humanamente hablando es arrogancia, vanidad, exceso de estimación propia. Desde un punto de vista espiritual, es una actitud de la vida que declara su capacidad para vivir sin Dios. Aquí en el libro de Abdías, encontramos que el orgullo del corazón enalteció a esta nación de Edom, tal como Esaú, quien despreció su primogenitura. Aún en el hogar de Abraham, donde había abundancia de comida, le gustó aquel plato de lentejas, prefiriéndolo a su primogenitura. A él no le preocupó Dios en absoluto. Al despreciar el privilegio espiritual de su primogenitura, despreció a Dios. Y después, con el transcurso del tiempo, Esaú se convirtió en una gran nación que había declarado su capacidad para vivir sin Dios.

El versículo 3 de Abdías dice además a ti, que moras en las hendiduras de las peñas, en tu altísima morada, que dices en tu corazón: "¿Quién me derribará a tierra?" Aquel pueblo vivía en un lugar muy singular y único. Vivía en la firmeza y solidez de la ciudad de Petra, ciudad labrada en la roca. El lugar puede verse en la actualidad. Muchos turistas quedan asombrados del tamaño de la ciudad, protegida por un acceso de entrada que en ciertos lugares es muy estrecho; un jinete y su caballo pueden pasar con cierta dificultad. Por lo tanto, era una ciudad que se podía defender muy fácilmente, y que se había convertido en un lugar muy seguro. Muchas naciones depositaban allí su dinero, así como su oro o su plata, porque allí se encontraban bien custodiados, y porque consideraban que la ciudad nunca sería conquistada.

Así que, de acuerdo con la descripción Bíblica, vivían en las hendiduras de las peñas. Tenían grandes edificios construidos sobre la roca sólida, dentro de esta gran hendidura o garganta y hacia arriba y abajo, a ambos lados de ella. Así que la seguridad de los pobladores parecía perfecta, o al menos ellos así lo pensaron. Influenciado por ese falso sentido de seguridad, fue como si ese pueblo hubiera firmado una declaración de independencia, cortando su relación con Dios y separándose del gobierno de Dios. Se habían levantado y rebelado contra Él.

Ahora. ¿qué iba a hacer Dios en un caso como aquel? Leamos el versículo 4 de este libro de Abdías:

"Aunque te remontaras como águila y entre las estrellas pusieras tu nido, de ahí te derribaré, dice el Señor."

Aquí destacamos la frase Aunque te remontaras como un águila. El águila fue usado en la Biblia como un símbolo de la deidad. Los Edomitas creían poder derrocar a Dios, como Satanás había intentado hacer, y pretendían en constituirse en una deidad. Pretendían ocuparse de ocuparse de los asuntos que Dios tenía que controlar. La frase y entre las estrellas pusieras tu nido nos recuerda el pecado de Satanás, expresado prácticamente con las mismas palabras, y quien pretendió exaltar su trono sobre las estrellas. Por ello Dios dijo: De ahí te derribaré.

Y cuántas personas hoy, estimado oyente, están tratando de vivir sus vidas como si fueran dioses. Piensan que no necesitan a Dios, y viven sin Él. Lo interesante es que cuando Dios nos creó, figurativamente hablando, no colocó por ninguna parte un instrumento para dirigirnos. Porque lo que Él quiere es guiar nuestras vidas. Primero quiere que acudamos a Él para recibir la salvación, y después quiere hacerse cargo de nuestras vidas. Y cuando usted y yo nos guiamos a nosotros mismos, estamos ocupando el lugar de Dios. Es como si ocupáramos en un coche el lugar del conductor, o en un barco ocupáramos el lugar del capitán y en un avión el lugar del piloto. Y así viajamos por tierra, mar y aire a nuestro antojo y a nuestro gusto. Esto es orgullo, y cualquiera que alcance esa posición, que haga suya esa actitud, si continúa en ella, está cometiendo un pecado que resultará en una fatalidad, porque va a vivir en una eternidad de perdición.

Enfoquemos nuevamente el microscopio y veamos en el pueblo de Edom la encarnación de Esaú. Ahí está Esaú. ¿Qué vemos entonces? Desde un punto de vista espiritual, vemos a un animal humano, vemos a un animal en estado original. Aquí, en vez de descender de los animales, cabría afirmar que descendemos al nivel de los animales. En vez de una ascensión, de una evolución, se ha registrado un descenso, un retroceso.

Las teorías que prescinden de Dios como el autor del origen de la vida no pasan de ser ilusiones falsas. Se enseñan como si fueran logros de la ciencia y han sido aceptadas por muchos de forma dogmática, sin ser cuestionadas, sin pedir explicaciones. Pero hay que reconocer que contra ellas han surgido objeciones inteligentes y fundamentadas. No es éste el momento de tratar este tema en detalle. Solo recordaremos, un ejemplo entre muchos científicos que han objetado las conclusiones de esas teorías. El Dr. Edwin Conklin, un biólogo, dijo que la probabilidad de que la vida se hubiera originado en un accidente, se puede comparar a la probabilidad de que un diccionario surgiendo de una explosión en una imprenta.

Lo triste de estas teorías son los resultados, porque conducen a un pesimismo fatal. Impulsan la creencia de que el ser humano está llegando a la meta, de que es alguien que puede prescindir de Dios, y dejan la clara sensación de una vida sin valores trascendentes, que van más allá de la experiencia humana material. Y ese pesimismo se revela ya en las vidas de muchos jóvenes, y en este sentido resulta significativo el aumento de suicidios. ¿Cómo es posible que en las edades en que existe ilusiones y esperanzas para vivir en el presente y para lograr en el futuro, tantos adolescentes y jóvenes llegan a la conclusión de que no vale la pena vivir? Fue el Dr. Alberto Einstein quien dijo: "El hombre que considere a su propia vida y a la de sus semejantes como sin sentido, no es simplemente desafortunado, sino que casi está descalificado para la vida. Esta fue una acertada declaración". 

Estudio bíblico de Abdías Introducción

Nuestro estudio nos lleva hoy al libro de Abdías, que aun siendo un libro que se caracteriza por su brevedad, tiene un gran mensaje, aplicable a su tiempo, y a todos los tiempos. En primer lugar, vamos a hablar algo sobre

El escritor

El nombre Abdías significa "siervo del Señor". Fue uno de los profetas acerca de los cuales no sabemos absolutamente nada, excepto que escribió una profecía. Los otros profetas son Habacuc, Hageo y Malaquías. Estos profetas, a nivel personal, están encubiertos por el anonimato. Abdías fue como un escritor fantasma. Él está allí, pero no lo conocemos. Vivió conforme a su nombre, porque fue un "siervo del Señor". Y un siervo no se jacta de su genealogía, ni se aprovecha de sus experiencias. No se coloca en un primer plano. Él tiene que demostrar, por lo que hace, que puede pretender ocupar el lugar de un siervo.

Lo que encontramos aquí en el libro de Abdías es muy similar Al caso del evangelio de Marcos en el Nuevo Testamento. El evangelio según San Marcos presentó a Cristo como el siervo del Señor. El carácter de nuestro Señor está reflejado en esas páginas. Y en el evangelio según San Marcos no existe ninguna genealogía, porque los datos de una genealogía, es decir sus antecedentes familiares, no son necesarios al exponer la vida de un siervo. Por ello, el evangelio de Marcos es el evangelio de la acción intensa del siervo divino.

Así que Abdías fue simplemente un profeta que escribió una de las profecías importantes de la Biblia. El Dr. Pussey hizo también esta declaración con respecto a Abdías: "La voluntad de Dios fue que únicamente su nombre y su breve profecía fueran conocidas por el mundo". El libro de Abdías es un libro breve, pero aun así, constituye una especie de bomba nuclear de la Biblia. A pesar de ser reducido en extensión, contiene un mensaje potente. Ahora, digamos algo en cuanto a

La fecha

La dificultad principal con la profecía de Abdías es situarlo en la historia del pueblo de Israel. Algunos han sugerido una fecha tan temprana como el año 887 A.C., que situaría a este profeta en la época del reinado de la sanguinaria Atalía (como podemos leer en el Segundo Libro de Reyes, capítulo 8, versículos 16 al 26) Ahora, el Dr. Pussey situó a Abdías durante el reinado de Josafat (y en este sentido habría que referirse al Segundo Libro de Crónicas, capítulo 17, versículo 7) Aunque su nombre figuró en este último pasaje, hay que considerar que el suyo era un nombre muy común en aquellos días, por lo cual esta última cita probablemente no se referiría al mismo Abdías que estamos considerando. El Cannon Farrah mencionó la fecha del año 587 A.C., y el Dr. Moorehead estuvo de acuerdo con ella, sugiriendo que Abdías fue probablemente contemporáneo de Jeremías. Y esta idea giró alrededor de las palabras que encontramos en el versículo 11 de este libro, que dice: Cuando extraños llevaban cautivo su ejército, cuando extraños entraban por sus puertas y echaban suertes sobre Jerusalén, tú estabas allí presente y te portaste como uno de ellos. Estas palabras fueron escritas como una profecía, describiendo hechos antes de que éstos ocurrieran, o constituyeron un registro histórico de lo que efectivamente sucedió. Por supuesto, la interpretación natural es aceptar esta declaración como historia, antes que como profecía, lo cual situaría la fecha de la profecía de Abdías alrededor del año 587 A.C., después del cautiverio del los israelitas en Babilonia, y durante el ministerio del profeta Jeremías. A continuación definiremos

El pensamiento clave de este libro

El pequeño reino de Edom fue el tema de esta breve profecía. El versículo 6 podría ser considerado el versículo clave y dice: ¡Cómo fueron saqueadas las cosas de Esaú! Sus tesoros escondidos fueron buscados.

Ahora presentaremos un breve Bosquejo General, que divide este libro en 2 partes y es el siguiente. Tengamos en cuenta que esta obra solo tiene una extensión de un capítulo. En la primera parte, que abarca los primeros 16 versículos, el tema es Edom y su destrucción. Aquí, tenemos la acusación contra Edom, entre los versículos 1 y 9. A continuación se nos habló del crimen de Edom, entre los versículos 10 y 14. Y después se nos describió la catástrofe que sobrevino a Edom, en los versículos 15 y 16. Aquí veremos una aplicación de la ley del talión, ley de represalias, que consistía en hacer sufrir al delincuente un daño igual al que causó.

En la segunda parte, que abarca desde el versículo 17 hasta el 21, se comentó la restauración de Israel. En esta parte, leemos acerca de la condición de Israel, en el versículo 17. A continuación se habló sobre la conflagración de la casa de Esaú, en el versículo 18. Y finalmente se habló sobre la consumación de todas las cosas, entre los versículos 19 y 21, tema resumido en la frase del versículo 21, Y el reino será del Señor.

Con estos títulos tenemos un breve bosquejo que nos resume los temas de este libro. Ahora entraremos a considerar más directamente el contenido del mismo.

Al ser éste el libro más breve del Antiguo Testamento, por su extensión de solo 21 versículos, algunos piensan que no merece la pena leerlo, y que si fuera omitido de la Biblia, no se lo echaría en falta. Sin embargo, la brevedad del mensaje de esta obra no la hace menos importante o significativa. Como los otros llamados Profetas Menores, el mensaje de este libro es primordial, pertinente, práctico y conmovedor. Es un mensaje válido para todos los tiempos, que puede ser dirigido hacia la época en que estamos viviendo. Entonces, vamos a entrar en la primera de las dos partes de que consta, titulada

La destrucción de Edom

Ninguno de los llamados Profetas Menores son como volcanes extintos; más bien, representan una acción diferente. En esta especie de volcanes no pueden verse cenizas frías; por el contrario, arrojan una lava candente. La profecía de Abdías constituyó un juicio devastador contra el pequeño reino de Edom. Entramos ahora en la primera subdivisión de esta primera parte, que abarca desde el versículo 1 hasta el 9. Leamos el versículo 1 de esta sección que hemos titulado

La acusación contra Edom

"Visión de Abdías. El Señor Dios, ha dicho así en cuanto a Edom: Hemos oído el pregón del Señor, un mensajero ha sido enviado a las naciones: ¡Levantaos! Levantémonos en batalla contra este pueblo."

Aquí vemos que el profeta nos dijo inmediatamente y yendo directamente al tema, que ésta fue una visión que le fue dada por Dios mismo.

Ahora, ¿quién fue Abdías? Como dijimos en la introducción a este libro, fue uno de los Profetas Menores, acerca del cual no sabemos absolutamente nada. Su nombre era muy común en el pueblo de Israel y significa "siervo del Señor."

Y la primera frase del primer versículo dice El Señor Dios ha dicho en cuanto a Edom. El nombre Edom fue la clave de este breve libro, y retrocederemos al libro del Génesis para determinar la identidad de Edom. En el capítulo 36, versículo 1, leemos: Estas son las generaciones de Esaú, o sea Edom. Leamos ahora otra declaración en los versículos 8 y 9 de ese capítulo 36 de Génesis. Dice allí: 8Por eso Esaú, o sea Edom, habitó en los montes de Seir. 9Estos son los descendientes de Esaú, padre de Edom, en los montes de Seir.

Este fue, pues, el registro histórico, que fue repetido tres veces. Aunque damos por seguro que cuando Moisés escribió estas palabra no lo sabía, el Espíritu de Dios sí sabía que este hecho necesitaba ser enfatizado - y nos referimos a que Esaú era Edom, y Edom era Esaú. Los Edomitas fueron los descendientes de Esaú, así como los Israelitas fueron descendientes de Jacob, hermano de Esaú.

La historia de Esaú fue la de dos hermanos mellizos, Jacob y Esaú, que eran hijos de Isaac y Rebeca. No eran mellizos idénticos y sus personalidades eran opuestas. La historia quedó registrada en el libro del Génesis, capítulo 25, y comenzó cuando Rebeca estaba a punto dar a luz a estos mellizos. Dicen los versículos 22 y 23 del citado capítulo: 22Pero como los hijos luchaban dentro de ella, Rebeca pensó: «Si es así, ¿para qué vivo yo?». Y fue a consultar al Señor; 23y el Señor le respondió: "Dos naciones hay en tu seno, dos pueblos divididos desde tus entrañas. Un pueblo será más fuerte que el otro pueblo, y el mayor servirá al menor. Y desde el mismo principio, estos dos hermanos lucharon el uno contra el otro. Aunque eran mellizos, su carácter y actitudes eran opuestos. A Esaú le agradaba la vida al aire libre y le gustaba cazar. En cambio, Jacob prefería quedarse en casa y aprender a cocinar. Estaba muy apegado a su madre. Sin embargo, Jacob tenía un discernimiento espiritual que su hermano Esaú no tenía. Esaú era un hombre controlado por los deseos físicos y no se preocupaba de los asuntos espirituales. En realidad, rechazó su primogenitura, que implicaba autoridad espiritual y otros privilegios, y la cambió por un potaje de lentejas. El relato del Génesis continuó diciendo, en el capítulo 25:30-34: Dijo Esaú a Jacob: --Te ruego que me des a comer de ese guiso rojo, pues estoy muy cansado. (Por eso fue llamado Edom). Jacob respondió: --Véndeme en este día tu primogenitura. Entonces dijo Esaú: --me estoy muriendo, ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura? Dijo Jacob: --Júramelo en este día. Él se lo juró, y vendió a Jacob su primogenitura. 34Entonces Jacob dio a Esaú pan y del guisado de las lentejas; él comió y bebió, se levantó y se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura.

Esaú no vendió su primogenitura porque tuviera tanta hambre como para estar a punto de morir, ni porque no hubiera otra cosa para comer en la casa de Isaac, sino porque el suyo era un deseo físico muy intenso de su propia naturaleza, y estaba dispuesto a cambiar toda su herencia espiritual por un capricho pasajero. En aquellos tiempos, el que tenía el derecho a la primogenitura, como hijo mayor, estaba en contacto con Dios y era el sacerdote de la familia. Era el hombre que tenía un pacto con Dios, que tenía una relación con Dios, En efecto, fue como si Esaú hubiera dicho: "Preferiría comerme un plato de guiso que tener una relación con Dios."

Estimado oyente, aquí tenemos la ilustración de una gran verdad para los creyentes de todos los tiempos. Un creyente tiene dos naturalezas en sí mismo, y éstas están luchando la una contra la otra. El Apóstol Pablo señaló ese conflicto en su epístola a los Gálatas, capítulo 5, versículo 17, cuando escribió: 17porque el deseo de la naturaleza pecaminosa es contra el Espíritu y el del Espíritu es contra la naturaleza pecaminosa; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisierais. Estas son las dos naturalezas del creyente: la nueva naturaleza y la vieja naturaleza. Ellas se oponen entre sí. Esaú representaba a la naturaleza carnal, la vieja naturaleza, mientras que Jacob ilustraba a la nueva naturaleza, a la naturaleza del Espíritu.

El nombre "Edom" significaba "rojo o bronceado por el sol". Un bronceado tiene lugar cuando la piel es capaz de absorber todos los rayos de la luz, con excepción de los rayos que la enrojecen. Es interesante observar que, en la Biblia, es el individuo que no pudo absorber la luz del cielo y entonces ésta lo quemó. Estimado oyente, la luz del cielo le salva a usted o lo quemará. Usted la absorberá o será quemado por ella. Esta verdad siempre resulta cierta. Esaú representó a la naturaleza pecaminosa. Se convirtió en "Edom". Y Jacob se convirtió en Israel, el príncipe de Dios, y representó al Espíritu.

Habiendo visto a Esaú en el primer libro del Antiguo Testamento, veamos ahora el último libro del Antiguo Testamento y leamos unas palabras que pueden parecernos extrañas. Leamos el libro del profeta Malaquías, capítulo 1, versículos 2 y 3, que dicen: Yo os he amando, dice el Señor. Pero vosotros dijisteis: "¿En qué nos amaste?". ¿No era Esaú hermano de Jacob?, dice el Señor; sin embargo amé a Jacob y a Esaú aborrecí; convertí sus montes en desolación y abandoné su heredad a los chacales del desierto. Fue raro que Dios dijera que amó a Jacob y que aborreció a Esaú. Estas palabras podrían representar un problema para algunos.

En cierta ocasión un estudiante se dirigió al Dr. Griffith Thomas, profesor de Teología y le dijo: "Dr. Thomas, yo estoy teniendo un problema con esa declaración del libro de Malaquías. No puedo comprender por qué Dios dijo que aborreció a Esaú". Y el Dr. Thomas le respondió: "Joven, yo también estoy teniendo problemas con ese versículo, pero mi problema es diferente al suyo. Yo puedo comprender por qué Él aborreció a Esaú, pero no puedo comprender por qué Él amó a Jacob."

Lo que le da importancia a ese pequeño libro de Abdías, estimado oyente, es que es el único lugar en la Palabra de Dios donde encontramos una explicación de por qué Dios aborreció a Esaú.

El gran erudito hebreo, Ginsburg, tradujo el versículo 6 de Abdías de la siguiente manera: "¡Como fueron desnudadas las cosas de Esaú!". En otras palabras, fueron puestas al descubierto para que las contempláramos por primera vez: Fue como si Abdías hubiera enfocado un microscopio sobre Esaú, y cuando uno mira por el ocular pudiera ver a Edom. Y no fue solo Abdías el que enfocó el microscopio sobre Esaú, porque Abdías era el microscopio de Dios. Miremos atentamente por ese microscopio y veremos la imagen de Esaú ampliada. Y entonces lo que veremos será a 250.000 pequeños Esaús, es decir, que veremos al pueblo de Edom. Un fotógrafo puede tomar una foto en miniatura y transformarla en una gran fotografía ampliada. Así que en realidad este libro de Abdías es como una fotografía ampliada de Esaú. Uno puede inflar una cámara de aire de goma, y encontrar un escape, una peña fuga en ella. Uno no podría descubrir esa fuga hasta inflar la cámara. De la misma forma, Abdías presentó a Esaú como si estuviera inflado para que pudiéramos ver en qué área de su vida se encontraba el defecto, y además para que pudiéramos comprender porque Dios lo aborreció. Fue como si al principio hubiera habido un grano pequeño o una espinilla debajo de la piel, pero después ésta se transformó en un cáncer rápido y agresivo. Lo que fue pequeño en Esaú, después lo vemos aumentado 100.000 veces en la nación que provino de él, es decir, en Edom. Dios no dijo que en un principio hubiera aborrecido a Esaú. El tuvo que esperar a que él se convirtiera en una nación y revelara la causa por la cual Dios lo aborreció.

O sea, que Dios no dijo que aborreció a Esaú o que amó a Jacob hasta el tiempo en que se escribió el último libro del Antiguo Testamento. Ambos hermanos se habían convertido en naciones, Edom e Israel. Israel fue poderosamente usado por Dios a través de los siglos; ese pueblo produjo hombres como Moisés, Josué, Samuel, David, Ezequías, Nehemías, Esdras y así sucesivamente muchos otros. Pero la nación que provino de Edom le se convirtió en una nación pagana; le volvió la espalda a Dios. Pero ¿qué fue lo que causó que Dios aborreciera a Esaú y a su nación?

Estudio bíblico de Amós 9:2-15

hoy vamos a considerar los últimos versículos de este último capítulo de la profecía de Amós. Este capítulo 9 forma parte de la última gran división de este libro, comprendida entre los capítulos 7 y 9, titulada "Visiones del Futuro". El capítulo concluye con el mensaje de juicio que el profeta había estado comunicando al pueblo de Israel. A continuación, Amós proyectó su mirada al futuro y expuso la perspectiva gloriosa de un reino de Israel restaurado. De esta manera, tenemos en este capítulo dos secciones: la primera lleva el título "Visión de una dispersión mundial", que comienza en el versículo 1 y se extiende hasta el versículo 10); la segunda división fue titulada "Visión de una restauración mundial", y se extiende desde el versículo 11 hasta el versículo 15.

Comentando el primer versículo dijimos que describe la llegada de los Asirios. Debemos tener en cuenta que el altar aquí no es el altar del templo del rey Salomón en Jerusalén, sino probablemente el altar del templo del dios pagano Baal en la ciudad de Samaria. Las ruinas de este templo pueden verse hoy en aquel lugar.

Después vimos la frase golpea los capiteles y que se estremezcan los umbrales, y rómpelos sobre la cabeza de todos. En el momento en que el ejército enemigo sitiara la ciudad, la gente buscaría refugio en los templos, pero los templos caerían tan repentinamente que gran parte de la gente quedaría atrapada cuando las columnas se desmoronaran.

Y también comentamos que la frase final del versículo dice: no habrá entre ellos fugitivo que huya, ni refugiado de ellos que escape. El profeta quiso decir que aquellos que escaparan vivos de la ciudad, serían conducidos al cautiverio.

Ahora, dando comienzo a nuestro estudio y lectura asignados para el día de hoy, leamos el versículo 2 de este noveno y último capítulo de Amós, que dice:

"Aunque caven hasta el seol, de allá los tomará mi mano; y aunque suban hasta el cielo, de allá los haré descender."

Dice aquí, aunque caven hasta el seol que puede traducirse "lo profundo del sepulcro", refiriéndose a la morada de los muertos.

Hay dos cosas que causan el terror de los malvados. En nuestros días, es como si a muchos se les hubiera sometido a un lavado cerebral por parte de la sociedad en general, para que lo borren de sus mentes. Pero si las personas reflexionan un poco sobre este asunto, los dos factores que traen terror al corazón de los malvados son la omnipresencia e inmutabilidad de Dios. Dios es omnipresente, o sea, que está en todas partes. Incluso la muerte no lo puede separar a usted de El. Y la inmutabilidad de Dios significa que El nunca cambia. Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos. Estas dos verdades constituyen un consuelo para los hijos de Dios, aunque son aterradoras para los malvados.

Al hijo de Dios la omnipresencia de Dios le proporciona la seguridad de que El nunca lo dejará. En la carta a los Hebreos, capítulo 13, versículo 5, encontramos las siguientes palabras: No te desampararé ni te dejaré. Esta es, pues, una hermosa realidad. Y el Señor también dijo al que a mi viene, no lo echo fuera. Cuando El lo recibe a usted, lo recibe por la eternidad. Nadie puede apartarle de Su mano, y si usted s encuentra en Su mano, hay que reconocer que está muy cerca de El. El Señor Jesús también comparó nuestra relación con El a la de una vid y sus ramas o pámpanos. ¿Qué puede estar más cerca de una vid que sus ramas? Así que la omnipresencia de Dios constituye un gran consuelo para el creyente.

Sin embargo, para el malvado, la omnipresencia de Dios es algo terrible. Muchas personas han llegado a grandes extremos para evadirse de la presencia de Dios. Pero ni siquiera la muerte puede separarnos de Dios. El rey David comprendió está verdad cuando escribió en el Salmo 139, versículos 7 y 8: ¿A dónde me iré de tu espíritu? ¿Y a donde huiré de tu presencia? Si subiera a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciera mi estrado, allí tú estás. El poeta Francis Thompson no estaba tratando de ser irreverente cuando dijo que caracterizó a Dios como "un perro de caza del cielo", que no le pierden el rastro a uno, no importa quien sea uno, o donde se encuentre. Dios siempre le sigue a uno el rastro y nadie puede librarse de Su presencia.

Después tenemos la inmutabilidad de Dios. Ninguna noticia humana es una novedad para Dios. Los grandes dirigentes mundiales, los profesores universitarios y los científicos no pueden enseñarla nada que le resulte nuevo. Dios no cambia de forma de pensar, nunca cambia. Recordemos la frase ya mencionada tan consoladora para el creyente, que se encuentra en la citada carta a los Hebreos, capítulo 13, versículo 8, y que afirma que Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos. El mismo que anduvo por el mar de Galilea, que fue tan compasivo con la gente, es el mismo que aun hoy camina con el creyente. Ahora, en el versículo 3, de este capítulo 9 de Amós, leemos:

"Si se esconden en la cumbre del Carmelo, allí los buscaré y los tomaré; y aunque de delante de mis ojos se escondan en lo profundo del mar, allí mandaré a la serpiente y los morderá."

Nos llama la atención esta frase: si se esconden en la cumbre del Carmelo, allí los buscaré y los tomaré; En la actualidad, la ciudad de Haifa está situada en el Monte Carmelo. Este monte se encontraba cubierto de árboles y se elevaba hasta una altura de 546 metros. Allí en las laderas del monte también hay cuevas, dicen que centenares de ellas, especialmente en la ladera orientada hacia el mar. Pero aun si los israelitas se escondieran allí, Dios los encontraría. Y aunque intentaran refugiarse en las profundidades del mar, descubrirían que Dios también llegaba hasta ellos. No podrían huir de El. Y dice el versículo 4 de este capítulo 9:

"Y si van en cautiverio delante de sus enemigos, allí mandaré la espada y los matará; y pondré sobre ellos mis ojos para mal y no para bien."

La frase y si van en cautiverio delante de sus enemigos implicaba que irían voluntariamente para salvar sus vidas. Pero aun así no escaparían al castigo de Dios.

Estimado oyente, los malvados hacen bien en temer a Dios y al futuro. No hay huida posible para ellos. Aquel que se quita la vida pensando que de esa manera se librará de sus problemas, se meterá en un verdadero problema cuando se enfrente con Dios. Será como saltar de la sartén para caer en el fuego,

Leamos ahora el versículo 5:

"El Señor, Dios de los ejércitos, toca la tierra y esta se derrite, y lloran todos los que en ella moran; crecerá toda ella como un río y mermará luego como el río de Egipto."

Uno no puede pasar hoy por aquella tierra sin ser consciente del hecho de que ya no es verdaderamente la tierra de la leche y la miel, es decir, rica en agricultura y ganadería. Incluso con las obras de irrigación y cultivos, está lejos de disfrutar de esa pasada riqueza. Es que el juicio ha caído sobre ella. Ahora, el versículo 6, de este capítulo 9 de Amós, dice:

"Él edificó en el cielo su habitación y ha establecido su expansión sobre la tierra; él llama a las aguas del mar y sobre la faz de la tierra las derrama: El Señor es su nombre."

De esta forma elocuente el profeta Amós estaba recordándole a su pueblo la omnipotencia de Dios. No solo es El omnipresente, sino que también es omnipotente. ¿Quién hizo todo esto? Allá en la inmensidad de los cielos, la luna, el sol, los planetas, las enormes galaxias, los cuásar (fuente de radio cuasi estelar que está aparentemente muy lejos y emite enormes cantidades de energía), es decir, todo el universo, obedece a Dios. El ha hecho ciertas leyes por las cuales esos astros deben moverse o desplazarse, y ellos obedecen esas leyes. Pero el pequeño ser humano está en rebelión contra el omnipotente Dios. En realidad, Amós le estaba preguntando al pueblo de Israel: ¿Creéis que podéis escaparos de Dios?

Ahora a continuación leeremos una de las declaraciones más extrañas de la Biblia, y es extraordinaria. Leamos el versículo 7 de este capítulo 9:

"Hijos de Israel, ¿no me sois vosotros como hijos de etíopes?, dice el Señor. ¿No hice yo subir a Israel de la tierra de Egipto, de Caftor a los filisteos, y de Kir a los arameos?"

Cuando Dios quiso que ellos supieran cuanto los amaba, fue como si les hubiera dicho: "Os amo como amo a los Etíopes". Cuando los italianos invadieron Etiopía, en el año 1935, algunos estudiaron las profecías Bíblicas sobre Etiopía. Fue sorprendente descubrir el lugar que Etiopía tiene en el programa de Dios para el futuro. Como nación, puede parecernos poco importante, pero no obstante, es muy importante para Dios. Continuemos leyendo el versículo 8 de este capítulo 9 de Amós:

"Ciertamente, los ojos del Señor Dios, están contra el reino pecador y yo lo borraré de la faz de la tierra: mas no destruiré del todo la casa de Jacob, dice el Señor."

En este pasaje, el reino pecador era Israel, por supuesto. La frase yo lo borraré de la faz de la tierra quería decir que El lo destruiría como un reino separado o independiente. Cuando Dios haga regresar al pueblo de Israel a su tierra, los israelitas no serán un reino dividido sino que serán un solo pueblo bajo la soberanía de alguien que se sentará en el trono de David. Leamos ahora el versículo 9;

"Porque, yo mandaré que la casa de Israel sea zarandeada entre todas las naciones, como se zarandea el grano en una criba sin que caiga un granito en la tierra."

Dios dijo aquí Yo mandaré que la casa de Israel sea zarandeada entre todas las naciones. Si alguien se pregunta donde se encuentran las llamadas "diez tribus perdidas de Israel" diremos que están esparcidas por todo el mundo y que, en lo que a Dios concierne, no están perdidas. Dios dijo que no perdería a ninguna de ellas, porque el versículo 9 termina diciendo que aunque los miembros de aquel pueblo serían zarandeados como el grano en una criba, no caería a tierra ni un solo granito. Y el versículo 10 de este capítulo 9 continúa diciendo:

"A espada morirán todos los pecadores de mi pueblo, que dicen: No se acercará ni nos alcanzará el mal."

¿Y qué diremos de los pecadores? Ellos iban a morir. El juzgaría a los individuos que no se volvieran a El. Tenemos la misma analogía en el cristianismo contemporáneo. No todos los que figuran formalmente como miembros de la iglesia son salvos, no todos son creyentes genuinos. Y el Apóstol Pablo en su carta a los Romanos capítulo 9, versículo 6, dijo que no todos los que descendían de Israel eran de Israel. El apóstol consideró dos clases de israelitas, distinguiendo entre el Israel natural, y el Israel espiritual. Todo el grano, que aquí vemos comparado con Israel, sería zarandeado en la criba; aunque ni siquiera un granito caería en tierra, todos los pecadores de la nación perecerían, especialmente los desafiantes, a quienes se estaba dirigiendo el profeta Amós.

Y así llegamos a un nuevo párrafo que hemos titulado

La visión de la restauración mundial

Aquí podemos ver la visión final de Amós, la de la reunión y restauración mundial del reino del Señor. El profeta Amós proyectó su mirada más allá de los días terribles de juicio y dispersión de Su pueblo, incluso más allá de la Gran Tribulación - que para nuestro tiempo es aun futura. Leamos ahora el versículo 11 del capítulo 9 de la profecía de Amós:

"En aquel día yo levantaré el tabernáculo caído de David: cerraré sus portillos, levantaré sus ruinas y lo edificaré como en el tiempo pasado"

La frase en aquel día se refiere a los últimos días de Israel. Dice aquí en aquel día yo levantaré el tabernáculo caído de David, Continuando con esta línea, escuchamos lo que dijo Santiago en los Hechos capítulo 15, versículos 13 al 18, cuando citó esta profecía de Amós: 13Cuando ellos callaron, Jacobo respondió diciendo: -Hermanos, oídme. 14Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los gentiles para tomar de ellos pueblo para su nombre. 15Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito: 16 »"Después de esto volveré y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; y repararé sus ruinas, y lo volveré a levantar, 17 para que el resto de los hombres busque al Señor, y todos los gentiles (o no judíos) sobre los cuales es invocado mi nombre, 18 dice el Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos".

En la actualidad, Dios está llamando a un pueblo que invoque Su nombre, procedente de todos los pueblos. Después de esto, El reedificará el tabernáculo de David. En otras palabras, estaba hablando de la época del reino, una época que aún se encuentra en el futuro. Y dice el versículo 12 de este capítulo 9 de Amós:

"Para que aquellos sobre los cuales es invocado mi nombre posean el resto de Edom y todas las naciones, dice el Señor, que hace esto."

Estas palabras implican que muchas naciones entrarán en el reino y participarán de esa época de paz y prosperidad. Y dice el versículo 13:

"Ciertamente vienen días, dice el Señor, cuando el que ara alcanzará al segador, y el que pisa las uvas al que lleve la semilla; los montes destilarán mosto y todos los collados se derretirán."

Aquí tenemos la prueba de lo que hemos afirmado previamente, de que cuando el pueblo de Israel estaba siendo bendecido, la tierra también estaba siendo bendecida. El pueblo y la tierra iban juntos. Dios dejó en claro que cuando El hiciera regresar al pueblo a su tierra, ésta será otra vez la tierra rica en agricultura y ganadería, y usando el lenguaje Bíblico, la tierra de fluya leche y miel. Esa tierra no goza de tal condición en la actualidad, así que, como ya hemos afirmado, el retorno presente no es aquel que fue predicho en las profecías. Aunque los judíos están regresando a su tierra, no están volviendo a una relación espiritual con Dios. Continuemos leyendo el versículo 14 de este noveno capítulo de Amós:

"Traeré del cautiverio a mi pueblo Israel: ellos edificarán las ciudades asoladas y las habitarán; plantarán viñas y beberán de su vino, y harán huertos y comerán de su fruto."

Aquí se reafirmó que Dios restaurará al pueblo israelita a la tierra. Nunca más estarán divididos como reino del sur o de Judá, y reino del norte o de Israel. Será un único reino de Israel, un reino indivisible, como lo fue en el principio de su historia. Será el conjunto de las doce tribus, que hoy están dispersas por todo el mundo. Dios dijo en el versículo 8 que este pueblo sería zarandeado entre todas las naciones. ¿Lo ha hecho Dios así, o no lo ha hecho? La realidad histórica y actual nos confirma que sí lo ha hecho. Pero ese estado no perdurará para siempre y Dios los hará regresar a la tierra. En este versículo Dios dijo: Traeré del cautiverio a mi pueblo Israel: ellos edificarán las ciudades asoladas y las habitarán.

Leamos ahora el último versículo de esta profecía de Amós, el versículo 15:

"Pues los plantaré sobre su tierra y nunca más serán arrancados de la tierra que yo les di, ha dicho el Señor, tu Dios."

O sea, que cuando en el futuro Dios los sitúe en la tierra, se quedarán allí de forma permanente.

Estas son las cosas que Dios dijo que haría por Su pueblo: (1) El va a restaurar la dinastía de David. ¿Quién cree usted que será el rey? Será un descendiente de David llamado Jesús, nacido en Belén de la casa y del linaje de David, Él gobernará. (2) Israel ocupará su lugar entre las naciones del mundo. Ya no tendrá que acudir a otras naciones en busca de ayuda, ni estará excluyendo a los árabes. Será una nación bendecida por Dios que ocupe el lugar que le corresponda en el escenario mundial. (3) Además, habrá una conversión de las naciones del mundo, después de que la iglesia haya partido de este mundo. La mayor conversión a Cristo aun tendrá lugar en el futuro. ¡Qué gran día será! Cuando Dios haga regresar a los israelitas a su tierra, (4) ellos reconstruirán las ciudades asoladas y residirán en ellas y (5) comerán del fruto de sus huertas y beberán el vino de sus viñedos. La maldición de la tierra habrá sido removida y entonces ésta producirá con abundancia. (6) Finalmente, hablando también de los israelitas y por boca del profeta, Dios dijo lo siguiente: nunca más serán arrancados de la tierra que yo les di.

Y con estas conclusiones, llegamos al final de nuestro estudio de este libro de Amós.