viernes, 1 de mayo de 2015

Estudio bíblico de Isaías 65:1-66:24


Leamos pues, este versículo 3, del capítulo 65 de Isaías:

"Un pueblo que en mi rostro me provoca de continuo a ira, sacrificando en huertos y quemando incienso sobre ladrillos"

Estas eran las razones por las cuales las bendiciones eran negadas a Israel; ellos estaban continuamente cayendo en la idolatría y rebelándose contra Dios. Luego, en los versículos 4 y 5, leemos:

"Que se sientan en los sepulcros y en lugares escondidos pasan la noche; que comen carne de cerdo y en sus ollas hay caldo de cosas inmundas; que dicen: Quédate en tu lugar, no te acerques a mí, porque soy más santo que tú. Esos son humo en mi nariz, un fuego que arde todo el día."

Ésta fue sólo una lista parcial de las razones para el rechazo de Israel. Ellos estaban quebrantando los mandamientos que Dios les había dado. Y en los versículos 6 y 7, leemos:

"He aquí que está escrito delante de mí, y no callaré, sino que les daré su merecido; les daré el pago en su propio seno. Por vuestras iniquidades, dice el Señor, y por las iniquidades de vuestros padres juntamente, los cuales quemaron incienso sobre los montes y me afrentaron sobre los collados; por tanto, yo echaré en su propio seno la medida de sus acciones de antaño."

Los israelitas estaban manifestando orgullo en su vida. Practicaban los ritos externos de la religión que Dios les había dado, pero sus corazones estaban lejos de Dios. Ellos practicaban la maldad tan fácilmente como practicaban los ritos de la religión. Y al hacerlo así, blasfemaban a Dios.

Llegamos ahora al segundo párrafo de este capítulo 65, titulado:

La reserva de un remanente

Se reservaría un remanente del pueblo a través del cual todas las promesas de Dios serían cumplidas. Dios siempre ha tenido un remanente. Leamos el versículo 8:

"Así ha dicho el Señor: Como si alguno hallara mosto en un racimo y dijera: No lo desperdicies, porque bendición hay en él, así haré yo por mis siervos, pues no lo destruiré todo."

A pesar de sus pecados, Dios no los exterminaría totalmente por causa del remanente creyente. El remanente fue comparado a un racimo de hermosas uvas que se ha dejado reservado en la viña. Luego, en el versículo 9, leemos:

"Sacaré descendencia de Jacob, y de Judá, el heredero de mis montes; mis escogidos poseerán por heredad la tierra, y mis siervos habitarán allí."

Ahora, "la descendencia desde Jacob" se puede referir al Señor Jesucristo, y en un sentido creemos que así es. Pero de una forma más particular, se refiere al remanente de Israel que será salvo. Por amor al remanente Dios cumplirá Sus promesas. Ahora, en el versículo 10, leemos:

"Será el Sarón redil de ovejas y el valle de Acor majada de vacas, para mi pueblo que me buscó."

Es que tenía que haber un lugar, un lugar seguro para la pequeña majada, es decir, para el remanente. Luego, los versículos 11 y 12, dicen:

"Pero vosotros, los que dejáis al Señor, que olvidáis mi santo monte, que ponéis mesa para la Fortuna y ofrecéis libaciones al Destino, yo también os destinaré a la espada y todos vosotros os arrodillaréis para el degüello. Porque llamé y no respondisteis, hablé y no escuchasteis, sino que hicisteis lo malo delante de mis ojos y escogisteis lo que no me agrada."

Pero para el resto de la nación que se apartó precipitadamente sin prestar atención a la Palabra de Dios, no quedaba otra cosa que el castigo. No sabemos como personas inteligentes que creen en la existencia de Dios no se dan cuenta que finalmente tiene que haber un juicio y rectificación de las cosas. Si ellos continúan en pecado, serán juzgados tan inexorablemente como Dios juzgó a la mayoría de la nación de Israel. Es necesario que notemos la diferencia que existe entre la nación y el remanente. Ahora, el versículo 14, dice:

"Mis siervos cantarán con júbilo en el corazón y vosotros clamaréis con dolor en el corazón y gemiréis por el quebrantamiento del espíritu."

Así como Dios hizo una distinción entre nación en su conjunto y el remanente creyente, Él hizo la misma distinción en la iglesia contemporánea. La iglesia o el conjunto de las iglesias constituyen una vasta organización con una cifra enormemente abultada de membresía. Surge la pregunta de si la iglesia pasará por el período de la gran tribulación. Bien, habrá una parte de la iglesia que pasará por la gran tribulación. En Apocalipsis 17 fue llamada la gran ramera. Será una organización que no pertenecerá a Cristo. No será aquella que fue llamada por el apóstol Pablo la esposa de Cristo. Los verdaderos cristianos, los creyentes del cuerpo de Cristo, serán apartados antes de la gran tribulación. Necesitamos reconocer que debe hacerse una distinción entre aquello que es meramente externo, y lo que es genuino.

Ahora, comenzando con el versículo 17, tenemos el párrafo titulado:

Revelación de los cielos nuevos y la tierra nueva

"Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra. De lo pasado no habrá memoria ni vendrá al pensamiento."

Aquí la creación de los cielos nuevos y la tierra nueva parecen preceder cronológicamente al establecimiento del Reino. Pero si lo examinamos más de cerca, encontramos que el remanente ya habría entrado al reino. Los otros habrían sido juzgados y no entrarían al Reino. El Señor Jesucristo lo aclaró muy bien en Mateo, capítulo 25, versículo 34, donde dijo: "Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo". Y los otros serían echados a las tinieblas, y no entrarían al Reino.

Ahora, al final del Reino, es decir, al final de los mil años del reino de Cristo, después de la rebelión final, tendrá lugar la creación de los cielos nuevos y de la nueva tierra. Durante el Reino tendrán lugar cambios tremendos en la tierra. El desierto florecerá como la rosa. Pero cuando usted llegue a los nuevos cielos y a la nueva tierra, no habrá allí mar ni desierto. Será una tierra completamente nueva.

El apóstol Pedro en el capítulo 3, de su Segunda Epístola, trató este tema. Habló de tres mundos. Tenemos al mundo que fue, y que fue arrasado por el diluvio en tiempos de Noé. Ahora está este mundo en el cual usted y yo vivimos, que será destruido por fuego. Y finalmente comenzarán a existir los nuevos cielos y la nueva tierra. Ahora, en el versículo 18, leemos:

"Mas os gozaréis y os alegraréis para siempre en las cosas que yo he creado, porque he aquí que yo traigo a Jerusalén alegría y a su pueblo gozo."

Aquí Isaías estaba hablando definitivamente de las bendiciones del Reino, así como también de las bendiciones eternas. El Reino milenario será una fase del Reino eterno, pero también será un tiempo de juicio. No creemos que se pueda traer un nuevo cielo y una nueva tierra, hasta que el programa del juicio de Dios, se haya completado. Cuando el juicio finalice, entonces estaremos preparados para que todas las cosas sean hechas nuevas. Creemos que después del milenio habrá algo aún más hermoso, preparado para el hijo de Dios. El potencial humano será grandemente aumentado. Jerusalén será una ciudad alegre, lo cual no es el caso hoy. Tiene un Muro de los Lamentos y muy poca gente que sonría. Pero llegará el día en que Dios la convertirá en una ciudad alegre. Dice el versículo 19:

"Yo me alegraré con Jerusalén y me gozaré con mi pueblo, y nunca más se oirán en ella voz de lloro ni voz de clamor"

¡Qué cambio se hará realidad en Jerusalén! Y añade el versículo 20:

"No habrá más allí niño que muera de pocos días ni viejo que sus días no cumpla, sino que el niño morirá de cien años y el pecador de cien años será considerado maldito."

La longevidad que precedió a los patriarcas del Antiguo Testamento será una de las características del Reino. La gente vivirá una larga vida, y todos serán jóvenes. Y ahora, el versículo 21, dice:

"Edificarán casas y morarán en ellas; plantarán viñas y comerán el fruto de ellas."

La prosperidad será otra característica del Reino. Será una época de verdadera bendición. Después, en el versículo 22, leemos:

"No edificarán para que otro habite ni plantarán para que otro coma; porque según los días de los árboles serán los días de mi pueblo, y mis escogidos disfrutarán la obra de sus manos."

Habrá además otras características, como permanencia y estabilidad. Y el versículo 25 de Isaías 65 dice

"El lobo y el cordero serán apacentados juntos; el león comerá paja como el buey y el polvo será el alimento de la serpiente. No afligirán ni harán mal en todo mi santo monte. El Señor lo ha dicho."

Esto no ocurre en nuestros días, porque al lobo le gusta comerse a las ovejas. También el león va a comer paja. En ese entonces los colmillos afilados y las garras sangrientas ya no regirán en la vida animal. La ley de la jungla será cambiada para adaptarse al gobierno del Rey. No habrá nada que haga daño o que cause temor en todo el mundo. Estimado oyente, entonces será un nuevo mundo. Y así llegamos al:

Capítulo 66

El tema se expresa en los siguientes títulos: El Creador, Gobernador, Redentor, Juez, Regenerador y Galardonador (vv. 1-17); y El Señor decide el destino de los que se salvan y los que se pierden (vv. 18-24).

Nuestra oración hoy es la de Mateo 6:10: "Venga tu reino". Aquí en Isaías 66, el reino ha llegado. Leamos el versículo 1 de Isaías 66 que encabeza el párrafo que nos habla de Cristo como:

El Creador, Gobernador, Redentor, Juez, Regenerador y Galardonador

"El Señor ha dicho: El cielo es mi trono y la tierra el estrado de mis pies. ¿Dónde está la casa que me habréis de edificar? ¿Dónde el lugar de mi reposo?"

Veamos la frase "la tierra el estrado de mis pies". Esta pequeña tierra en la que usted y yo vivimos no es muy importante; es sólo el estrado de los pies de Dios.

Y también dice: "¿Dónde está la casa que me habréis de edificar? ¿Dónde el lugar de mi reposo?" Ningún templo aquí en la tierra podría contenerlo. El rey Salomón así lo reconoció. En su oración de dedicación del primer templo dijo, en 1 Reyes 8:27: "Pero ¿es verdad que Dios habitará sobre la tierra? Si los cielos y los cielos de los cielos, no te pueden contener; ¿cuánto menos esta Casa que yo he edificado?" Por lo tanto, nos parece que el carácter eterno del Reino será la presencia misma de Dios. Nadie necesitará allí un templo. Creemos que la Nueva Jerusalén (Apocalipsis 21) será un lugar al cual la gente de la tierra acudirá para adorar y para visitar.

Escuchemos al Dios de la creación, al Dios que es alto, elevado y santo. Dice aquí en el versículo 2:

"Mi mano hizo todas estas cosas, así todas ellas llegaron a ser, dice el Señor. Pero yo miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu y que tiembla a mi palabra."

El Dios que creó este vasto universo, quien está sobre él y más allá de él, condescenderá a morar con aquel que es pobre y humilde de espíritu. ¡Qué condescendencia por parte de Dios! Ése será el día en que los humildes heredarán la tierra; en realidad, ellos heredarán todas las cosas. Ahora, en el versículo 3, de este capítulo 66, leemos:

"El que sacrifica buey es como si matara a un hombre; el que sacrifica oveja, como si degollara a un perro; el que hace ofrenda de cereal, como si ofreciera sangre de cerdo; el que quema incienso, como si bendijera a un ídolo. Pues porque escogieron sus propios caminos y su alma amó sus abominaciones"

Aparentemente, se prescindirá del sistema de sacrificios después del reino milenario. El ofrecer un buey sin comprensión espiritual es lo mismo que un asesinato. Es decir, que en la eternidad, todo señalará a Cristo; de otra manera, lo que en el pasado fue ordenado se convertirá en pecado. Continuemos con en el versículo 5, de este capítulo 66 de Isaías:

"Oíd palabra del Señor, vosotros los que tembláis a su palabra: Vuestros hermanos que os aborrecen y os echan fuera por causa de mi nombre, dijeron: ¡Sea el Señor glorificado y veamos nosotros vuestra alegría! Pero ellos serán avergonzados."

Es decir, que Dios establecerá una diferencia entre lo verdadero y lo falso, entre lo que es real y verdadero, y aquello que no lo es. Cristo dijo que se debía permitir que la cizaña y el trigo crecieran juntos, que llegado el momento Él los separaría. Entonces el tiempo habrá llegado. El fariseo que era tan meticuloso en su práctica religiosa será echado. Y el publicano que se situó en un lugar alejado y clamó a Dios arrepentido, será recibido. Y Ahora en el versículo 6, leemos:

"¡Voz de alboroto de la ciudad, voz del Templo, voz del Señor que da el pago a sus enemigos!"

Dios tratará finalmente con los enemigos de Israel; aquellos que eran también Sus enemigos. Y ahora leamos el versículo 7:

"¡Antes que estuviera de parto, dio a luz; antes que le vinieran dolores, dio a luz un hijo!"

La Gran Tribulación será un tiempo de dolores como de parto. Israel pasará por ese período, pero después de que Cristo naciera en Belén, nacimiento que tuvo lugar más de 2.000 años antes; dice aquí "antes que le vinieran los dolores, dio a luz un hijo". Éste es un versículo notable. Después, el versículo 9, dice:

"Yo que hago dar a luz, ¿no haré nacer?, dice el Señor. Yo que hago engendrar, ¿impediré el nacimiento? dice tu Dios."

Dios se asegurará de que todo lo que Él ha prometido se cumpla. Los 144.000 judíos que serán sellados al comienzo de la Gran Tribulación, pasarán por ella hasta el final. Cada uno de ellos estará allí cuando termine ese período. Y ahora el versículo 10, nos dice:

"Alegraos con Jerusalén, gozaos con ella todos los que la amáis; llenaos de alegría con ella todos los que os enlutáis por ella, Aquí vemos que se describen experiencias de gran bendición."

Ahora leamos el versículo 18, de este capítulo 66, que encabeza el último párrafo de este capítulo y del libro de Isaías, y que se titula:

El Señor decide el destino de los que se salvan y de los que se pierden

"Porque yo conozco sus obras y sus pensamientos; tiempo vendrá para juntar a todas las naciones y lenguas: vendrán y verán mi gloria."

Todas las naciones deberán presentarse ante Él. El Señor Jesucristo mencionó esto en el evangelio según San Mateo, capítulo 25, versículos 31 y 32, donde dijo: "Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; entonces apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos". En aquel tiempo, una enorme cantidad de no judíos se van a salvar, así como muchos de Israel. Las naciones vendrán a adorar a Jerusalén. Ahora, pasando al versículo 22, leemos:

"Porque como los cielos nuevos y la nueva tierra que yo hago permanecerán delante de mí, dice el Señor, así permanecerá vuestra descendencia y vuestro nombre."

Los propósitos y las promesas de Dios a Israel son eternas como los nuevos cielos y la nueva tierra. Después, el versículo 23, dice:

"Y de mes en mes, y de día de reposo en día de reposo, vendrán todos a adorar delante de mí, dice el Señor."

Es decir, que los redimidos de todas las edades adorarán a Dios por toda la eternidad. Ésa será la ocupación más atractiva e importante de la eternidad. Leamos, finalmente el último versículo de Isaías, versículo 24:

"Saldrán y verán los cadáveres de los hombres que se rebelaron contra mí; porque su gusano nunca morirá ni su fuego se apagará. Y serán repulsivos para todo ser humano."

En otras palabras: "No hay paz para los impíos, ha dicho mi Dios" como leíamos en Isaías 57:21. Ésa va a ser su condición por toda la eternidad; no tendrán paz, ni descanso, ni satisfacción, ni tendrán a Dios. Y el libro de Isaías concluye con la advertencia de que no hay paz para los malvados. Estimado oyente sólo podemos añadir las palabras del Señor Jesucristo en Mateo 11:15: "El que tiene oídos para oír, oiga". (Mateo 11:15).

Y así, estimado oyente, llegamos al final de nuestro estudio de este libro de Isaías, y confiamos que haya sido para usted una grata experiencia espiritual. En nuestro próximo programa, Dios mediante, volveremos al Nuevo Testamento para comenzar nuestro estudio de la Primera Epístola del apóstol Pablo a los Tesalonicenses. Hasta entonces, pues esperamos contar con su compañía. 

Estudio bíblico de Isaías 64:1-65:25


Leamos entonces el primer versículo de este capítulo 64 de Isaías, que en el primer párrafo de este capítulo expone la realidad de que:

Se reconoce el control de Dios sobre el universo

"¡Si rasgaras los cielos y descendieras y ante tu presencia se derritieran los montes"

El profeta era un representante del remanente creyente de Israel en un día futuro. Estaba usando otra vez el tiempo pasado, llamado tiempo profético. Es decir, que Dios lo veía como si ya hubiera ocurrido, y Él le dio la profecía a Isaías desde el otro lado, mirando hacia atrás al evento.

Aquí, el profeta estaba suplicando a Dios tal como el remanente de Israel lo hará en el día de la gran tribulación. Esta parte de la escritura fue escrita directamente para nosotros, porque la iglesia no está aquí contemplada. Este pasaje fue dirigido al remanente de Israel, pero como creyentes, podemos identificarnos con ellos. Nuestra oración hoy tendría que ser pidiendo el regreso del Señor: "Si, ven, Señor Jesús". Pero está claro que en esta sección Isaías estaba prediciendo la oración de Israel durante el período de la Gran Tribulación. Continuemos leyendo el versículo 2:

"Como fuego abrasador de fundiciones, fuego que hace hervir las aguas! Así harías notorio tu nombre a tus enemigos y las naciones temblarían ante tu presencia."

De la misma manera que el fuego hace hervir a las aguas, así también la presencia de Dios hará que las naciones tiemblen. Las naciones hoy, no son conscientes de la presencia de Dios ni le reconocen. Sin embargo, a medida que se acerque el final de esta época, creemos que habrá una conciencia muy real de que Dios se está preparando para intervenir. Había esa conciencia en el mundo en los días del nacimiento de Cristo, y varios historiadores romanos han llamado la atención sobre ese hecho. Ahora, en el versículo 3, de este capítulo 64 de Isaías, leemos:

"Cuando, haciendo cosas terribles cuales nunca hubiéramos esperado, descendiste, se derritieron los montes delante de ti."

Las montañas mismas se derretirán ante su presencia. Los enemigos entonces clamarán a las montañas para que los oculten "de la ira del Cordero" (Apocalipsis 6:16). En el versículo 4, leemos:

"Nunca nadie oyó, nunca oídos percibieron ni ojo vio un Dios fuera de ti, que hiciera algo por aquel que en él espera."

El apóstol Pablo expresó el mismo pensamiento en la Primera Epístola a los Corintios, capítulo 2, versículo 9, cuando escribió lo siguiente: "como está escrito: cosas que ojo no vio ni oído oyó ni han subido al corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman". Luego, Pablo continuó diciendo en el versículo 10, de este mismo capítulo 2, de la Primera Epístola a los Corintios: "Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu, porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios". 1 Corintios 2:9 fue obviamente una cita de Isaías, pero el versículo 10 nos dice que en nuestro tiempo el Espíritu Santo nos revelará estas cosas. En el tiempo de la gran tribulación ellos tendrán que esperar a que Cristo venga. E incluso para nosotros pudo decirse: "ahora vemos por espejo, oscuramente; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré como fui conocido". (1 Corintios 13:12).

Por toda esta sección nos podemos identificar con esta gente, porque también tenemos una esperanza. Nosotros estamos esperando que Él nos saque de este mundo, y ellos estarán esperando que Él venga a establecer su reino en la tierra. Ahora, en el versículo 5, de este capítulo 64 de Isaías, leemos:

"Saliste al encuentro del que con alegría practicaba la justicia, de quienes se acordaban de ti según tus caminos. Pero tú te enojaste porque pecamos, porque en los pecados hemos perseverado largo tiempo. ¿Podremos acaso ser salvos?"

Y aquí comenzó el reconocimiento de sus pecados y, al mismo tiempo, una expresión de confianza en la redención del Salvador.

Leamos ahora el versículo 6, que nos introduce a otro párrafo de este capítulo, párrafo que hemos titulado:

Se confiesa la condición del hombre en el universo

"Pues todos nosotros somos como cosa impura, todas nuestras obras justas como trapo de inmundicia. Todos nosotros caímos como las hojas y nuestras maldades nos llevaron como el viento."

Éste es un versículo que resultará familiar para muchos porque se utiliza con mucha frecuencia para establecer que el hombre no tiene ninguna justicia en si mismo. Y esto no sólo es cierto para Israel sino que también es cierto para la totalidad de la familia humana. Porque todos, tanto judíos como no judíos, hemos pecado y no alcanzamos la gloria de Dios. Dice aquí que somos gente impura, y que todos nuestros actos de justicia "son como trapo de inmundicia". No interesa lo que consideremos como buenas obras. Puede que tenga un gran impacto de imagen donar grandes sumas de dinero para alimentar a los pobres o para ayudar al cuidado de los niños huérfanos, o a las viudas. Pero ante la mirada de Dios, todo lo que la naturaleza humana dominada por las pasiones produce, es como un trapo sucio. Nadie puede producir algo limpio a partir de algo sucio, impuro. Un pecador perdido es incapaz de hacer algo que resulte aceptable para Dios; lo primero que tiene que hacer es venir a Dios, por el camino que Él ha establecido. Esta realidad es muy difícil de aceptar para el ser humano, especialmente a aquel que aún no es salvo y está dependiendo de sus buenas obras para salvarse. Continuemos leyendo el versículo 8 de este capítulo 64 de Isaías:

"Ahora bien, Señor, tú eres nuestro padre; nosotros somos el barro y tú el alfarero. Así que obra de tus manos somos todos nosotros."

Dios es nuestro Padre por creación, pero el hombre perdió esa imagen. Usted y yo podemos convertirnos en hijos de Dios solamente de una manera, y es por medio de Jesucristo. La revelación del Nuevo Testamento de los hijos de Dios indica que no es en absoluto por medio de la creación, sino sobre una base completamente diferente. En el capítulo 1, del evangelio según San Juan, versículos 12 y 13, leemos: "Mas a todos los que le recibieron, a quienes creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Estos no nacieron de sangre, ni por voluntad de carne, ni por voluntad de varón, sino de Dios". Otra versión dice: "ni por deseos naturales, ni por voluntad humana."

Dice aquí: "Así que obra de tus manos somos todos nosotros". Esta frase es un reconocimiento de que Dios es nuestro creador. Él es el alfarero, el que crea. Ahora, un hombre que hace un recipiente o un hermoso florero es, en un sentido, el padre del mismo. En esa misma forma hablamos de un hombre público que haya luchado por la independencia de un pueblo, es llamado "padre" de la nación que se forme.

Pablo hizo la distinción en su discurso de Atenas. Él dijo en Los Hechos 17:28 y 29, "28porque en él vivimos, nos movemos y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos. 29Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres". Es decir, que el hombre es descendencia de Dios en el sentido de que fue creado por Él, pero no todos los seres humanos han nacido de nuevo espiritualmente como hijos de Dios. Bien, ahora seguimos adelante y leemos el versículo 10, de este capítulo 64 de Isaías:

"Tus santas ciudades están desiertas, Sion es un desierto, Jerusalén una desolación."

La descripción dada en este versículo no correspondía a los días de Isaías, pero ocurriría poco después, cuando Babilonia vino contra Jerusalén. 2 Reyes 25:9 y 10, nos dice: "9Incendió la casa del Señor, la casa del rey y todas las casas de Jerusalén; también prendió fuego a todas las casas de los príncipes. 10Todo el ejército de los caldeos que acompañaba al capitán de la guardia derribó los muros que rodeaban a Jerusalén". La profecía de Isaías fue cumplida literalmente. Y continúa diciendo el versículo 11:

"La casa de nuestro santuario y de nuestro renombre, en la cual te alabaron nuestros padres, fue consumida por el fuego. ¡Todas nuestras cosas preciosas han sido destruidas!"

Isaías escribió como si estos hechos ya hubieran tenido lugar, pero no ocurrieron hasta que pasaron unos 100 años después de Isaías. El templo fue destruido al mismo tiempo que Jerusalén era destruida. Y dice el versículo 12 de Isaías 64:

"¿Te quedarás quieto, Señor, ante estas cosas? ¿Callarás y nos afligirás sobremanera?"

El profeta cerró este capítulo con una pregunta. ¿Se negaría Dios a actuar? El resto de la profecía de Isaías constituye la respuesta de Dios a esta pregunta. Dios rechazó a Israel solo después de que ellos le rechazaron a Él, pero ello no frustró Su plan y propósito para ellos y para la tierra. Dios continuó llevando a término Su programa, que aún debe ser completado. Y así llegamos al:

Capítulo 65

El tema general se resume en los siguientes títulos: La razón del Redentor para rechazar a la nación (vv.1-7); La reserva de un remanente (vv. 8-16); y La revelación de cielos nuevos y tierra nueva (vv. 17-25).

En el capítulo 64 observamos la oración ferviente del profeta y al pueblo suplicando al Rey que interviniera atravesando todas las barreras y viniera a la tierra. Los capítulos 65 y 66, capítulos finales de Isaías, contienen la respuesta de Dios a esta súplica. Dios les aclaró a ellos que fueron sus pecados y su infidelidad los responsables de Su juicio sobre ellos, pero que sus pecados no habían frustrado Sus promesas y propósitos en cuanto al Reino que vendría. Dios había preservado a un remanente por medio del cual Él cumpliría todas Sus profecías. Y otra vez, presentó una visión del Reino y una exposición de la posición eterna de Israel en los cielos nuevos y la tierra nueva. Esto nos llevará al final del libro de Isaías, que finaliza con un resplandor de gloria. Leamos entonces el versículo 1 de este capítulo 65 de Isaías, que encabeza el primer párrafo titulado:

La razón del redentor para rechazar a la nación

"Yo me dejé buscar por los que no preguntaban por mí y fui hallado por los que no me buscaban. Dije a gente que no invocaba mi nombre: ¡Aquí estoy, aquí estoy!"

Aquí Él estaba hablando de las naciones a las cuales el evangelio había entonces llegado. Cuando Pablo fue a Filipos tuvo una visión de un hombre de Macedonia. Sin embargo, cuando llegó allí, no encontró a un hombre esperándole para escuchar el evangelio, sino a una mujer llamada Lidia, que estaba celebrando una reunión de oración junto al río. Aunque ella quizás no había reconocido en un principio su necesidad, Pablo le comunicó el evangelio.

Pablo cita este versículo en su epístola a los Romanos, capítulo 10, versículo 20, donde dice: "E Isaías dice resueltamente: Fui hallado de los que no me buscaban; me manifesté a los que no preguntaban por mí". Y ésa es la forma en que nos ocurrió a nosotros. Nuestros antepasados eran paganos y no estaban esperando a orillas del río o del mar con sus manos levantadas y clamando: "Por favor, enviadnos misioneros". Ellos no los querían; e incluso mataron a unos cuantos de ellos cuando llegaron. Y en el día de hoy, amigo oyente, los paganos no están clamando para que les proclamen el evangelio. Nadie está suplicando para que le presenten el evangelio. Dios ha respondido a gente que ni siquiera le había llamado. Yo mismo nunca pedí el ser salvo, Él simplemente me salvó. Un joven dio su testimonio diciendo: "Yo huí de Dios tan rápidamente como mis piernas pecaminosas me impulsaran y tan lejos como corazón rebelde me llevara. Pero Él me persiguió hasta que me alcanzó". Ésta fue la experiencia de todos los que hemos sido salvados. Continuemos leyendo el versículo 2 de este capítulo 65 de Isaías:

"Extendí mis manos todo el día a un pueblo rebelde, que anda por mal camino, en pos de sus propios pensamientos"

Ahora el mensaje iba dirigido al judío, a la nación de Israel. Dios les presentó el evangelio en primer lugar a ellos. Y otra vez en Romanos capítulo 10, versículo 21 el apóstol Pablo dijo: "Pero acerca de Israel dice: Todo el día extendí mis manos a un pueblo desobediente y rebelled". Dios sólo los rechazó a ellos después que ellos lo habían rechazado a Él. En el libro de los Hechos de los apóstoles, capítulo 13, versículo 46, leemos: "entonces Pablo y Bernabé, hablando con valentía, dijeron: A vosotros, a la verdad, era necesario que se os hablase primero la Palabra de Dios; pero puesto que la desecháis y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los naciones" (es decir, a los no judíos). Y así fue como sucedió todo. En otras palabras, si Jerusalén rechazó el evangelio, Éfeso lo recibiría. La marea creciente de la gracia de Dios desbordaría por algún lugar del mundo. Y le damos gracias a Dios por ello. Las aguas de esa marea cubrirían aquella tierra seca, que necesita urgentemente el agua. De la misma manera, estimado oyente, le rogamos que se examine a sí mismo, que sea consciente de las fuerzas que controlan actualmente su vida, de su lejanía de Dios, de su necesidad espiritual y de permitir que Él establezca una relación con usted, de su necesidad de disfrutar de una vida espiritual que transforme su existencia, proporcionándole una existencia de calidad en esta tierra, y la vida eterna en la presencia de Dios. Y todo ello es posible, porque el amor y la gracia de Dios acaban de llegar hasta donde usted se encuentra, por medio de la exposición de Su Palabra y del mensaje del evangelio. Le invitamos a reflexionar, y a tomar una decisión. 

Estudio bíblico de Isaías 63:1-19


El lagar del juicio

"¿Quién es éste que viene de Edom, de Bosra, con vestidos rojos? ¿Éste, vestido con esplendidez, que marcha en la grandeza de su poder? Yo, el que hablo en justicia, grande para salvar."

La forma usada aquí es una antífona. Aquellos que formulan la pregunta sobre el que viene de Edom quedan abrumados por Su majestad y belleza. Viene de Edom y del este, y en otra parte se nos dice que Sus pies tocarán el Monte de los Olivos en el oriente. "Edom" y "Bosra" son lugares geográficos, y deben ser considerados como tales, aunque esto no agota la mente del Espíritu. Edom es simbólico de la naturaleza carnal dominada por las pasiones, y de la totalidad de la raza Adámica, y aquí vemos el juicio del hombre. Leamos ahora el versículo 2:

"¿Por qué es rojo tu vestido y tus ropas son como las del que ha pisado en un lagar?"

En aquel día, los hombres se introducían en el lagar descalzos para pisar las uvas, y el jugo rojo les salpicaba los vestidos. Ésta es la figura que tenemos en este versículo, y fue por ello que se formuló esta pregunta. Los espectadores vieron que había sangre en Sus magníficos vestidos, tal como si hubiera pisado el lagar. Ahora escuchemos la respuesta en el versículo 3:

"He pisado yo solo el lagar; de los pueblos nadie había conmigo; los aplasté con ira, los pisoteé con furor; su sangre salpicó mis vestidos y manché todas mis ropas"

Observemos que era la sangre de ellos, no la de Él.

Los primeros padres de la iglesia asociaron estos primeros seis versículos con la primera venida de Cristo. Ellos confundieron el lagar con el sufrimiento de Cristo en la cruz. Tal interpretación es insostenible, ya que la sangre que vemos aquí en Sus vestidos no es Su sangre sino la de otros. Es que se está hablando aquí del día de la venganza. Ya ha sido identificado con la segunda venida de Cristo, antes que con su primera venida. El Señor Jesús lo dejó en claro en Lucas 4:18-20 cuando leyó Isaías 61:2. El Señor Jesús derramó Su propia sangre en Su primera venida, pero ésa no es la imagen que aquí se presentó. Él fue pisoteado en Su primera venida, pero aquí Él fue el que pisó. Ésta es una imagen terrible de juicio.

Después se nos dijo el motivo para Su juicio. Leamos el versículo 4 de este capítulo 63:

"Porque el día de la venganza está en mi corazón; el año de mis redimidos ha llegado."

Él ha venido para salvar a Sus redimidos de sus despiadados enemigos. Éste es Su juicio sobre la tierra, que fue definido como el día de la venganza. Luego, continuó diciendo, en el versículo 5:

"Miré, y no había quien ayudara, y me maravillé de que no hubiera quien me sostuviese. Entonces me salvó mi propio brazo y mi ira me sostuvo."

Él obró la salvación cuando estuvo solo en la cruz, y el juicio también será su acción solitaria. Ahora, en el versículo 6 leemos:

"Con mi ira pisoteé a los pueblos, los embriagué con mi furor y derramé en tierra su sangre."

Éste será el fin del pequeño día del hombre sobre la tierra. El Rey vendrá en juicio a la tierra. Habrá aquellos que dirán "Bueno, esto es realmente horrible. A mí, no me gusta esto"; y después, como el proverbial avestruz, enterrarán su cabeza en la arena y leerán el capítulo 14 de San Juan o algún otro pasaje consolador de la Biblia. Sin embargo, tenemos que afrontar este versículo. La próxima vez que Cristo Jesús venga, será para juicio. ¿Puede usted pensar en alguna otra forma en que Él pueda venir y establecer Su Reino? Suponga que el Señor venga la segunda vez de la manera en que vino la primera vez, como el hombre de Galilea, el carpintero de Nazaret, que anduvo por los caminos diciéndole a la gente que había venido del cielo. Suponga que Él viniera llamando a las puertas de los poderosos, ¿cree usted que esa gente estaría dispuesta a recibirle? No lo creemos así. Creemos que la gente estaría dispuesta a expulsarlo del lugar sin ninguna contemplación. Ninguna nación, ni siquiera muchas iglesias están preparadas para entregar el control de sus asuntos a Jesús. Y si están preparadas, ¿por qué no lo hacen? Él fue rechazado cuando vino hace más de 2.000 años, y ha continuado siendo rechazado siempre desde entonces. No podemos percibir ninguna otra forma en la cual Él pudiera venir por segunda vez en juicio.

Ahora, otros podrían decir: "Bueno, este versículo está en el Antiguo Testamento. Usted tiene la ira de Dios en el Antiguo Testamento, pero cuando uno llega al Nuevo Testamento, Él es un Dios de amor". Estimado oyente, usted sabe que una de las razones por la cual el libro de Apocalipsis no es muy popular entre algunos que profesan ser cristianos es que ese libro está lleno de juicio. Pero el Apocalipsis está en el Nuevo Testamento, y fue escrito con el lenguaje más fuerte de la Biblia (excepto las palabras que salieron de los labios del Señor Jesús, que habló del infierno más que ninguna otra persona). El libro de Apocalipsis habla de Cristo viniendo a reprimir la injusticia, la rebelión y la impiedad que hay en la tierra. Consideremos una pequeña parte de Apocalipsis, en capítulo 16:1-5, "Entonces oí desde el templo una gran voz que decía a los siete ángeles; Id y derramad sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios. Fue el primero y derramó su copa sobre la tierra, y vino una úlcera maligna y pestilente sobre los hombres que tenían la marca de la bestia y que adoraban su imagen. El segundo ángel derramó su copa sobre el mar, y éste se convirtió en sangre como de muerto, y murió todo ser viviente que había en el mar. El tercer ángel derramó su copa sobre los ríos y sobre las fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre. Y oí que el ángel de las aguas decía: Justo eres tú, Señor, el que eres y que eras, el Santo, porque has juzgado estas cosas". Estimado oyente, ante estas palabras un crítico podría decir. "Dios no está obrando correctamente; Él no es justo al hacer esto". Pero Dios nos está informando que cuando Él juzga de esta manera, Él está verdaderamente siendo justo. Escuchemos lo que dicen los versículos 6 y 7 de este mismo capítulo 16 de Apocalipsis que estábamos leyendo: "Por cuanto derramaron la sangre de los santos y de los profetas, también tú les has dado a beber sangre, pues se lo merecen. También oí a otro, que desde el altar decía: ¡Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos!" Dios es justo en lo que hace, estimado oyente, lo creamos o no. Después de todo, si nos comparamos usted y yo con este tremendo universo no equivalemos a mucho, ¿verdad? Su opinión y la mía, aun cuando sean consideradas juntas, no llegan a valer mucho. Pero lo que Dios dice sí es importante. Cuando Dios dice que Él es justo, y nosotros no creemos que lo es, quiere decir que estamos equivocados. Dios es justo en todo lo que hace. Pero continuemos leyendo los versículos 8 y 9 de este mismo capítulo 16 de Apocalipsis: "El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al cual le fue permitido quemar a los hombres con fuego. Los hombres fueron quemados con el gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria". Uno pensaría que todo esto los llevaría a ellos al punto de volverse a Dios, pero ellos no reaccionaron de esa manera. En cambio, lo sucedido puso en evidencia lo que ellos realmente eran, así como las plagas de Egipto hicieron en los días de Faraón. Pero continuemos con el Apocalipsis y escuchemos lo que dice en el mismo pasaje el versículo 10: "El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia, y su reino se cubrió de tinieblas. La gente se mordía la lengua por causa del dolor y blasfemaron contra el Dios del cielo por sus dolores y por sus úlceras, y no se arrepintieron de sus obras". Hemos citado este extenso pasaje del Nuevo Testamento para mostrar el acuerdo que hay entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Estimado oyente, no permita que nadie le diga que tenemos un Dios de ira en el Antiguo Testamento, y un Dios de amor en el Nuevo Testamento. El Dios de amor es el que ha pronunciado estas declaraciones tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, porque hay amor en la ley y, en realidad, hay ley en el amor.

Volviendo ahora al capítulo 63 de Isaías, leamos el versículo 7, a partir del cual comprobaremos que:

En la ira, el Salvador recuerda la compasión

"De las misericordias del Señor haré memoria, de las alabanzas del Señor conforme a todo lo que el Señor nos ha dado, y de la grandeza de sus beneficios hacia la casa de Israel, que les ha hecho según sus misericordias y según la abundancia de sus piedades."

Aquí veremos que en medio de la ira el Señor Jesús extiende la compasión hacia los que le pertenecen. Todo el contenido y la intención cambian abruptamente en este punto. Es como pasar de la oscuridad a la luz del mediodía. Es como pasar de negro a blanco. Nuestro Dios es glorioso en santidad, digno de respeto en las alabanzas, hace maravillas, y esto es sólo un aspecto de sus muchos atributos. Él es bueno, y demuestra Su bondad. Él es también un Dios de misericordia. Y, si estos atributos no estuvieran en evidencia, todos seríamos hoy consumidos, podemos estar seguros de ello. Pero Él vendrá en juicio para asumir el control de esta tierra. Nos parece que Él ha dado a los hombres un tiempo adicional muy largo para que ellos se vuelvan a Él. Y ahora, el versículo 8, dice:

"Porque él me dijo: Ciertamente, mi pueblo son, hijos que no mienten. Y fue su salvador."

Su "pueblo" aquí son los israelitas que creerán, y también una gran multitud de gente de las naciones que se volverá a Cristo durante la Gran Tribulación. (Por supuesto, la iglesia ya habrá ido a estar con el Señor, habiendo estado por un tiempo en Su presencia).

Aquí se habla de "hijos que no mienten". Suena como si Él hubiera tenido grandes esperanzas con respecto a ellos, pero ellos le defraudaron. Seguramente, Él espera que usted y yo vivamos vidas que le agraden, y específicamente nos amonestó diciendo: "no mintáis los unos a los otros". En el versículo 9 del capítulo 63 de Isaías, leemos:

"En toda angustia de ellos él fue angustiado, y el ángel de su presencia los salvó; en su amor y en su clemencia los redimió, los trajo y los levantó todos los días de la antigüedad."

¡Cuán tiernas son estas palabras! Creemos que el ángel del Señor no era otro que el Cristo pre-encarnado. Se nos dice que "en Su amor y en su clemencia los redimió y los trajo". Él se identificó con los sufrimientos de Su pueblo.

Ha habido ciertas dudas en cuanto a si la primera parte de este versículo, es decir, la frase "En toda angustia de ellos él fue angustiado" debería ser positiva o negativa. Una versión alternativa de un texto hebreo permitiría expresar el aspecto negativo, traduciéndose entonces la frase: "en toda su angustia él no fue angustiado". El profesor McGee, autor de estos estudios cree que ambos aspectos fueron ciertos, aunque personalmente se inclinó por la versión negativa. Él creía que cuando el Señor acompañó por el desierto a los israelitas, no fue afligido siempre, ni de la misma forma en que ellos fueron afligidos. Por ejemplo, cuando ellos fueron mordidos por las serpientes, Él no fue mordido. Por ello concluyó que en todas sus aflicciones Él no fue afligido, porque era como un padre o una madre que simplemente se mantuvo junto a ellos y esperó. Nunca continuó sin ellos. La columna de nube y la columna de fuego estaban allí. Dios estuvo esperando por ellos. Durante cuarenta años de travesía por el desierto Él fue paciente con ellos, paciente como una madre.

Seguramente habremos observado por la calle a una madre con dos niños pequeños. Uno era llevado en brazos y el otro sabía caminar. A veces el pequeño se detenía, y entonces su madre esperaba por él. Algunas veces se caía, o se desviaba de su camino, o hacía algo que no debía hacer. Pero la madre le esperaba pacientemente. A veces hemos pensado que ésa es la manera en que Dios nos ha acompañado durante años. Si caemos o nos metemos en problemas, Dios se mantuvo a nuestro lado esperando. Y así es como Él actúa con los Suyos. Leamos ahora lo que se dijo de ellos, en el versículo 10 de este capítulo 63 de Isaías:

"Mas ellos fueron rebeldes e hicieron enojar su santo espíritu; por lo cual se les volvió enemigo y él mismo peleó contra ellos."

Pensamos que el Espíritu Santo se cansa a veces de usted y de mí. Pero Él es paciente con nosotros. Gracias a Dios por ello. Y el versículo siguiente, el versículo 11, dice:

"Sin embargo, se acordaron de aquellos tiempos antiguos, de Moisés y de su pueblo, diciendo: ¿Dónde está el que los hizo subir del mar con el pastor de su rebaño? ¿dónde el que puso en medio de él su santo espíritu"

Creemos que ésta es una referencia a Israel, pero al mismo tiempo es una figura de toda la familia humana. Creemos que el Espíritu Santo que aquí se mencionó es el mismo Espíritu Santo que hoy mora en los creyentes. Aunque en el Antiguo Testamento no tengamos una distinción clara de la obra del Espíritu Santo, creemos que ésta es definitivamente una referencia a Él. Ahora leamos los versículos 12 y 13 de Isaías 63, porque el Espíritu Santo fue:

"El que los guió por la diestra de Moisés con el brazo de su gloria, el que dividió las aguas delante de ellos, haciéndose así un nombre eterno? ¿Dónde el que los condujo por los abismos, como un caballo por el desierto, sin que tropezaran?"

Una vez más Dios se refirió a la historia de su liberación de Egipto. Después, continuó la historia de cómo los había guiado.

A continuación veremos que el profeta intercedió ante Dios para que Él considerara las grandes necesidades y deseos que ellos tenían. Leamos ahora los versículos 15 y 16, de este capítulo 63:

"Mira desde el cielo y contempla desde tu santa y gloriosa morada. ¿Dónde está tu celo y tu poder, la conmoción de tus entrañas y tus piedades para conmigo? ¿Se han estrechado? ¡Pero tú eres nuestro padre! Aunque Abraham nos ignore e Israel no nos reconozca, tú, Señor, eres nuestro padre. Redentor nuestro es tu nombre desde la eternidad."

Aquí se nos recuerda que Dios era el Padre de la nación de Israel, pero no hay ninguna idea en el Antiguo Testamento en el sentido de que Él fuera el padre de un israelita a nivel individual. En el Antiguo Testamento el término Padre es una expresión corporativa más que personal. En cambio, en el Nuevo Testamento, el término Padre se convirtió en una expresión personal, no corporativa. Así, Abraham era el padre de la nación y no de cada israelita individualmente. De la misma manera, Dios era el Padre de la nación. Y en el versículo 17, leemos:

"¿Por qué, Señor, nos has hecho errar de tus caminos y has endurecido, respecto a tu temor, nuestro corazón? ¡Vuélvete por amor de tus siervos, por las tribus de tu heredad!"

Y aquí tenemos una oración de intercesión, suplicándole a Dios que intervenga a favor de ellos. Escuchemos lo que dice el versículo 19:

"Hemos venido a ser como aquellos sobre los que nunca gobernaste, sobre los cuales nunca fue invocado tu nombre."

Y aquí vemos que se rindieron completamente a Dios. Ésta debería ser hoy la actitud del cristiano, la de una entrega y rendición completa a Dios. La mayoría tememos rendirnos ante Dios, ante el temor de que Él sea exigente con nosotros. Pero, estimado oyente, Dios quiere ser tierno con nosotros, si le damos la ocasión. Pero recordemos que Él es también el Dios del juicio. Él es el que vendrá a la tierra algún día para pisar el lagar de la intensidad de Su ira. Pero también recordemos que Él no está tratando de asustarnos. Simplemente nos está diciendo la verdad. Y la verdad incluye en primer lugar el amor, la compasión, y Su ofrecimiento de salvación. 

Estudio bíblico de Isaías 61:1-62:12


Comencemos entonces nuestra lectura de hoy leyendo el versículo 3 de este capítulo 61 de Isaías:

"A ordenar que a los afligidos de Sion se les dé esplendor en lugar de ceniza, aceite de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado. Serán llamados Árboles de justicia, Plantío del Señor, para gloria suya."

Creemos que Isaías conoció su geografía y cuando dijo "Sión", se refirió literalmente a Sión. El punto más alto de Jerusalén, era bien conocido por Isaías.

Ahora, hablando específicamente de los judíos, dijo: "se les dé esplendor en lugar de ceniza, aceite de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado. Serán llamados árboles de justicia, plantío del Señor para gloria suya". Podremos ver que más allá del "día de la venganza", que será ampliado en el capítulo 63, se encuentra la paz y la prosperidad del milenio.

Isaías hizo un juego de palabras con "esplendor y ceniza". Con el esplendor en lugar de ceniza; es como decir en nuestro idioma, que Dios intercambiará la alegría por juicio; o una canción por un suspiro. Después de los suspiros y el juicio habrá alegría y canción. En el versículo 4, leemos:

"Reedificarán las ruinas antiguas, levantarán lo que antes fue asolado y restaurarán las ciudades arruinadas, los escombros de muchas generaciones."

La tierra de Israel será rejuvenecida, que restaurará su belleza Edénica. Lo que está sucediendo allí ahora, es algo enteramente maravilloso. Lo que está sucediendo en nuestro tiempo en Israel es extraordinario. Ha logrado que el Dr. W. F. Albright, un gran erudito hebreo adoptara la posición de que ahora cree en la profecía. Ya que una nación que ha estado fuera de su tierra por unos 2.500 años está de regreso en su tierra. Aparentemente le ha convertido en un creyente. Pero tenemos que ser muy cuidadosos y no llamar a este evento el cumplimiento de esta profecía. El rejuvenecimiento del cual habla este versículo tendrá lugar en comienzo del Reino terrenal, y no nos encontramos en ese lugar del tiempo en este momento de la historia. Continuemos leyendo el versículo 5 de Isaías 61:

"Extranjeros apacentarán vuestras ovejas e hijos de extraños serán vuestros labradores y vuestros viñadores."

Este versículo nos muestra una imagen real de prosperidad. Y dice el versículo 6:

"Vosotros seréis llamados sacerdotes de el Señor, ministros de nuestro Dios seréis llamados. Comeréis las riquezas de las naciones y con su gloria seréis enaltecidos."

Dice aquí "ministros de nuestro Dios seréis llamados", Israel va a ser un sacerdocio de creyentes durante el Reino terrenal. La intención original de Dios fue que todos en la nación fueran sacerdotes. En Éxodo 19:6, Dios le dijo a Israel: "6Vosotros me seréis un reino de sacerdotes y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel". Pero a causa del pecado de ellos este objetivo nunca se logró, aunque se logrará en el Reino terrenal. Continuemos leyendo en el versículo 7 de Isaías 61:

"En lugar de vuestra doble vergüenza y de vuestra deshonra, os alabarán en sus heredades; por lo cual en su tierra poseerán doble porción y tendrán perpetuo gozo."

En otras palabras, la alegría eterna será la porción de Israel. Será la plenitud de la alegría. Será un gran día. En el versículo 8, leemos:

"Yo, el Señor, soy amante del derecho, aborrecedor del robo para holocausto. Por eso, afirmaré en verdad su obra y haré con ellos pacto eterno."

En aquel tiempo sus vidas adornarán su ritual religioso. Hemos considerado varios pasajes que hablaron del hecho de que Israel cumplía todos sus rituales en la forma, pero Dios les había condenado por ello, porque sus corazones no estaban detrás de su actitud y se encontraban lejos de Dios. En el futuro, esa situación cambiará. Y, ahora, se nos dice en el versículo 9:

"La descendencia de ellos será conocida entre las naciones y sus renuevos en medio de los pueblos. Todos los que los vean reconocerán que son un linaje bendito del Señor"

En aquel tiempo se acabarán los odios raciales porque ellos serán testigos genuinos de Dios. En nuestro tiempo ni Israel ni muchas iglesias están cumpliendo lo que Dios pensaba hacer, aunque creemos que estamos siguiendo el programa de Dios, y se está desarrollando como Él dijo que lo haría. Él nos advirtió que llegaría el día en que tendríamos una forma de piedad, pero negaríamos el poder de la misma.

Leamos ahora el versículo 10 que nos lleva a la última subdivisión del capítulo 61, titulada:

Bendiciones del reino terrenal

"En gran manera me gozaré en el Señor, mi alma se alegrará en mi Dios, porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió y como a novia adornada con sus joyas."

Observemos el júbilo de la frase "En gran manera me gozaré en el Señor, mi alma se alegrará en mi Dios". Al escucharla concluimos que en esos días van a disfrutar de mucha alegría. ¡Cómo desearíamos que en nuestro tiempo más cristianos se alegraran al ir a la iglesia! Desearíamos que la disfrutaran más. También desearíamos que el estudio de la Biblia fuera una experiencia emocionante y apasionante para todos nosotros. Tendría que ser así, y Dios tiene la finalidad de que así sea.

Y continúa diciendo el versículo 10, "porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió y como a novia adornada con sus joyas". El Mesías continuó hablando aquí y al hacerlo, todos los que le pertenecen podrán unirse en este salmo de alabanza. Ellos se alegrarán grandemente en el Señor. El problema en nuestro tiempo es que muchísimos cristianos no pueden alegrarse en el Señor porque se encuentran separados de una relación de compañerismo y amistad con Él. Tienen pecado en sus vidas, están viviendo bien apartados de la voluntad de Dios y están continuando en su obstinación. Leamos ahora el versículo 11, versículo final de este capítulo 61 de Isaías:

"Porque como la tierra produce su renuevo y como el huerto hace brotar su semilla, así el Señor Dios hará brotar justicia y alabanza delante de todas las naciones."

Vemos que no sólo habrá beneficios materiales y mejoras físicas, sino que las verdaderas bendiciones de aquel día serán espirituales. Y llegamos así al:

Capítulo 62

Contiene los siguientes temas: El interés del Mesías por Israel (vv. 1-5); La anticipación del milenio (vv. 6-10) y El anuncio de aquel día futuro (vv. 11-12).

Ante nosotros tenemos en este capítulo el ansia del Mesías por estas alegrías anticipadas. Existe hoy el peligro de que los creyentes esperen la venida de Cristo para recogernos de este mundo para que podamos librarnos de nuestros problemas; podríamos usar este evento como un mecanismo de escape. La gente se mete en verdaderas dificultades y después quiere que el Señor venga y les remueva de esa situación.

Leamos entonces el primer versículo de este capítulo 62 de Isaías, que comienza a tratar el tema de:

El interés del Mesías por Israel

"Por amor de Sion no callaré y por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que salga como un resplandor su justicia y su salvación se encienda como una antorcha."

La razón por la cual Jerusalén hoy no puede tener paz es que su Mesías no se encuentra allí. Está sentado a la derecha de Dios, anhelando gobernar esa ciudad con justicia. Usted puede llamarla la ciudad santa si así lo desea, pero, tal como se encuentra en la actualidad, la verdad es que es cualquier cosa menos santa. Sin embargo, será santa algún día y el entusiasmo del Señor de los ejércitos lo hará posible. Los hombres no pueden establecer el Reino y las Naciones Unidas tampoco, lo cual es hoy evidente. No creemos que haya alguien que pueda traer paz al mundo excepto Dios. El corazón del profeta Isaías, así como el corazón de cada alma devota de la tierra, participa de este anhelo. Toda la creación y todos los creyentes están gimiendo en su estado actual, al contemplar el futuro. Peregrino cristiano, ¿está usted cansado del viaje por la tierra, y desea el compañerismo y comunión de la casa del Padre? Ésta es una pregunta que cada creyente debería considerar. Continuemos leyendo el versículo 2:

"Entonces verán las naciones tu justicia y todos los reyes tu gloria; y te será puesto un nombre nuevo, que la boca del Señor te pondrá."

Un corazón nuevo, una situación nueva, una tierra nueva y una justicia nueva, requieren un nombre nuevo. Seremos nuevos y estaremos en la nueva Jerusalén. Aquí se nos presenta una hermosa imagen del futuro.

La redención implica no solo a la iglesia, sino con la nación de Israel y con esta tierra. Pensando en ese futuro, ahora estamos como gimiendo, y sintiendo dolores como de parto, esperando por aquel gran día de la liberación. Y en el versículo 3, de este capítulo 62 de Isaías, leemos:

"Y serás corona de gloria en la mano del Señor y diadema de realeza en la mano del Dios tuyo."

Israel va a tener una posición nueva. El versículo 4, declara:

"Nunca más te llamarán Desamparada, ni tu tierra se dirá más Desolada; sino que serás llamada Hefzi-bá (mi deleite está en ella), y tu tierra, Beula (o desposada); porque el Señor se deleitará en ti y tu tierra tendrá esposo."

Veamos qué significan estos términos. Israel ha sido abandonada; ésta es la imagen y el nombre de Israel desde la crucifixión de Cristo. Cuando uno mira hoy a esa tierra, la palabra que viene a la mente es abandonada, desamparada, o desolada. Ésa es la descripción de la tierra en este momento, pero en el Reino que vendrá, Israel será llamada Hefzi-bá, que significa "encantadora" o "deleitosa". Va a ser un lugar delicioso. Ya hemos dicho anteriormente que no nos gusta Jerusalén como se encuentra hoy, pero llegará a ser un lugar hermoso en aquel día futuro.

Y el término "Beula", referido a la tierra, quiere decir, casada. En otras palabras, el Rey estará presente para protegerla, y Su presencia implica alegría. Se nos dice en el versículo 5:

"Pues como el joven se desposa con la virgen, así se desposarán contigo tus hijos; y como el gozo del esposo con la esposa, así se gozará contigo el Dios tuyo. Él se alegrará sobre Israel como se alegra el esposo con la esposa."

Ahora, leamos el versículo 6, donde comenzamos el segundo párrafo titulado:

La anticipación del reino milenario

"Sobre tus muros, Jerusalén, he puesto guardas que no callarán ni de día ni de noche. ¡Los que os acordáis del Señor, no descanséis"

Este anhelo es contagioso. El alma sedienta anhela beber. Cada persona honrada debería orar por la paz de Jerusalén y anhelar la llegada de aquel día en el que habrá paz. El versículo 7, dice:

"Ni le deis tregua, hasta que restablezca a Jerusalén y la ponga por alabanza en la tierra!"

Dios dijo en Ezequiel 21:27 que no descansaría hasta que el Rey viniera por derecho propio para gobernar.

Ahora leamos el versículo 11, que nos presenta el último párrafo de este capítulo, titulado:

El anuncio de aquel día futuro

"He aquí, el Señor lo hizo oír hasta lo último de la tierra: Decid a la hija de Sión que ya viene su Salvador; he aquí su recompensa con él y delante de él su obra."

Este anuncio es pertinente para la hora presente, como este versículo así lo indica. La salvación de Israel forma parte del plan total de la salvación de Dios. El Mesías es hoy el Salvador de ellos. Y la segunda venida de Cristo significa Su venida para establecer Su Reino en la tierra para esa gente. Leamos el versículo 12, versículo final de este capítulo 62 de Isaías:

"Y los llamarán Pueblo Santo, Redimidos del Señor. Y a ti te llamarán Ciudad Deseada, No desamparada."

Israel no puede ser llamado hoy un pueblo santo. En la actualidad, no han sido redimidos. En este momento, Jerusalén es una ciudad abandonada desde un punto de vista espiritual, pero llegará un día futuro en el que las cosas serán diferentes. La experiencia de la salvación de Dios obrará una transformación en la nación de Israel y también en la tierra física. El pueblo será llamado un pueblo santo, y la tierra será grandemente deseada. Hoy verdaderamente sucede todo lo contrario. Pero tienen un futuro glorioso.

Y estimado oyente, en nuestro tiempo, aquí y ahora, aunque el pecado aleja a las personas de Dios, nadie debe sentirse abandonado por el amor y la gracia de Dios. La experiencia de la salvación de Dios puede obrar hoy mismo, en su vida, una verdadera transformación, por la obra del Espíritu Santo. 

Estudio bíblico de Isaías 60:1-61:11


Leamos ahora el versículo 1, que comienza a destacar el hecho de que:

El Redentor y los pueblos no judíos vendrán a Jerusalén

"¡Levántate, resplandece, porque ha venido tu luz y la gloria del Señor ha nacido sobre ti!"

Ha llegado la luz de la cual habló el profeta Malaquías en 4:2, diciendo: "Mas para vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el sol de justicia y en sus alas traerá salvación". Volviendo a Isaías 60, leamos el versículo 2:

"Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá el Señor y sobre ti será vista su gloria."

El Señor Jesucristo es la Luz del mundo; ésa fue una de sus afirmaciones cuando estuvo aquí en la tierra. Cuando Él venga a este mundo por segunda vez, Él será esa Luz.

Aquí dice "Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra". La venida de la luz es necesaria para la noche de oscuridad espiritual que habrá cubierto la tierra, y que la cubre también en la actualidad. A pesar de la predicación del Evangelio por más de 2.000 años, hay un círculo más amplio de oscuridad que nunca antes. La luz debe preceder a las bendiciones futuras. El Sol de Justicia debe salir para traer el día del Reino. La predicación nunca tuvo la intención de traer el reino, porque se requiere la presencia de la Luz para traer dicho Reino. ¿Y quién es la luz? El Señor Jesús. Necesitamos la presencia del Redentor de Sión, y Él va a traer a los pueblos no judíos de lejanas tierras. Dice el versículo 3:

"Andarán las naciones a tu luz y los reyes al resplandor de tu amanecer."

Creemos que la mayor renovación espiritual, es decir, el mayor retorno a Dios se encuentra aún en el futuro. En Romanos 11:15 Pablo, hablando de Israel, dijo: "15porque si su exclusión es la reconciliación del mundo, ¿qué será su admisión, sino vida de entre los muertos?" Será la resurrección de la nación de Israel y la resurrección del mundo. Y ahora, en el versículo 4, leemos:

"Alza tus ojos alrededor y mira: todos estos se han juntado, vienen hacia ti. Tus hijos vendrán de lejos y a tus hijas las traerán en brazos."

Rebeldes y esparcidos, todos van a regresar a la tierra prometida, pero en obediencia a Dios. Y las mujeres, más débiles que los hombres, serán llevadas en brazos, así como las mujeres en el Medio Oriente acostumbran a llevar a sus hijos, apoyados en la cadera. Y el versículo 5, dice:

"Entonces lo verás y resplandecerás. Se maravillará y ensanchará tu corazón porque se habrá vuelto a ti la abundancia del mar y las riquezas de las naciones habrán llegado hasta ti."

Aquí se nos muestra la imagen del tremendo movimiento de pueblos dirigiéndose hacia Jerusalén, por tierra, mar y aire, que causará gran asombro. Y en el versículo 6, leemos:

"Multitud de camellos te cubrirá y dromedarios de Madián y de Efa. Vendrán todos los de Sabá trayendo oro e incienso, y publicarán las alabanzas del Señor."

Nuevamente tendremos a hombres sabios o magos, no sólo del Este, sino de todas partes del mundo, que vendrán trayendo regalos de oro e incienso para el Redentor. Observemos que aquí no se menciona que traerán mirra. ¿Por qué? Porque la mirra nos hablaba de la muerte de Cristo en Su primera venida. En Su segunda venida no traerán mirra. Éste es un versículo notable. Y ahora, el versículo 7, dice:

"Todo el ganado de Cedar será reunido para ti; carneros de Nebaiot estarán a tu servicio. Serán una ofrenda agradable sobre mi altar, y daré esplendor a la casa de mi gloria."

Aquí la escena describe a ganados llevados a Jerusalén para el sacrificio. Según algunos, los sacrificios serán instituidos nuevamente en el templo milenario. Para otros, esta afirmación resulta difícil de aceptar. El tema es mencionado en Ezequiel 40 al 44. Se sugiere que estos sacrificios, señalarían retrospectivamente a la muerte de Cristo, tal como en el Antiguo Testamento señalaban anticipadamente a Su muerte. En este caso, los sacrificios tendrían el mismo significado.

Leamos ahora el versículo 8, que comenta la segunda subdivisión de este capítulo, que lleva el título,

El regreso de Israel a Jerusalén

"¿Quiénes son estos que vuelan como nubes y como palomas a sus ventanas?"

Si hubiera alguna profecía en las Escrituras que sugiera la existencia del avión, podría ser ésta. Pero en realidad creemos que aquí se está haciendo referencia a las naves del mar. No se refiere a lo que está ocurriendo hoy, que no alcanza a abarcar las dimensiones de la profecía. Ahora, en el versículo 9, de este capítulo 60 de Isaías, leemos:

"Ciertamente, en mí esperarán los de las costas, y las naves de Tarsis desde el principio, para traer tus hijos de lejos, su plata y su oro con ellos, al nombre del Señor tu Dios y al Santo de Israel, que te ha glorificado."

El nombre "Tarsis" tal como se usó aquí, evidentemente se refiere a las naciones marítimas cuyos barcos serán utilizados para ayudar a regresar a los israelitas a la tierra de la promesa. Las naciones que antes destruyeron a Israel ayudarán en su recuperación. En aquel entonces, las naciones los enviarán de regreso y los enviarán con regalos, tal como hicieron los Egipcios en ocasión del Éxodo. Después de todo, en aquel tiempo, los israelitas solo recaudaron los salarios o pagos que les debían. Y recogieron una gran cantidad, aunque recordemos que habían estado trabajando como esclavos durante 400 años. Y ahora, en el versículo 11, del capítulo 60, leemos:

"Tus puertas estarán de continuo abiertas: no se cerrarán de día ni de noche, para que a ti sean traídas las riquezas de las naciones y conducidos hasta ti sus reyes"

Aquí podemos ver que las naciones del mundo que sean salvas van a ir a Jerusalén en el Reino. Y en el versículo 12, leemos:

"Porque la nación o el reino que no quiera servirte, perecerá; del todo será asolado."

El Señor Jesucristo dejó claro que Su juicio sobre las naciones se basaría en su trato de los judíos (Mateo 25:31-46).

En el Reino, como dijo Pablo en Filipenses 2:10 y 11, toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor. En el Reino toda la humanidad será obligada a inclinarse ante Jesús. La obligación, por supuesto, será la de la opinión pública de ese tiempo. Habrá aquellos que en su interior no querrán inclinarse, pero seguirán la formalidad de hacer el gesto. Entonces, cuando Satanás sea liberado al final del período del Reino, aquellos que tengan la rebelión oculta en sus corazones tenderán a apoyar al enemigo de Cristo, y ésa será la última rebelión. Después vendrá el aspecto eterno del Reino. Creemos que ciertos cambios radicales tendrán lugar entonces. No habrá una tierra parcialmente arreglada, sino que comenzarán a existir una tierra nueva y cielos nuevos. Dios hará todas las cosas nuevas, y Él nos permitirá comenzar de nuevo. Estamos esperando ansiosamente ese día. Dios no va a reparar la vieja naturaleza. Él nos va a dar una nueva naturaleza, a todos aquellos que hemos confiado en Él. Aquel será verdaderamente un día hermoso, glorioso.

En el versículo 15 comienza la última subdivisión de este capítulo. Leamos el versículo 15, que inicia el párrafo titulado:

El cumplimiento de Jerusalén de todas las promesas de Dios

"En vez de estar abandonada y aborrecida, tanto que nadie transitaba por ti, haré que tengas renombre eterno, que seas la alegría de todas las generaciones."

Ahora, como Isaías dijo en su segundo capítulo, Jerusalén llegará a ser el centro de la tierra. Será un día de grandes bendiciones. Leamos el versículo 16:

"Te alimentarás con la leche de las naciones, el pecho de los reyes mamarás; y sabrás que yo, el Señor, soy tu Salvador, tu Redentor, el Fuerte de Jacob."

La riquezas de Jerusalén que fueron quitadas por las naciones, le serán restauradas y con intereses. Por ello dice el versículo 17:

"En vez de bronce traeré oro, y plata en lugar de hierro; bronce en lugar de madera, y hierro en lugar de piedras. Te daré la paz por magistrado, y la justicia por gobernante."

Es interesante observar hoy que hay tantos objetos de bronce en aquella tierra. Los mercados de Egipto y Líbano venden muchos objetos de bronce, pero en aquel día futuro serán reemplazados por objetos de plata y oro, es decir, que los metales preciosos serán otra vez artículos comunes. Ahora observemos algunas cosas maravillosas que tendrán lugar. Leamos los versículos 19 y 20:

"El sol nunca más te servirá de luz para el día ni el resplandor de la luna te alumbrará, sino que el Señor te será por luz eterna y el Dios tuyo será tu esplendor. No se pondrá jamás tu sol ni menguará tu luna, porque el Señor te será por luz eterna y los días de tu luto se habrán cumplido."

Pensamos que el Señor Jesús, la Luz del mundo, estará allí. Él será también la Luz de la nueva Jerusalén. El universo ya no necesitará más luces en las esquinas de sus calles. Después de todo, los soles y las estrellas son como las luces de la calle, pero en el espacio. Pero en aquel día, Jesucristo realmente va a iluminarlo todo. Y en el versículo 22, último del capítulo 60 leemos:

"El pequeño llegará a ser un millar; del menor saldrá un pueblo poderoso. Yo el Señor, a su tiempo haré que esto se cumpla pronto."

Es decir, que la fuerza humana será aumentada en aquel día, sin necesidad de recurrir a medios humanos. En Mateo 26:41, el Señor llamó la atención sobre el hecho de que el espíritu estaba dispuesto pero el cuerpo era débil. Y ésa es la experiencia de los seres humanos, pero, en aquel día todas estas deficiencias humanas serán corregidas aquí en la tierra, como serán corregidas para el pueblo celestial. Y así llegamos al:

Capítulo 61

El tema gira alrededor de la distinción entre la primera y la segunda venida de Cristo (vv. 1-9) Se comentan también algunas de las bendiciones del Reino (vv. 10-11). Este capítulo tiene un interés peculiar porque el Señor Jesús inauguró su ministerio en Nazareth citando de este capítulo. La primera parte, como dijimos trata sobre la:

Distinción entre la primera y la segunda venida de Cristo

Aquí en estos primeros tres versículos tenemos uno de los pasajes más destacados de las Sagradas Escrituras, que nos ayuda a interpretar correctamente la Biblia. Leamos entonces los versículos 1 y 2 de este capítulo 61 de Isaías:

"El espíritu del Señor Dios está sobre mí, porque me ha ungido el Señor. Me ha enviado a predicar buenas noticias a los pobres, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos y a los prisioneros apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad del Señor y el día de la venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los que están de luto"

Aquí se nos presenta un sistema de interpretación bíblica. Si fuéramos a leer este pasaje sin conocer el Nuevo Testamento, no estaríamos seguros de saber de quién se estaba hablando. ¿Quién fue el que dijo "El espíritu del Señor Dios está sobre mí"? Ahora, si Él es el Señor Jesús, ¿se refiere a Su primera o a Su segunda venida? Bueno, en el Nuevo Testamento tenemos la interpretación de Dios. Cuando el Señor Jesús entró en la sinagoga de su ciudad, de Nazaret, Él leyó esta sección. Leamos en Lucas 4:16-19: "16Vino a Nazaret, donde se había criado; y el sábado entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. 17Se le dio el libro del profeta Isaías y, habiendo abierto el libro, halló el lugar donde está escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos y a predicar el año agradable del Señor". Ahora bien, estimado oyente, si usted lee nuevamente el pasaje de Isaías 61:1 y 2, verá que el Señor ni siquiera terminó de leer la última oración. ¿Por qué no continuó leyendo? El resto de la oración decía (en Isaías) "y el día de la venganza del Dios nuestro". ¿Por qué no citó esta frase? Observemos que se dice en Lucas que "enrolló el libro". Ésta fue una acción deliberada. El texto completo en Lucas 4:20 y 21 dice: "Enrollando el libro, lo dio al ministro y se sentó. Los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Entonces comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros". La profecía en Isaías hasta ese punto, se había cumplido con la primera venida de Cristo. Isaías no había hecho la distinción entre la primera y la segunda venida de Cristo, pero el Señor Jesús sí hizo la distinción. En la profecía de Isaías la pequeña conjunción "y" separó la primera de la segunda venida de Cristo, es decir, que implicó un período de más de 2.000 años de duración. Los profetas escribieron sobre la primera y la segunda venida de Cristo; ellos vieron estos dos grandes eventos, pero no supieron la extensión de tiempo que transcurriría entre ambos. El apóstol Pedro confirmó esto en su primera carta 1:10 y 11, cuando escribió: "10Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, 11escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo y las glorias que vendrían tras ellos". O sea, que Pedro dijo que los profetas hablaron sobre los sufrimientos de Cristo y de la gloria de Cristo y nosotros vemos esto en las secciones primera y segunda de Isaías.

Por ejemplo si desde la lejanía contemplamos una montaña, y detrás de ella, aún más lejos se encuentra otra, podremos ver las cimas de las dos montañas, una tras la otra, como si estuvieran juntas. Ahora si nos trasladamos hasta sobrepasar la primera montaña, veremos un valle de varios kilómetros situado entre ambas. Pero si hubiéramos permanecido en nuestro primer puesto de observación, no podríamos haber sabido que había un valle y menos aún, calcular la distancia entre ambas montañas.

El profeta se encontraba mirando al futuro. Vio la primera y la segunda venida de Cristo. Quizás estaba un poco confundido. ¿Cómo podría entender que el Señor dijo que iba a consolar a los quebrantados de corazón, abrir las prisiones y, al mismo tiempo, estaba anunciando el día de la venganza de Dios? ¿Cómo podían ser ciertas ambas afirmaciones? Si el profeta hubiera estado en el momento histórico en que nos encontramos hoy, lo habría entendido. Nosotros estamos en el valle, entre la primera y la segunda venida de Cristo. Podemos mirar atrás a la primera venida, cuando vino para cumplir Lucas 4:20 y 21, y para morir en la cruz como nuestro Redentor, como vimos en Isaías 53. En algún lugar más allá del primer pico de montaña se encuentra el segundo, es decir, la segunda venida de Cristo. Sin embargo, antes de que Él venga otra vez, la iglesia será removida de la escena terrenal. En Juan 14:3 Jesús dijo: "3Y si me voy y os preparo lugar, vendré otra vez y os tomaré conmigo, para que donde yo esté, vosotros también estéis."

Veamos la frase de Isaías 61:2 "A proclamar el año de la buena voluntad del Señor y el día de la venganza del Dios nuestro". Cuando Cristo Jesús venga a la tierra por segunda vez para establecer Su Reino, será para venganza. En el capítulo 63 veremos que pisará el lagar de la ira de Dios. No será precisamente una escena agradable y Dios nunca dijo que lo sería. Pero Cristo va a reprimir la rebelión que tenga lugar aquí en la tierra. Es que esta pequeña tierra está bajo Su control. Emerson estaba equivocado cuando dijo que las cosas estaban como en una silla de montar y determinaban el rumbo de la humanidad. Es el Señor Jesucristo quien lleva el control final. Él es el Rey y vendrá algún día a sofocar la rebelión; y ése será "el día de la venganza del Dios nuestro."

El versículo 2 continúa diciendo: "a consolar a todos los que están de luto". Inmediatamente después de anunciar el día de la venganza, Él dijo que iba a consolar a todos los que estuvieran de duelo, y a aquellos que se lamentaran por su pecado, que anhelaran en sus corazones vivir un día mejor, y que quisieran ser obedientes al Señor. Pero hoy vivimos en el día de la gracia, en los días de la proclamación de las buenas noticias, Y estas bendiciones que el Señor anunció en la sinagoga de Nazaret; como el remedio para las heridas del alma, la libertad a los cautivos del pecado, y la vista a los que están espiritualmente ciegos, forman parte del mensaje del Evangelio, y usted, estimado oyente, puede hacerlas suyas por la fe en aquel Jesús que murió y resucitó para que usted las pudiera recibir.  

Estudio bíblico de Isaías 58:1-59:21


Vamos a leer entonces el versículo 4, que presenta una:

Explicación de Dios sobre su rechazo a los actos religiosos

"He aquí que para contiendas y debates ayunáis, y para herir con el puño inicuamente; no ayunéis como lo hacéis hoy, para que vuestra voz sea oída en lo alto."

Dios explicó aquí por qué no podía aceptar el ayuno de ellos. Pensaron que el ayuno les proveía una aceptación ante Dios. Leamos ahora el versículo 5:

"¿Es este el ayuno que yo escogí: que de día aflija el hombre su alma, que incline su cabeza como un junco y haga cama de telas ásperas y de ceniza? ¿Llamaréis a esto ayuno y día agradable al Señor?"

En realidad, Dios no les había mandado ese ayuno, y sus actos de adoración eran totalmente externos y no revelaban la condición del corazón.

Ésta es en gran parte la condición del cristianismo contemporáneo. No decimos que sea la condición de una determinada iglesia, porque hay congregaciones que manifiestan una vivencia espiritual real. Pero en general, hay una parte de la iglesia organizada que revela solo una forma de piedad. Continuemos leyendo el versículo 6:

"El ayuno que yo escogí, ¿no es más bien desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, dejar ir libres a los quebrantados y romper todo yugo?"

Estas palabras van al grano, al punto sensible de la realidad. Dios dijo, en efecto: "Si queréis ayunar de verdad, permitidme decir lo que hay que hacer: en vez de ayunar y exhibirse con una expresión de piedad, dejad de pecar. Dejad de cotillear. Dejad las actitudes y acciones que revelan la maldad de vuestros corazones. Demostrad vuestra fe en mí con vuestra conducta. Comenzad a ser honestos en vuestros tratos. Sed veraces en lo que decís. Y en vez de veros con ropas ásperas y cenizas, me gustaría veros limpios en vuestro interior".

Nos parece que el Señor podría interrumpir muchos cultos cristianos y decir: "Eliminemos esta forma de actuar. ¿Por qué estáis cumpliendo con estas formas de culto? No os estáis acercando a mí. No me estáis agradando. Cuando termináis este servicio religioso, os dedicáis al cotilleo, tenéis amargura en vuestro corazón, no sois éticos en vuestra conducta y estáis viviendo con una moral relajada. Pensáis que me estáis complaciendo con vuestras formalidades religiosas. Quiero que sepáis que no me estáis complaciendo. Y ése es el motivo por el cual os estoy rechazando:" Ahora, escuchemos lo que dice el versículo 7:

"¿No es que compartas tu pan con el hambriento, que a los pobres errantes albergues en casa, que cuando veas al desnudo lo cubras y que no te escondas de tu hermano?"

Ellos les estaban dando la espalda a los pobres y los necesitados. Hasta se negaron a mostrar amabilidad y amor a sus propios familiares. Su religión era tan fría como el hielo. Ellos no tenían un corazón dispuesto para seguir a Dios. Y cuando usted, estimado oyente, tiene un corazón sensible hacia Dios, usted tendrá un corazón sensible para las demás personas. Usted querrá ser de ayuda y bendición para la gente, y usted no puede tener odio, rencor, y al mismo tiempo pretender defender la doctrina Bíblica básica. Toda esta crítica y toda esta falta de amor evidente en el día de hoy, causa daño a la causa de Cristo. Isaías dejó aquí un mensaje elocuente para nosotros.

Dios le dijo a aquel pueblo que Él no quería lo que ellos consideraban adoración, porque la estaban expresando sólo con las formas. Estaban representando una especia de parodia de la relación con Dios. Les dijo que quizás ellos estaban disfrutando con esa conducta, pero ésta les iba a resultar una carga y que acabarían cansados al tratar de mantener ante el mundo una apariencia, una fachada. Dios les dijo: "Sed puros. Demostrad en vuestras vidas que tenéis una realidad":

Aquí vemos por qué Isaías no era popular. Usted nunca encontrará a los que ven con relativismo la veracidad de la Biblia exponiendo esta parte de las Sagradas Escrituras. A ellos les agrada dirigirse hacia el Sermón del Monte y elegir allí algunos versículos, como por ejemplo el de Mateo 5:7, que dice: "Dichosos los compasivos, porque serán tratados con compasión". Esto está muy bien, pero lo importante es que usted confiese su pecado a Dios y permita a Cristo vivir Su vida a través de usted. La religión puede llegar a ser hoy una gran forma de encubrimiento. ¡Cuánto necesitamos una relación personal con Cristo!

Llegamos ahora a un párrafo en el cual veremos que Dios quiere que Su pueblo se vuelva a Él de una manera real. Leamos el versículo 8, que da comienzo a este párrafo, que hemos titulado:

La preocupación de Dios por el bienestar de ellos

"Entonces nacerá tu luz como el alba y tu sanidad se dejará ver en seguida; tu justicia irá delante de ti y la gloria del Señor será tu retaguardia."

Dios no podía manifestar Sus bendiciones y gloria a una gente que practicaba su religión de una manera tan deficiente. Ésta es una de las razones por las que el mundo de hoy no está convencido que Dios se encuentra en Su santo templo, el mundo está dejando de lado a la iglesia. ¿Por qué? Porque la gente no cree que Dios está allí. Y, estimado oyente, puede que ellos tengan razón. Dios dijo aquí: "No puedo manifestarme a Mí mismo a causa de vuestras vidas". ¡Cuántos de nosotros estamos bloqueando el camino! Se cuenta que cuando Alejandro Magno regresó de una de sus exitosas campañas, quiso ver a su antiguo maestro Aristóteles, el gran filósofo griego. Se dio la circunstancia que cuando Alejandro llegó, Aristóteles estaba tomando un baño. Alejandro Magno entonces le contó como iba su campaña y después le preguntó: "¿qué puedo hacer por usted?" El anciano filósofo no quedó bien impresionado por este joven presuntuoso y continuó con su baño. De modo que Alejandro Magno repitió su pregunta diciendo: "¿qué puedo hacer por usted"? Finalmente, Aristóteles respondió: "Bueno, puedes apartarte a un lado para dejar pasar mi luz". Y, amigo oyente, muchos de nosotros quizás le estamos diciendo a Dios: "¿Qué podemos hacer por ti?" Y, creemos que Dios nos está diciendo que no nos interpongamos, que no seamos un obstáculo para Su luz. Permitamos que Su luz brille a través de nosotros. Y esto es lo importante. En el versículo 9, de este capítulo 58 de Isaías, leemos lo siguiente:

"Entonces invocarás, y te oirá el Señor; clamarás, y dirá él: ¡Heme aquí! Si quitas de en medio de ti el yugo, el dedo amenazador y el hablar vanidad"

Dios quería escuchar sus oraciones y quería bendecirles. Él quería abrir las ventanas de los cielos y derramar Sus bendiciones sobre ellos. Pero sus corazones no estaban abiertos para recibirlas. Nosotros decimos a veces que nuestras oraciones no están siendo contestadas. ¿Por qué? ¿Es acaso porque Dios no quiere contestarlas? No, amigo oyente. El problema es que nuestros corazones no están abiertos para recibir la bendición que Dios realmente quiere darnos. Él dice: "En el momento en que tú clamas a mí, yo diré ¡aquí estoy!"

Cuando éramos niños y en la oscuridad de la noche llamábamos a nuestra madre, teníamos la tranquilidad de saber que ella se encontraba muy cerca. Por ello, es un verdadero consuelo saber que cuando nos dirigimos a Dios en oración Él se encuentra cerca, escuchándonos. Es como si Él nos dijera: "Aquí estoy. De ahora en adelante todo depende de ti. Si tu vienes en el nombre de mi Hijo, haces un pedido que coincide con mi Voluntad, y tu corazón es puro, actuaré en consecuencia respondiendo tu oración". Así que, estimado oyente, cuando tenemos oraciones que no están siendo contestadas, la causa somos nosotros mismos. En el versículo 10, de este capítulo 58 de Isaías, leemos:

"Si das tu pan al hambriento y sacias al alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz y tu oscuridad será como el mediodía."

Dios les pidió a ellos que practicaran una cosa específica para que Él los pudiera bendecir. Él seleccionó sólo una cosa. Él podía haber buscado una docena de acciones para que realizaran, pero sólo eligió una. Dios prometió bendecirles si ellos demostraban realidad en su religión. Y en el versículo 11, dijo:

"El Señor te pastoreará siempre, en las sequías saciará tu alma y dará vigor a tus huesos. Serás como un huerto de riego, como un manantial de aguas, cuyas aguas nunca se agotan."

Aquí tenemos la hermosa promesa de la bendición que Dios quería derramar sobre ellos. Dios quería bendecirles. Ahora, en el versículo 13, leemos:

"Si retraes del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamas delicia, santo, glorioso del Señor, y lo honras, no andando en tus propios caminos ni buscando tu voluntad ni hablando tus propias palabras"

Dios le dio el sábado o día de reposo a la nación de Israel. Y les dijo, como vemos en Éxodo 31:17, "Para siempre será una señal entre mí y los hijos de Israel". Sería interesante que usted leyera la totalidad del pasaje de Éxodo 31:12-18. Dios se concentró en algo específico que Él les había mandado como pueblo.

En el día de hoy, este asunto es un poco diferente. En la carta a los Hebreos, capítulo 4, versículo 1, se nos dice: "Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado". La palabra reposo equivale a sábado. No deberíamos quedar atrás en alcanzar o entrar en Su reposo. El versículo 10 de Hebreos 4 nos dice: "Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado en sus obras, como Dios de las suyas". Ahora, ¿ha entrado usted en Su reposo, que es el reposo de la redención? ¿Ha llegado usted al lugar en el que usted confía completamente, plenamente en Cristo, en que Él ha hecho todo lo necesario para su salvación, de manera que está descansando en la obra terminada de Cristo? ¿O se siente usted obligado a hacer algo para ganar su salvación, o para no perderla? Estimado oyente, Él quiere que confiemos plenamente en Cristo. El entrar en Su reposo, significará no solo una gran bendición para nosotros, sino que también nos abrirá un camino de servicio. El factor que condujo al apóstol Pablo a una vida de actividad misionera fue entrar en el reposo de la redención. Leamos ahora el último versículo de este capítulo 58 de Isaías, el versículo 14:

"Entonces te deleitarás en el Señor. Yo te haré subir sobre las alturas de la tierra y te alimentaré con la heredad de tu padre Jacob. La boca del Señor lo ha hablado."

Aquí se extiende el horizonte, y la contemplación del futuro se abre ante nosotros. Aquella gente podía demorar la gloría próxima, pero no podían destruir el plan de Dios para la manifestación de Su gloria. Y llegamos ahora al:

Capítulo 59

Que trata los siguientes temas: la condenación de Israel (versículos 1-8); la confesión de Israel (9-19); y la venida del Redentor de Israel (versículos 20 y 21).

Éste es un capítulo muy destacado, en el que Dios continuó su acusación contra Israel, mencionándolo con toda claridad. Sus pecados les habían conducido a su triste condición. La religión se había convertido en una fachada para encubrir su maldad. Y a causa de esa maldad Dios se negó a escucharlos. Dios no tiene problemas para escucharnos. El problema radica en nosotros.

En este capítulo, Dios se refirió a sus pecados en 32 ocasiones. Se utilizaron muchas palabras diferentes para describir sus pecados: iniquidades; pecados; contaminados con sangre; perversidad; mentira; vanidad; maldades, huevos de áspides; telas de araña; víboras; obras; violencia; mal; destrucción y quebrantamiento; veredas torcidas; tinieblas; transgresiones; separación; opresión; rebelión; calumnia, y mentiras. Había 22 diferentes acusaciones contra ellos. ¡Que panorama! Para Israel habrá un día de confesión nacional de pecado. En aquel día habrá grandes lamentos en Jerusalén, tal como lo detalló el profeta Zacarías 12:11-14.

Leamos entonces el versículo 1 de Isaías 59, que comienza a exponer:

La condenación de Israel

"He aquí que no se ha acortado la mano del Señor para salvar, ni se ha endurecido su oído para oír"

El hecho de que Israel no fuera salvo en los días de Isaías no se debió a alguna debilidad del Señor, del "brazo del Señor" (Isaías 53). La mano del Señor no se quedó corta. Tampoco se debió a una conexión defectuosa en su comunicación con el hombre. Igualmente en nuestro tiempo, el problema no radica en los obstáculos mentales que el hombre tiene que superar, ni en sus numerosos problemas, sino en el pecado que le separa de Dios. Continuemos leyendo el versículo 2:

"Pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios y vuestros pecados han hecho que oculte de vosotros su rostro para no oíros."

Alexander McLaren lo expresó de la siguiente manera: "No se debe a que Dios sea grande y yo pequeño; ni a que Él viva para siempre, y mi vida no sea nada más que un suspiro; ni a la diferencia que existe entre Su omnisciencia y mi ignorancia, y entre Su fuerza y mi debilidad, que yo esté separado de Él. Aquí dice claramente: "Vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios". Y ningún hombre, aunque construyera las torres de Babel más altas, podría llegar a esa situación. Hay un medio por el cual la separación llega a su fin, y por el cual todo impedimento objetivo a una unión, y todo impedimento subjetivo es removido del mismo modo. Cristo ha venido y en Él, los cielos se han inclinado para tocar, y tocar para bendecir a esta tierra inferior, y el hombre y Dios están unidos otra vez". Hasta aquí la cita.

Ahora por toda esta primera sección Dios explicó detalladamente los pecados de aquel pueblo. Fue una imagen decepcionante de la familia humana, incluidos usted y yo. Después, tendrá lugar una confesión por parte de Israel en el futuro, cuando el Redentor venga a Sión.

Leamos entonces el versículo 9, que comienza a hablarnos sobre:

La confesión de Israel

"Por esto se alejó de nosotros la justicia y no nos alcanzó la rectitud; esperamos luz, y he aquí tinieblas; resplandores, y andamos en oscuridad."

El cambio de pronombres aquí indica que había otra persona hablando. En lugar de "vuestro" y "de ellos" leemos ahora "nosotros", "nuestro" y "de nosotros". Al ser esta la confesión de Israel, ellos confesaron que se encuentran en la oscuridad. Confesaron que todos sus rituales religiosos habían sido una simulación.

Y hay muchas personas hoy necesitan hacer lo mismo; es decir, confesar que han estado fingiendo, y que desean comenzar a vivir una realidad, aceptando al Señor Jesucristo como Salvador. Si muchos que profesan exteriormente ser cristianos adoptaran esta actitud, se produciría una renovación espiritual en el cristianismo. Ahora, escuchemos la confesión, leyendo el versículo 10:

"Palpamos la pared como los ciegos; andamos a tientas como los que no tienen ojos. Tropezamos a mediodía como si fuera de noche; estamos en lugares oscuros como están los muertos."

Que imagen elocuente tenemos al ver a ese pueblo en la oscuridad, lo cual describe la situación de una persona que no tiene una relación personal con Dios.

Pero cuando Israel haga esta confesión, y la harán en el futuro, una confesión de estas acusaciones específicas, ellos también repudiarán sus pecados. Estimado oyente, nuestras confesiones a Dios tendrían que ser específicas y además, nuestros pecados deberían ser repudiados. Cada pecado debería ser confesado privadamente a Dios.

Pasemos ahora al versículo 20, de este capítulo 59 de Isaías, y observemos nuevamente el cambio de pronombres. Se nos habla sobre:

La venida del Redentor a Israel

"Vendrá el Redentor a Sión y a los que se vuelven de la iniquidad en Jacob, dice el Señor."

Muchas personas se preguntan: "¿Se salvará toda esa nación?" No, amigo oyente, no todo Israel. Como dijo el apóstol Pablo en Romanos 9:6, "no todos los que descienden de Israel son israelitas". Sólo se salvará un remanente (formado por aquellos que se vuelvan a Dios) de la misma manera en que, al parecer, sólo un remanente del cristianismo profesante, realmente se salvará.

Pero el Redentor llegará a Sion algún día, y en ese momento, habrá una gran confesión de pecado. Zacarías nos escribió al respecto en el capítulo 12, versículo 10, diciendo: "Pero sobre la casa de David y los habitantes de Jerusalén derramaré un espíritu de gracia y de oración. Mirarán hacia mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por el hijo unigénito". Volviendo ahora a Isaías, en el último versículo de este capítulo 59, versículo 21, leemos:

"Y este será mi pacto con ellos, dice el Señor: Mi espíritu que está sobre ti y mis palabras que puse en tu boca, no faltarán jamás de tu boca ni de la boca de tus hijos ni de la boca de los hijos de tus hijos. El Señor lo ha dicho, desde ahora y para siempre."

Dios ha hecho un pacto afirmando que el Redentor vendrá a Sión. Nunca habrá un tiempo en el que esta promesa sea completamente olvidada, porque ése es el propósito de Dios. Será cumplida cuando Él lo considere oportuno. Estimado oyente, le rogamos que no olvide estas palabras de Isaías 59:1, "He aquí que no se ha acortado la mano del Señor para salvar, ni se ha endurecido su oído para oír".  

Estudio bíblico de Isaías 57:1-58:14


Consuelo para los justos

"Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, pero habito también con el quebrantado y humilde de espíritu, para reavivar el espíritu de los humildes y para vivificar el corazón de los quebrantados."

En los últimos días, Dios consolará a los Suyos por ser quién es Él, el Alto y el Sublime. Él es el Dios de la eternidad, y cuán débil es el hombre, que vive sólo unos pocos años. No dura mucho tiempo en la tierra. El Eterno Dios promete cuidar a aquellos que no confíen en sí mismos, sino que confíen en Él, y Él los cubre como la gallina cubre a sus polluelos. Ésa es la paz y seguridad que existe para aquellos que pertenecen a Dios. Pero este versículo se proyecta más allá de nuestros días hacia la época de la gran tribulación, cerca del final de los tiempos. Y dice el versículo 16 de este capítulo 57 de Isaías:

"Porque no contenderé para siempre, ni por siempre estaré enojado, pues decaerían ante mí el espíritu y las almas que yo he creado."

Él es el Dios Eterno, pero no estará siempre enojado con el pecado, porque el pecado será removido. Y continúa diciendo el versículo 17:

"Por la iniquidad de su codicia me enojé y lo herí, escondí mi rostro y me indigné; pero él, rebelde, siguió por el camino de su corazón."

Dios explicó por qué Él castiga al impío. Los impíos son codiciosos, y ellos continúan rebelándose contra Dios. Estamos seguros que cualquier persona inteligente se da cuenta que Dios es Santo y que un día pondrá fin a esta rebelión. Porque Dios tendrá que castigar a aquellos que tienen un corazón rebelde y orgulloso. Y ahora, en el versículo 18, leemos:

"He visto sus caminos, pero lo sanaré y lo pastorearé; le daré consuelo a él y a sus enlutados."

A aquellos que abandonen la maldad de sus caminos, Él los sanará y salvará. Él es un Dios compasivo con los justos.

"Produciré fruto de labios: Paz, paz para el que está lejos y para el que está cerca, dice el Señor. Yo lo sanaré."

Sólo Dios puede hablar de paz al corazón del pecador. Y ahora llegamos al último párrafo de este capítulo, que se titula:

La condenación de los malvados

Cada una de estas últimas tres secciones de la última división del libro de Isaías (capítulos 40-66) puede ser identificada por el lugar en el que Dios dijo, como en Isaías 48:22, "¡No hay paz para los malos! ha dicho el Señor". Esto es algo bien evidente. La historia del hombre es una crónica de guerra y conflicto constante. Esto no es solo cierto entre las naciones, sino también de las relaciones entre individuos, aunque se le llama competencia. Usted lo encontrará en el mundo comercial, en el ambiente social y en el ámbito religioso. Usted encontrará conflictos en prácticamente cada ciudad, y en muchos hogares. Dios dijo que no habría paz para los malvados. Usted no puede lograr la paz en el corazón humano, aparte de Dios. Hasta ahora, nadie ha sido capaz de conseguirlo. Continuemos con nuestra lectura con el versículo 20:

"Pero los impíos son como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto y sus aguas arrojan cieno y lodo."

Ésta es probablemente una de las descripciones más pintorescas de los impíos que uno puede encontrar en la Biblia. Como el mar agitado e inquieto, una persona malvada no puede encontrar descanso ni paz en sus malos caminos. En cierta ocasión, un anciano de unos 80 años de edad se dirigió a la policía diciendo: "Por 50 años he llevado en mi conciencia un asesinato. Otro hombre ya ha pagado el castigo por lo que yo cometí, pero yo soy el culpable y he venido ante ustedes porque tenía que confesar mi crimen". La policía sabía que, según la ley, si otra persona ya había pagado el castigo por el crimen, no se podía arrestar a esta persona y retenerla; porque otra persona ya había cumplido la sentencia. Probablemente el peor castigo que este hombre tuvo fueron esos 50 años de miseria, vividos con una conciencia culpable. Durante ese tiempo no había podido disfrutar de paz en su mente. Y concluye el versículo 21 diciendo:

"¡No hay paz para los impíos!, ha dicho mi Dios."

Si el mundo pudiera tener paz hoy sin Dios, entonces habría una contradicción en la Palabra de Dios. Nadie puede contradecir a la Palabra de Dios. El malvado no puede disfrutar de paz en el mundo, y eso es una realidad de nuestro tiempo. Dios ya dijo que el malvado no tendría paz. Esto es un axioma de Dios, una realidad tan clara y evidente que no necesita demostración. Y llegamos ahora al:

Capítulo 58:1-3

Con este capítulo llegamos a la última sección en la división final mayor de este libro de Isaías, titulada "la gloria de Dios que viene por medio del Siervo Sufriente", y que abarca los capítulos 58 al 66. En esta sección tenemos dos subdivisiones: 1. El pecado estorba la manifestación de la gloria de Dios (caps. 58 y 59) y 2. El Redentor vendrá a Sión (caps. 60-66).

Este capítulo 58 abarca los siguientes temas: Denuncia de la maldad de Israel (vv. 1-3); Explicación de Dios por el rechazo de sus actos religiosos (vv. 4--) y Preocupación de Dios por el bienestar de ellos (vv. 8-14).

Continuamos en esta sección, avanzando hacia la gloria del reino. Aquí se nos está diciendo que la expresión exterior de religiosidad y los caminos malvados internos, demoran la gracia y la gloria de Dios y causan daño a la causa de Cristo tanto como cualquier otro factor. Hay personas que se consideran religiosas, miembros de una iglesia y que, sin embargo, maldicen como paganos, son deshonestas en sus negocios e inmorales en su vida social. Aparentan ser lo suficientemente buenas como para satisfacer el nivel de calidad espiritual que Dios requiere, pero impiden la manifestación de la gracia y la gloria de Dios.

Aquí se nos explica por qué la gloria de Dios fue retenida. La gente era arrogante y cínica en cuanto a su relación con Dios. Están practicando formas, las apariencias y se atrevían a cuestionar las acciones de Dios hacia ellos. O sea que, estaban juzgando a Dios y a sus métodos. Y muchas personas hacen aún esto hoy. A pesar de su cumplimiento exterior de la religión, se permiten continuar viviendo en sus propios y malvados caminos.

Este mismo espíritu se manifestó después de la cautividad de Babilonia, lo cual reveló que el cautiverio no les curó. En Malaquías, capítulo 3, versículos 13 y 14 leemos: "Vuestras palabras contra mí han sido violentas, dice el Señor. Y todavía preguntáis: ¿Qué hemos hablado contra ti? Habéis dicho: Por demás es servir a Dios. ¿Qué aprovecha que guardemos su ley y que andemos afligidos en presencia del Señor de los ejércitos?" Ellos estaban criticando a Dios por no bendecirles, sin embargo vemos lo religiosos que eran. Iban al templo y ofrecían sacrificios. El que cuestionaran a Dios era una audacia descarada. Pero, éste es el espíritu del hombre natural, con su demostración exterior de religiosidad. Su corazón está alejado de Dios, y su camino es de maldad. La apariencia de piedad es algo repugnante para el Señor Jesucristo. Él dijo a la iglesia de Laodicea, en Apocalipsis 3:16: "Pero por cuanto eres tibio y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca". Ésa es la actitud del Señor Jesucristo en la actualidad hacia la vida eclesial de muchos que profesan ser cristianos.

Leamos ahora el versículo 1 de Isaías 58, que junto con los siguientes dos versículos presenta una:

Denuncia de los malvados caminos de Israel

"¡Clama a voz en cuello, no te detengas, alza tu voz como una trompeta! ¡Anuncia a mi pueblo su rebelión y a la casa de Jacob su pecado!"

Al profeta se le ordenó comunicar en voz alta un mensaje que no es siempre popular, el cual consistía en destacar las transgresiones y pecados de un pueblo que pensaba que era muy religioso. Esta actitud provoca un amargo disgusto y palabras fuertes, y cáusticas sobre uno. Sólo alguien valiente lo haría. Diríamos que la debilidad básica de algunos predicadores hoy es el tratar de complacer al hombre natural sin decirle la verdad en cuanto a su enfermedad fatal. La profesión médica sería culpable de grave negligencia si siguiera el mismo procedimiento con la parte física del hombre que la religión desempeña con la parte espiritual del hombre. Cuando vamos al médico, le presionamos al máximo para que nos diga la verdad. Y él es consciente que si no lo hace así, le perderíamos la confianza. En este sentido, Dios expone nuestra realidad tal como ésta es. Y Él quiere que Sus Siervos le digan a los seres humanos que están sufriendo de la enfermedad fatal, terminal, humanamente incurable del pecado, que conduce a la muerte eterna, a la separación eterna con respecto al Dios Todopoderoso. Luego, en el versículo 2, de este capítulo 58 de Isaías, leemos:

"Ellos me buscan cada día y quieren saber mis caminos, como gente que hubiera hecho justicia y que no hubiera dejado la ley de su Dios. Me piden justos juicios y quieren acercarse a Dios."

Creemos que tenemos aquí un elemento de sátira mordaz en esta declaración de Dios. Esta gente asistía al templo regularmente para adorar. Estaban cumpliendo las ordenanzas al pie de la letra. Eran meticulosos en seguir las formas de la adoración. Realmente disfrutaban yendo al templo; sin embargo, sus vidas no se diferenciaban mucho a la de los no creyentes. Y lo que era cierto en aquellos días, también lo es en nuestro tiempo. Leamos, finalmente por hoy el versículo 3 de este capítulo 58 de Isaías:

"Dicen:¿Por qué ayunamos y no hiciste caso, humillamos nuestras almas y no te diste por entendido? He aquí que en el día de vuestro ayuno buscáis vuestro propio interés y oprimís a todos vuestros trabajadores."

Aquella gente estaba expresando el malhumor en sus quejas. Se preguntaban por la razón para ayunar e infligirse castigos ellos mismos, si Dios no tomaba nota de esa actitud, y no les manifestaba su agrado por ese ritual. Sin embargo sus corazones estaban lejos de Dios. Evidentemente habían convertido al ayuno en una parte importante de su religión. Dios nunca les había dado días de ayuno. Les había dado días de fiesta. Es cierto que tenían que afligir sus almas en relación con el gran Día de la Expiación, y en tiempos de pecado, tenían que ayunar. El ayuno era una expresión exterior del alma, pero ellos la habían convertido en una forma que fortalecía su ego y su orgullo. Se enorgullecían del hecho de ayunar. El ayuno debía ser un asunto privado entre el alma y Dios, y no una exhibición pública. Nuestro Señor les criticó por abusar del ayuno. Cuando Él estaba en la tierra dijo, en Mateo 6:16, "16Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa". Ellos no tenían que esperar nada de Dios, porque no practicaban el ayuno como consecuencia de su relación con Él. El Señor Jesús les dijo a los Suyos en los dos siguientes versículos, en Mateo 6:17 y 18: "17Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, 18para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público". La religión verdadera es una relación personal con Cristo, y debe ser tan secreta y privada como pueda ser. ¿Acaso alguien va por ahí contándole a otros acerca de su relación íntima con su esposa o con su esposo? Por supuesto que usted no lo hace. Estimado oyente, si usted tiene una relación personal con Jesucristo, es un secreto hermoso entre usted y Él. Usted da testimonio de Él, pero no revela sus momentos íntimos con Él. ¿Estamos presumiendo de nuestra religión, o por estar cumpliendo una cierta ceremonia o ritual? Esa actitud debiera avergonzarnos. Toda esa religiosidad no significa nada ante la mirada de Dios, a menos que revele lo que hay nuestro su corazón. ¡Verdaderamente, cada vez resulta más necesario experimentar una realidad, antes que un ritual!

Creemos que muchas personas que vivieron en los días de Isaías, cuestionaron el mensaje de este profeta. Se estaba atreviendo a criticar a gente que parecía muy religiosa, que asistía regularmente al templo y presentaba sus sacrificios. Pero, resulta que Dios conoce el corazón humano, y sabía que su religiosidad era superficial. Aquellas personas no tenían una verdadera relación con Dios. Estimado oyente, este pasaje debería hacernos reflexionar, en ese rincón secreto que es nuestro corazón, sobre nuestras actitudes públicas, aquellas que los demás pueden evaluar. Y allí, en esa intimidad, podremos escuchar la evaluación de Dios.